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Tempestad a levante y poniente

  • Susana Díaz fue de menos a más. Una presidenta en baja forma pierde con Antonio Maíllo, empata con Juanma Moreno y gana a Teresa Rodríguez. Con Juan Marín no hubo casi debate

Antonio Maíllo y Susana Díaz se cruzan en el Salón de Plenos del Parlamento

Antonio Maíllo y Susana Díaz se cruzan en el Salón de Plenos del Parlamento / Juan Carlos Muñoz

La frase de la tarde fue de la perdedora del debate: Teresa Rodríguez se fue acalorando y en un momento dado le salió la vena arrabalera en estado puro: "Con el PSOE, ni muerta". Cuando la jefa anticapitalista de Podemos se pone trotskista, se acelera y casi entra en combustión. Ayer empezó acusando a la presidenta de cinismo, bunkerización, aislacionismo... y acabó su réplica afirmando: "No nos fiamos de ustedes; yo con el PSOE ni muerta".

El debate no fue de guante blanco. La oposición, a izquierda y derecha, vino a Las Cinco Llagas a por todas. Y sopló fuerte viento de levante y de poniente. El inicio de la sesión nos ofreció una Susana Díaz nerviosa en el atril. Y leyendo durante una hora un texto que ella misma calificó con justicia de "prolijo". Este espíritu enciclopédico con el que los equipos de algunos presidentes les preparan los discursos es casi siempre traicionero.

Díaz cansó al auditorio y se cansó ella misma. Es buena polemista, rápida en las réplicas, pero lee regular, como casi todo el mundo. Tuvo incluso numerosos errores de dicción, como la laca de la violencia machista, las hestáreas de Doñana o la Cómora parlamentaria. Ella, que sabe cuando está bien o cuando está peor, se dio cuenta y se justificó varias veces al final. Encima, en los últimos veinte minutos tuvo una docena de golpes de tos.

La intención de su discurso era situarse en el liderazgo de la izquierda. Repitió varias veces el latiguillo, sobre todo en los intercambios con Podemos e IU: la alianza social progresista que Andalucía necesita la tiene que liderar el PSOE. Medidas como la las tasas de universidad casi gratuitas y plantear que la enseñanza de cero a tres años también lo sea -aunque la autonomía no tiene competencias- iban en esa dirección. También la renta social o una mesa de diálogo con patronal y sindicatos para mejorar la calidad del empleo. Otra pata de su alocución inicial fue la crítica frontal al Gobierno.

Susana ha acuñado un calificativo para referirse al PP, que prodiga desde el debate de las primarias: "infame". Le vale para el partido, el Gobierno o, como ayer, para los Presupuestos. Los PGE son infames porque han recortado un 36% las inversiones en Andalucía, argumento que repitió una y otra vez contra Moreno, que no se dio por aludido. Las evocaciones de Díaz a España son habituales en estos debates. Incluso en su indumentaria. Además de verde o blanco, viste en ocasiones de rojo o amarillo, colores de la bandera nacional. Ayer tocaba el amarillo.

Quizá decepcionada por su deficiente actuación o por la mala leche que traía acumulada el jefe de Izquierda Unida, su intercambio con Antonio Maíllo fue desigual. Y lo perdió. El dirigente comunista venía con la escopeta cargada por el intento de Díaz de buscarle la espalda a IU nombrando a Diego Valderas comisionado para la Memoria Histórica. El intercambio verbal entre ambos fue tremendo; viento huracanado, que descolocó a una presidenta que todavía no le había cogido el aire a la tarde. Maíllo la acusó de hipocresía en su "operación retorno" tras la derrota en las primarias, de tener un perfil derechista, de ser cómplice de la reducción de las inversiones en Andalucía por haber permitido la investidura de Rajoy, de mentir en la reducción del paro en 200.000 personas desde que es presidenta o de no saber contar, de ahí que no concordara el número de avales con sus votos...

Ella no se arredró, pero se la notaba alterada. Le dijo que su intervención había sido histérica, rencorosa, ofensiva, llena de odio e insultos, violenta, soberbia, arrogante, petulante... no se le agotaban las descalificaciones. Pero Maíllo entró a matar en su réplica: "Usted rompe todo lo que toca, ahora con la Ley de Memoria. No deja que crezca la hierba, sólo le gustan las puñaladas, los derrocamientos, las peleas, el malmeter, es la hooligan del cole: pinchando todo el día con el boli y cuando saltamos es que se meten conmigo. Representa la síntesis de lo peor de la política de este país". Desbordada por el rapapolvo, la presidenta acudió al recurso victimista. Le acusó de usar un lenguaje violento, que faltaba al decoro de la Cámara y de ser la pancarta de la derecha.

Maíllo y Marín coincidieron en llevar camisa blanca sin corbata, con chaqueta. Fue en lo único. Para Maíllo el apoyo de la Junta al emprendimiento es una tomadura de pelo, propia de países tercermundistas. Para el jefe de Ciudadanos es muy importante. También para la presidenta, que en uno de sus pocos golpes buenos contra Maíllo le dijo al líder de IU que su inquina contra el emprendimiento parecía soviética. Juan Marín, en su habitual estilo plúmbeo reclamó una nueva ley electoral, acabar con los aforamientos, limitación de mandatos o la ley para una FP dual.

En su incendiaria intervención, Teresa Rodríguez (Podemos) empezó por la mitología griega para establecer que Andalucía sufre una especie de tortura: 800 días sin gobierno. Echó azufre sobre una serie de grandes empresas españolas, bancos, eléctricas, textiles o de gas. Habló de abusos, expolios y atropellos de estas compañías a las que atribuía una maligna complicidad con la presidenta.

Hizo una pausa en el discurso trotskista para aplaudir la propuesta de matrículas gratuitas en la universidad y remató explicando por qué Podemos no se fía del PSOE de Andalucía: porque traiciona a sus socios, "lo de Valderas es ya ensañamiento". Aliarse con ustedes, para que después nos lo estén refregando todo el día... "yo, ni muerta". Se había metido con Ciudadanos, "la hipoteca naranja del gobierno socialista andaluz", pero estuvo de acuerdo con Marín en que hay que acabar con los privilegios de los políticos.

Juanma Moreno fue el único encorbatado de la sesión. Estuvo vibrante, en un discurso muy bien armado. Pero para entonces la presidenta estaba en su mejor fase del debate. Él le reprochó haber dejado de gastar en los últimos tres ejercicios más de 10.000 millones de euros. Ella no le entró al trapo, pero contraatacó con el recorte presupuestario de este año. Él dijo que en Galicia, Extremadura y Castilla León bajó el paro más que en Andalucía.

Ella le desmintió los datos. Juanma remedó la frase que Susana le dedicó a Pedro Sánchez en el debate de las primarias: "Su problema es usted", antes le sobraba ambición personal y ahora frustración. Andalucía lo que necesita es un presidente con ilusión, añadió. A Moreno le sobra en su discurso una muletilla que es muy cansina: remata cada frase con un "señora Díaz".

La sesión la terminó el portavoz del PSOE, Mario Jiménez. Su indumentaria fue toda una declaración de intenciones del estado mayor de Díaz: iba en camisa, sin corbata ni chaqueta, con las mangas remangadas. Estilo Pablo Iglesias.

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