Carlos sanjuán, ex secretario general del psoe de andalucía

"La bicefalia es el modelo más democrático porque evita la concentración de poder"

  • El hombre que trajo a Chaves como candidato a la Junta en 1990 y fue secretario del PSOE andaluz entre 1988 y 1994 repasa el proceso autonómico y el modelo de partido

La bicefalia en la cúspide del poder en Andalucía no se ha estrenado con la presidencia de José Antonio Griñán. Los tres anteriores presidentes cohabitaron con varios secretarios generales del PSOE andaluz. Escuredo fue presidente (1982-1984), con Borbolla como secretario regional. Borbolla acabó su presidencia (1984-1990) durante dos años con Carlos Sanjuán como secretario general. Y Manuel Chaves, el actual secretario del PSOE de Andalucía, vino en 1990 para ser candidato a presidente de la Junta de la mano de Sanjuán, que era el líder regional de su partido. Aquella bicefalia duró cuatro años. Desde 1994 hasta ahora, Chaves ha sido el secretario general de los socialistas andaluces.

-La bicefalia Chaves-Griñán no es una novedad.

-Con Escuredo y Griñán fue una situación sobrevenida. Además, ahora el propio secretario general dice que es mala. Pero en mi época, entre 1988 y 1994, fue una situación buscada a propósito, como un modelo de organización del partido.

-¿Cuál es el modelo bueno?

-El que reconoce la autonomía del partido y la del Gobierno. Que persiguen un mismo objetivo y deben trabajar en simbiosis, representados por personas diferentes. Ni el partido es del Gobierno, ni el Gobierno es del partido. Son propiedad de los votantes.

-El Gobierno es de los votantes y el partido de los militantes.

-El partido es también de los votantes, en cuanto que hace un programa electoral y le votan para llevar adelante un proyecto.

-¿Qué ventaja tiene la bicefalia?

-Muchas, pero esencialmente divide el poder y clarifica los ámbitos de responsabilidad. Permite la autonomía del partido; que puede ayudar a gobernar y tener voz propia. Si no, el Gobierno, que tiene más nivel de representatividad pública, acaba ocupando el lugar del partido. Lo deja sin voz.

-¿Cómo?

-Los ciudadanos no distinguen entre el presidente de la Junta y el secretario del partido, cuando son el mismo. Para ellos, habla el presidente. Y desde el Gobierno se acaba pensando que el partido no tiene más papel que el de aplaudirle.

-¿Lo plantea para las regiones?

-Y para las provincias y los municipios grandes o medianos. Es más democrático: evita la concentración de poder en una sola persona.

-La experiencia en Andalucía ha sido la contraria.

-Aquí, el modelo unipersonal ha demostrado que al final es el gobierno el que instrumentaliza al partido. Esa frase famosa de Felipe González, cuando iba a empezar la crisis [entre guerristas y renovadores] "se gobierna desde Moncloa, no desde Ferraz".

Era tan obvio que se gobernaba desde Moncloa, que la frase quiere decir algo más.

-Quería decir que estaba harto de los guerristas.

-No. Quería decir que no quería que el partido interviniera lo más mínimo a nivel de Gobierno.

-Usted propugna el modelo PNV, de división entre los jefes del partido y los elegidos del pueblo.

-Sí. Es un modelo de separación que siempre me ha parecido más acorde en la España de las autonomías, para todas las autonomías.

-En 1985, en el congreso del PSOE andaluz, Borbolla hizo una ejecutiva contra del criterio de Guerra.

-Y hace un Gobierno para controlar el partido y ser autónomo de la ejecutiva federal. Era decir "aquí en Andalucía, ya no interviene nadie". Pone en marcha el modelo de división territorial del poder.

-La eliminación de los guerristas en 1985 le costó cara a Borbolla. En los años sucesivos cayeron Caballos, Ojeda, Salinas y él mismo.

-No utilizaría el término guerristas, porque entonces el guerrismo no existía. No se podía decir que yo era más de Alfonso que de Felipe. En vísperas del congreso federal de 1986, González dijo en unas declaraciones que los barones no le iban a hacer la ejecutiva, y que éste no era un partido aristocrático.

