Admirar a los padres

Que las jóvenes admiren a sus padres, antes que a Bill Gates y Steve Jobs, es una muestra de raciocinio emoción

Parecerse a Amancio Ortega, el presidente del grupo empresarial Inditex, es lo que quieren los jóvenes que tienen ahora entre 16 y 19 años de edad. Así lo comprueba una encuesta, sobre el futuro laboral de los jóvenes, del proyecto Educa 2020 y la Fundación AXA. Claro que la realidad y el deseo, además de título de la obra poética de Luis Cernuda, también se las ven con la más prosaica realidad. Ya que esos mismos jóvenes se declaran escasamente emprendedores (solo el 14% en Andalucía y todavía menos, el 12%, en España), además de algo despistados sobre la estabilidad laboral: piensan encontrarla con más facilidad en una empresa multinacional (34%) que en el sector público (25%). Así las cosas, la predilección por Amancio Ortega no es nada desdeñable dadas la discreción y las maneras de tan distinguido empresario que, además, cuenta con una de las mayores fortunas del mundo. Otra cosa es cómo se completa el elenco de los personajes favoritos y, sobre todo, la naturaleza de las diferencias por sexo. Prefieren los jóvenes, tras Ortega, a Bill Gates y Steve Jobs, mientras que las jóvenes -con plural sin marca- tienen al padre como segunda figura admirada, a la que sigue, en tercer lugar, la madre. Es decir, las jóvenes son más sensatas y, por eso, no solo acercan la realidad al deseo -quieren ser cómo lo que tienen cerca, el padre y la madre- sino que hacen de esa realidad una aspiración con sentido. Acaso convenga referir, llegados aquí, la quiebra que altera el progreso de las generaciones: las peores condiciones de vida de los descendientes que de los progenitores. Pero que las jóvenes admiren a sus padres, antes que a Bill Gates y Steve Jobs, es una satisfactoria muestra de raciocinio y emoción, ahora que tanto se ensalza -con modos no exentos de novelería- la inteligencia emocional para desenvolverse personal y socialmente.En fin, el principio de realidad no es que desmorone el acicate de la ilusión, sino que la hace más factible. No aminora el panorama de la expectativa, sino que acerca el primer plano de lo accesible. No refuta las grandes aspiraciones, sino que ensalza la relevancia de lo sencillo. Porque parecerse, además de a los nombrados, a Rafael Nadal, a la actriz Emma Watson, a Messi, a Mandela, a Barack y Michelle Obama, incluso a Rajoy, como también señalan los jóvenes andaluces, es más previsible, y por eso tiene menos mérito, que declararse decididas admiradoras de los padres.

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