Villamanrique de la Condesa es un pueblo fantasma a las cuatro de la tarde de un caluroso día de junio, que además coincide con el regreso de las hermandades del Rocío. De los chalés adosados de la barriada de Tartessos empiezan a asomar cabezas cuando ven un coche circular a una velocidad excesivamente lenta. La mayoría de las casas están protegidas con telas de ocultación, para que nadie pueda ver nada desde el exterior. En algunas hay puertas y ventanas tapiadas y es común que se acumule la suciedad en los rellanos. En otras permanecen los carteles de Se Vende. Casi todas han sido ocupadas por rumanos.

Las de la calle 28 de febrero son las que están en peor estado. Justo en esta vía, la unidad de la Policía Nacional adscrita a la Junta rescató el pasado 23 de mayo a tres menores de edades comprendidas entre los 6 y los 11 años que habían sido encerrados por sus padres en una habitación con una cadena en la puerta. Los padres se habían marchado y dejado a los niños encerrados en una casa sin agua ni luz.

Colchones en la entrada de la vivienda.

Cuando el coche de los periodistas se detiene en mitad de la calle 28 de febrero, de la vivienda más cercana sale un hombre. Los periodistas le preguntan. "¿Sabe usted dónde estaban encerrados los tres niños que la Policía rescató?". El hombre dice que no entiende español y llama a otra persona. Aparece un rumano más joven, que mira extrañado a los informadores. Entiende español pero dice que no sabe nada de que la Policía haya rescatado a ningún niño. Finalmente llega un tercero, que a duras penas indica cuál es la casa en la que estaban los menores.

Señala el número 62 de la calle y empuja la puerta. "No queda nadie", dice. En el pequeño patio de entrada se acumulan varios colchones, llenos de suciedad y destrozados. Sobre uno de ellos se pudre una rata muerta. Dentro de la casa no queda nada. "Se han ido al ajo, a Albacete", dicen los vecinos. Explican que la familia que ha protagonizado este episodio se gana la vida de manera itinerante trabajando en el campo, y hace una semana que emigró a Albacete a la campaña del ajo.

Casi todos los rumanos que viven en casas ocupadas en esta zona de Villamanrique son temporeros. Uno de ellos es Mihail, que explica que lo peor que lleva es vivir sin agua corriente. "La luz no es tanto problema. Tenemos una cocina con una bombona de butano, pero lo malo es el agua. Todos trabajamos en el campo o en lo que nos sale. Somos gitanos rumanos. Algunos tenemos aquí a la familia y otros no". Cuenta que ha oído que vino la Policía pero no sabe nada más.

Mihail muestra la falta de suministro de agua.

La intervención policial surgió a raíz de las quejas de los vecinos de Villamanrique, que alertan de que han subido los robos en la población y responsabilizan de la inseguridad de la zona a algunos de los ocupas. La Policía hizo una primera inspección y volvió a las seis de la mañana del día 23 para detectar posibles casos de menores en situación de abandono. Fue ahí cuando descubrieron a los tres chicos encerrados, que aseguraban que su padre los había castigado. Los agentes solicitaron la colaboración de la Guardia Civil para partir la cadena con un cortafrío. Los niños no están escolarizados. El caso está en la Fiscalía de Menores, pero la Junta no ha retirado la custodia a los padres.