soltando grillos

Sin tretas no hay paraísos (fiscales)

  • De todas las formas de robar, disponer de una sociedad 'offshore' es una de las más sofisticadas

  • No está al alcance de cualquiera, hay que ser asquerosamente rico para poder burlar al fisco con impunidad

Sin tretas no hay paraísos (fiscales)

Sin tretas no hay paraísos (fiscales) / rosell

La nueva relación de personajes y empresas más evasoras del mundo aparece ahora en los denominados Papeles del Paraíso, que es algo así como la Lista Forbes de la sinvergonzonería patriótica. En los papeles de Panamá estaba la clase alta de los evasores fiscales; en los del Paraíso, la jet set del dinero opaco. Los nombres cambian, pero el método sigue siendo igual: esconder millones a través de sociedades ficticias, mareándolos por medio mundo, para que continúen en su lugar de procedencia sin pagar impuestos. De todas las formas que existen de robar, esta es una de las más exquisitas que permite el mercado. No está al alcance de cualquiera, hay que ser asquerosamente rico para poder burlar las obligaciones fiscales con total impunidad durante varias vidas, ya que las fortunas en paraísos fiscales se heredan de padres a hijos y de hijos a nietos.

Al igual que hacer un agujero en el techo o en el suelo de un edificio, para poder acceder a otro y desvalijar un banco, se conoce como "butrón", para robar al fisco existen palabras mucho más sofisticadas. Proceden directamente del inglés y no se traducen, ya que se trata de una denominación globalizada: la de servicios offshore, que queda mucho más elegante que hacer agujeros. Se trata de bufetes que rastrean las legislaciones de los distintos países y crean complejas estructuras societarias para ocultar el verdadero beneficiario de unos bienes, rebajar o incluso evadir por completo el pago de impuestos. Y así salta el dinero, sin moverse nunca de donde estaba, de país en país y de empresa en empresa, como lo haría una ardilla de árbol en árbol pero en plan virtual, sin que los billetes se vean o se puedan contar entre un movimiento y el siguiente.

Una sociedad offshore es algo así como una empresa cuya característica principal es que está registrada en un país en el que no realiza actividad económica alguna, que ya tiene mérito la cosa. Y esas sociedades se montan desde los paraísos fiscales, que son una especie de territorios de nadie distribuidos por medio mundo donde los piratas modernos guardan sus tesoros para escondérselo a los Estados. Son las cosas del capitalismo, que mientras persigue a cualquier trabajador con nómina por incluir los gastos de la hipoteca de su vivienda, permite mecanismos para que los ricos no tengan que pagar los impuestos de los pobres. Y así lleva ocurriendo siglos, ya que sin tretas no existirían los paraísos. A los fiscales, me refiero.

Los tipos que ofrecen servicios offshore cobran una pasta gansa por evitar que tengas que declarar una pasta más gansa todavía. Y para eso hay que estudiar mucho. No es lo mismo ser un testaferro de un personajillo cualquiera, que llevarles las cuentas para que no aparezcan en sus cuentas a la mismísima reina Isabel II o a empresarios del entorno del presidente de Estados Unidos Donald Trump, pasando por la idolatrada Madonna. En los papeles de paraíso están, también, lo más granado de las multinacionales del mundo: Apple, Nike o Urber, entre otras compañías cuyos productos nos encandilan y que se dedican al fraude de todo la vida: ganar mucho y pagar poco.

Entre los nombres que aparecen en los Paradise Papers, que así se denomina en inglés este nuevo escándalo, se encuentran los de algunos españoles, entre ellos el ex alcalde de Barcelona y portavoz del PDeCAT en el consistorio, Xavier Trias. Como en España estamos con el monotema de Cataluña, nos ha parecido mucho más interesante aprovechar la pillada para sacarles los colores al independentismo por la militancia de Trias que censurar a este político por su presunta condición de evasor fiscal. En estas estamos en este país desde hace algunos meses.

Ahora con la filtración de los papeles del Paraíso volvemos a llevarnos las manos a la cabeza sobre tamaño escándalo. Las autoridades de las grandes potenciales mundiales anunciarán la necesidad de legislar los paraísos fiscales -incluso alguno dirá que hay que prohibirlos- y se pondrán en marcha inspecciones en cada Estado para localizar algún pellizco del montante de dinero evadido. Un poco de moco de pavo. La polémica apenas durará unos meses, de ahí que los ricos no deben alarmarse mucho por ello. A los técnicos de Hacienda en España les duele la boca de denunciar que los españoles ocultan 140.000 millones de euros en paraísos fiscales, mientras la Agencia Tributaria dedica el 80% de sus recursos a investigar autónomos, microempresas, pymes y trabajadores con nóminas. Y así nos va en la lucha contra el gran fraude. Sostienen los técnicos de Hacienda que tan solo las empresas de Íbex 5 en España disponen de 1.285 filiales domiciliadas en paraísos fiscales y centros financieros offshore, que para cualquiera que quisiera investigar es una pista magnífica por la que comenzar a tirar del hilo.

Sería ridículo esperar a que la cosa cambie con la filtración de los Papeles del Paraíso. En este país se declaró inconstitucional una amnistía fiscal para evasores y todo siguió exactamente igual: ni nadie dimitió ni nadie se responsabilizó de tamaño fraude a los españoles. Y no fueron unos papeles filtrados los que salieran a la luz, sino una sentencia del órgano jurisdiccional español que ejerce la función de máximo intérprete de la Constitución.

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