la opinión invitada

PAC 2020, a la Andalucía rural le va la vida

  • La consejera aboga por una Política Agrícola Comunitaria que actúe como eje vertebrador

PAC 2020, a la Andalucía rural le va la vida

PAC 2020, a la Andalucía rural le va la vida

Andalucía afronta una nueva encrucijada vital para el futuro de su agricultura y la supervivencia de su entorno rural, un desafío que puede verse todavía lejano pero que en realidad ha empezado a jugarse ahora porque ya se ha iniciado el debate para definir cómo será la Política Agrícola Común europea, la PAC, a partir de 2020. Y en este proceso nuestra comunidad se juega mucho, porque hoy somos uno de los mayores beneficiarios de esta política, por delante incluso de lo que reciben 21 estados miembros.

Nuestra tierra ha contribuido de manera fundamental a que España sea el segundo mayor beneficiario de estas medidas, después de Francia, ya que somos la mayor potencia agraria del país. En los 30 años en los que viene aplicándose, la PAC ha ayudado a construir una gran red de seguridad para el sector productor andaluz y nos ha permitido desarrollar un potente tejido agroindustrial, lo que ha impulsado que desde 1986 nuestra renta agraria se haya incrementado un 54% en términos constantes (teniendo en cuenta la evolución del IPC), hasta superar los 8.800 millones de euros y que hoy el sector agrario dé empleo a 246.000 personas. Pero sin duda, lo que más llama la atención es el crecimiento de nuestras exportaciones agroalimentarias, que desde 1995 -primer año del que tenemos cifras- se han multiplicado por cuatro, superando en 2016 la barrera de los 10.000 millones de euros.

Seguimos contando con un potente sector agroalimentario y unos pueblos vivos

A lo largo de las sucesivas reformas, el campo andaluz ha sabido adaptarse a los cambios. Algunos han supuesto un gran esfuerzo, y es que la agricultura mediterránea siempre ha tenido más difícil defender sus intereses en Bruselas frente a la agricultura continental. Pero el resultado es que seguimos contando con un potente y diverso sector agroalimentario y unos pueblos vivos, algo que destaca sobre todo en un país donde más de la mitad de los municipios tienen menos de 1.000 habitantes y con un gran riesgo de despoblamiento rural.

Por todo ello, desde Andalucía tenemos claro que es necesario defender una PAC fuerte en Europa, con un presupuesto suficiente y garantizado que proporcione un marco legal estable a los productores. En estos momentos, en los que la Unión Europea ha cumplido 60 años y nos planteamos qué modelo de unión queremos para el futuro, desde Andalucía tenemos claro que la apuesta debe ser más Europa y para ello es necesario una Política Agrícola Común robusta, que siga siendo nuestro eje vertebrador.

Necesitamos una PAC que mantenga el nivel de renta de los agricultores, con el apoyo de las ayudas directas como complemento indispensable. Una PAC que se adapte a la diversidad de producciones y territorios que tenemos, pero que a la vez sea menos burocrática y más efectiva. Y una PAC que, además de equilibrar la cadena alimentaria a nivel europeo, evite la despoblación del medio rural, fomentando el empleo y mantenimiento del tejido productivo de las zonas rurales, con especial atención a las explotaciones de pequeño tamaño para que favorezca a las personas que viven del campo y que dan vida al campo.

Para ello es clave fomentar aún más el relevo generacional y la innovación, atrayendo talento joven e inversiones, para competir en un mercado cada vez más global y exigente. En Andalucía hemos hecho una gran apuesta por el relevo generacional, y hemos logrado la instalación de cerca de 2.000 jóvenes en apenas dos años, lo que pone de manifiesto que, con los incentivos adecuados, hay muchísima gente joven interesada en crear empresas agrarias.

En conjunto, creemos que la PAC del futuro debe estar orientada a apoyar la sostenibilidad, desde el punto de vista social, económico y medioambiental. Esta política seguirá siendo muy necesaria para hacer frente a grandes retos como la globalización, el crecimiento de la población mundial o el cambio climático. Pero también a retos particulares de la agricultura europea, como son el relevo generacional y una mayor participación de la mujer o la mejora de la competitividad y la sostenibilidad; o incluso, en el caso del sur de España, la lucha contra la desertificación. Y es que, sin una política agraria adecuada, España sería aún más desértica, poblacional y ambientalmente hablando.

Estoy segura de que el sector agroalimentario está llamado a jugar un papel aún más destacado a nivel global. Un sector al que se presta cada vez más atención y que está atrayendo inversiones y talento, ante la necesidad de producir más, y de una forma eficiente y sostenible. En este sentido, la Política Agrícola Común no sólo puede seguir impulsando este sector en el que somos un referente, sino también ir más allá, ayudando incluso a fortalecer el proyecto europeo.

Es nuestro compromiso y nuestra responsabilidad.

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