-Pero después, lo acepta.

-Curiosamente, en el 93-94 se convierte en el máximo defensor de un partido de barones, que le acaba condicionando la composición de su propia ejecutiva. Se impone el poder territorial en el partido. Por eso a mi modelo lo llamo federal; debe haber siempre una preeminancia de la ejecutiva federal sobre las ejecutivas regionales. Para que quede con absoluta claridad que el proyecto socialista es común para el conjunto del Estado.

-En 1985, Borbolla se convirtió en el primer barón, al frente de la más potente federación del partido. Y ustedes lo derribaron en 1988.

-Alfonso y yo no queríamos que Borbolla, necesariamente, dejara de ser secretario general del partido. Queríamos que no instrumentalizara el poder de la Junta para controlar el partido. Y que aceptara el modelo de partido autónomo.

-¿Y qué relación tendría con el presidente de la Junta?

-La primera es ayudar con lealtad al presidente a gobernar, a cumplir el programa electoral y explicar la acción del Gobierno. Ahí no se agota la labor de un partido; tiene que estar en los movimientos sociales y tiene que transmitir a su gobierno las inquietudes de los ciudadanos.

-Esto que está contando no se parece a la estructura del PSOE en Andalucía, que se parece más a una nomenclatura.

-Es una impresión correcta por su parte. Este partido no se parece en nada al que había en 1990.

-Es un partido de cuadros, en el que todos están colocados y le deben el puesto al líder de turno.

-No diría que todos, pero el trazo gordo hoy es que el PSOE es un partido dependiente de las instituciones y los militantes no tienen oportunidad casi de comprometerse.

-Total, que en 1985 pierden el IV congreso regional y se disponen a ganar el siguiente.

-Tengo que decir que desde el punto de vista institucional, Rodríguez de la Borbolla fue un buen presidente. Un hombre con imaginación, con iniciativa, desde la idea de que íbamos a hacer la California de Europa, hasta su afán por la vertebración de Andalucía y la ordenación territorial.

-Y ¿cuál fue el problema?

-Era el secretario general y el presidente. Tenía todo el poder, e intentó controlar absolutamente el partido a través de la Institución. Y se confrontó con la ejecutiva federal.

-Cuando le ganan en 1988, ¿qué pasa para que ustedes se empeñen en poner otro candidato?

-No acepta el modelo. Pero no es él. Tenía a su alrededor a auténticos talibanes que estaban todo el día generando problemas con el partido, sin reconocer la simple presencia de una ejecutiva regional. Hacían declaraciones diciendo que era un partido leninista.

-Se decía que el guerrismo tenía mucho de leninismo.

-Es una broma eso. Nunca un partido ha tenido más claro, ni ha ayudado con más lealtad a un presidente que nosotros con Chaves.

-La primera opción no fue Chaves.

-El candidato era Leocadio Marín, que era presidente de Cruz Roja española y una de las personas más honestas que yo he conocido.

-Y, sin embargo, se cae del cartel porque había sido delegado del Gobierno cuando Juan Guerra tuvo su despacho en la Delegación.

-Es el efecto colateral más desgraciado del caso Juan Guerra. Otro efecto, fue la instrumentalización del caso Juan Guerra a nivel federal para quebrar el modelo de partido, que venía funcionando desde que, en el año 82, Felipe delegó el poder en el partido.

-Se cayó Leocadio Marín.

-Y Chaves fue la segunda opción. No quería venir, era ministro, vivía en Madrid, tenía la familia en Madrid. No lo veía. Por otro lado, tenía miedo de perder. Además en Madrid había un movimiento de los que no querían que sustituyésemos a Borbolla: Solchaga, Narcis Serra.

-Alfonso Guerra en sus Memorias dice que él no quería sustituir a Borbolla, que fue una irresponsabilidad y que no tiene nada que ver con la candidatura de Chaves.

-En este tema, Alfonso ha perdido la memoria y lo que dice no se corresponde con la realidad.

-¿Y cual fue la realidad?

