Selfis y pintalabios

Acostumbrados al raciocinio directo, cuesta advertir relaciones entre ciertas causas y efectos menos vinculados

Los analistas de tendencias no es que sean gurús de las nuevas modas, sino intérpretes de su alcance. Y cuando éste afecta al consumo e incremento de ventas de productos, la cuestión es económica y no solo social, si es que pueden disociarse los dos ámbitos. ¿Tendrá algo que ver la afición por los selfis con la recuperación del mercado de los cosméticos? Acostumbrados, por mor del raciocinio, a la causalidad directa, no resulta fácil advertir la causa del efecto sin que medie una razón previsible que los vincule, que lleve de la una al otro. Conviene dar pistas: el producto cosmético que más destaca por su crecido consumo en el año 2016 son los pintalabios. Y los selfis, aunque parecen resultar de la espontaneidad y de la improvisación, también propician el cuidado de la imagen personal. Luego, como consecuencia, las mayores ventas de pintalabios son efecto directo de las autofotos con las cámaras de los móviles (el Diccionario ya da por sobrentendida la referencia a los teléfonos que movemos en el ajetreo de los días). Y las redes sociales, donde acaban expuestas e intercambiadas tantísimas fotografías, acrecientan asimismo las ventas de otros productos, como el maquillaje facial o las pinturas de ojos y uñas, porque importa no solo mostrarse, sino hacerlo con buena compostura.

Otras dos conclusiones del auge de la perfumería y de los cosméticos tienen provecho. Necesitados de evidencias que sostengan una salida, por lenta que sea, de la crisis económica, se alude al significativo y apreciable incremento del consumo de fragancias de lujo, sin necesidad entonces de adivinar la causa del efecto, más allá del alivio en las restricciones del bolsillo. Y para cerciorar, además, el consabido -aunque puede a su vez que prejuicioso- retraso de las modas y tendencias en nuestro solar patrio -no se tenga por eufemismo y así no escribir España-, el auge hípster de las barbas, ya desaparecido en otros países, anuncia una caída en el nuestro si bien haya quien considere las barberías como nichos de empleo -ahora no es eufemismo, sino más bien cursilería-. En fin, los filósofos, también analistas pero de materias menos alicortas, sostienen que en estos tiempos posmodernos, contrarios al racionalismo, la causalidad no es directa, sino que causas y efectos se cruzan e intercambian, con más heterodoxia que razón y un culto predominante a las formas. ¿Será esto razón de los selfis y pintalabios?

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