La opinión invitada

La Federación de Regantes en su versión 6.0

  • El articulista defiende alternativas para reducir el coste eléctrico del regadío.

EL apoyo que me han brindado una vez más los regantes, a los que desde estas líneas quiero mostrar mi más profundo agradecimiento, me hace defender con ilusión renovada mi sexto mandato consecutivo al frente de la Federación Nacional. Ahora que las nuevas tecnologías rigen nuestro día a día, podría definirlo como una versión 6.0 desde la que impulsar una línea de crecimiento para seguir avanzando por el bien del regadío en un ambiente de transparencia, de estabilidad y, sobre todo, de conciliación.

Tenemos una base muy sólida, fruto de 20 años trabajando juntos, en los que hemos escrito muchas páginas en la historia del regadío. Apoyamos la modernización de regadíos consiguiendo fondos europeos para las comunidades de regantes; frenamos la aplicación de un precio al agua cuando el Gobierno lo consideraba la solución para reducir el consumo; luchamos para tener los recursos necesarios para sacar adelante nuestros cultivos en los planes de cuenca; conseguimos no tener que pagar IBI ni fondos Feder de las infraestructuras…

Con mucho esfuerzo hemos conseguido aliviar el gasto energético rebajando en un 85% el impuesto eléctrico y un 20% los módulos del IRPF, pero vamos a seguir luchando hasta conseguir una tarifa adaptada al regadío; hemos incorporado la tecnología a nuestro día a día, ya no sólo para ahorrar agua sino para que los jóvenes también se interesen por el campo y garanticemos la viabilidad económica que necesita esta profesión…

Podría continuar con una largo etcétera, pero no quiero pararme en lo que ya está hecho, sino en lo que ya estamos haciendo y en tantas cosas que nos quedan por hacer. Tras mi reelección, Fenacore comienza una nueva etapa para conseguir una gestión de calidad en las comunidades de regantes que nos permita reducir los costes de funcionamiento y hacerlas más viables de lo que son ahora; por algo son ejemplo de internacionalización en todo el mundo.

En esta reducción de costes, las tarifas eléctricas seguirán siendo el principal caballo de batalla. Conseguir de las administraciones responsables unas tarifas adaptadas a la singularidad del uso de la energía para los diferentes tipos de regadíos es un objetivo y casi diría una obsesión. Se lo debemos a los regantes que con su voto me han respaldado una vez más en estos últimos comicios.

El desarrollo de alternativas que contribuyan a disminuir los costes energéticos forma parte de la hoja de ruta de Fenacore. Aquí el reto es consolidar una central de compras de energía única para todo el regadío. La iniciativa ya está en marcha y reportando ahorros a los regantes adheridos, pero la meta final es conseguir que dos millones de hectáreas agrupadas en medio millar de comunidades de regantes compren la energía de forma conjunta para rebajar más de diez millones de euros el coste energético anual.

Esta medida se tiene que ver compensada con la producción de energía distribuida para autoconsumo en las zonas regables; una solución en la que venimos trabajando tiempo atrás y que ahora que Bruselas presiona para que se ponga en marcha un mercado europeo común de la energía para reducir nuestra dependencia del exterior, cobra más sentido que nunca.

Los argumentos además son aplastantes. Cuando el Gobierno rebaje las trabas administrativas para facilitar nuestro papel como productores de energía y haga posible que inyectemos a la red nacional, la electricidad no utilizada para autoconsumo fuera de la campaña de riego, se reducirá de forma drástica la importación y, por tanto, los costes fijos de la factura, que en el caso de los regantes suman más del 70%.

¿Qué sentido tiene que la península Ibérica tenga una potencia instalada de más del doble de lo que se necesita en hora punta? 102.000 Gigavatios (GW) instalados, cuando la máxima demanda es de 38.000 GW, añadiendo sobrecostes innecesarios que acabamos pagando todos, usemos o no el servicio eléctrico.

De esta forma, en los próximos cuatro años, seguiremos trabajando no sólo para minimizar el coste energético de los regadíos, sino para favorecer la modernización de las más de un millón de hectáreas que actualmente están en el aire por no garantizar la máxima eficiencia del binomio agua-energía.

Qué duda cabe de que tenemos el firme propósito de reforzar el papel de Fenacore como interlocutor ante las distintas Administraciones Públicas para frenar los intereses localistas de las autonomías que, como en el reciente caso de Aragón, y siguiendo la estela anterior de otras comunidades autónomas, buscan asumir competencias sobre el dominio público hidráulico en cuencas intercomunitarias, a pesar de ser exclusivas del Estado.

Por supuesto, estar al frente de Fenacore nos lleva también a Bruselas, donde estamos aumentando día a día la voz del regadío, y hoy ya tenemos la misma participación en la Directiva Marco de Aguas (DMA) que cualquier país miembro. Más de 16 años como máximo dirigente de la Comunidad Euromediterránea de Regantes (EIC) -representando los intereses de los agricultores regantes de Europa y norte de África- y más de 13 como miembro del Grupo de Coordinación Estratégica (SCG) para la implementación de la DMA de la Comisión Europea nos aportan un buen bagaje para acercarnos a nuestros propósitos.

Concretamente, nuestro papel en el ámbito europeo se centrará en impulsar una política agraria comunitaria mucho más racional, porque no es tolerable que se vendan los productos agrarios a precios de los años ochenta, pero se produzcan con costes del año 2015, provocando la pérdida de competitividad del sector.

En esta nueva etapa, desde Fenacore seguiremos buscando alternativas y trabajando con los ministerios y organismos que sean necesarios hasta dar con las soluciones que garanticen la viabilidad de la agricultura de regadío tanto en los mercados nacionales como internacionales, como garante de la alimentación mundial presente y futura. No olvidemos que la producción agraria a nivel mundial deberá aumentar más de un 40% antes del año 2010 y más de un 70% antes de 2050. Y eso sólo se puede conseguir mediante la agricultura de regadío y la biotecnología.

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