-Tanto Guerra como yo en 1988 pensábamos que Borbolla debía de seguir, si aceptaba la autonomía del partido. Felipe no quería en el año 1990 la sustitución de Borbolla. Y Guerra, a la vista de la situación y de lo que la ejecutiva regional pensaba, comprende la situación y desde la ejecutiva federal se me propuso como candidato a Chaves. Tuvimos que convencerlo, con enfado de Felipe González. Y no fue ninguna irresponsabilidad, sino un gran éxito del partido en 1990. Hicimos una gran campaña y mejoramos los resultados de 1986, en medio del caso Juan Guerra. Pasamos de 60 a 62 diputados.

-Chaves vino, con un modelo establecido de bicefalia.

--Hay un congreso posterior a su triunfo en las elecciones del 90, en el que ya es presidente, en el que vuelvo a ser elegido secretario general. Chaves vivía en ese modelo.

-¿Y cómo fue la bicefalia con Chaves entre 1990 y 1994?

-No hubo ningún problema hasta unos dos o tres meses después de la elecciones generales del año 1993. Hay una entrevista de Chaves en aquellos años, cuando ya estamos en crisis, en la que reconoció que nunca gobernó con más comodidad que cuando estaba con nosotros, cuando estaba en bicefalia.

-Entonces, ¿por qué entran en crisis en 1993?

-No es una crisis del PSOE de Andalucía. Es la que deriva de la contraposición Felipe-Alfonso, de renovadores contra guerristas. En las elecciones de 1993, el PSOE gana las elecciones gracias sobre todo a los resultados en Andalucía: le sacamos 17 diputados al PP. Mientras perdemos en Valencia o en Madrid.

-Pero la entente se rompe.

-Hay un detonante a nivel nacional, que es el nombramiento de Carlos Solchaga como portavoz en el Congreso. Era una propuesta de Felipe González. Chaves se muestra a favor en la ejecutiva federal y yo me pronuncio en contra en el grupo parlamentario. Hablamos, pero se dedicó a instrumentalizar el poder institucional que tenía para cambiar la correlación de fuerzas en Andalucía. Siempre ha dicho que Felipe se lo ordenó.

-¿Eso repercutió sobre el resultado electoral?

-No perdimos las elecciones de 1994 de milagro.

-¿No fue por la crisis económica?

-Ni la crisis económica, ni el tema de la corrupción.

-¿El de la bicefalia es un modelo guerrista?

-Pues Alfonso no lo veía esencial y yo sí. En aquellos años se decía que Chaves tenía un modo de gobernar muy institucional. Es decir, que no estaba metido en todos los charcos. Que esté el partido y explique lo que pasa no es mala cosa. ¿Quién dio la cara en el caso Ollero, el Gobierno o el partido?

-¿Quién?

-Mayoritariamente, el partido.

-Ahora se ha llegado al modelo que le gusta, pero no funciona.

-Todo está entremezclado; partido y gobierno. Por eso Griñán no puede sentirse cómodo.

-Chaves ha dicho que la bicefalia es mala.

-Si dice eso tiene que marcharse.

-Y Griñán reclama la secretaría general públicamente.

-Griñán es una persona formada, desde el punto de vista ideológico y político. Me parece que ha estado viviendo un modelo de partido del que no era consciente. Ahora necesita un partido para explicar lo que va a hacer, que no se oponga a sus deseos de cambio y se encuentra con que no tiene el partido que necesita. Porque quiere reducir los niveles de institucionalización, quiere ser secretario general.

-Los secretarios provinciales no deberían nombrar, como ahora, a los delegados de la Junta.

-No tendrían que intervenir salvo mero asesoramiento. En mi época en la secretaría general no se hacía.

-La imagen de los guerristas es de que lo querían controlar todo.

-Es una imagen que se transmitía, pero Chaves entre 1990 y 1994 nombró a quien quiso.

-¿Qué opina de las cuotas territoriales?

-Que no hemos logrado ser una región que entienda que es mucho más que la suma de ocho provincias. El sentido provinciano o localista es la gran quiebra de cualquier proyecto político.

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