Cultura

Jean Seberg, la mujer como enigma

  • Un documental analiza a los 35 años de su muerte la personalidad atormentada de la actriz. Para Clint Eastwood, que mantuvo una relación con ella, la intérprete "nunca supo quién era".

Cuando Jean Seberg, una jovencita hija de un farmacéutico del pueblo de Marshalltown, en Iowa, fue superando pruebas y se impuso nada menos que a otras 18.000 aspirantes para el papel protagonista de Juana de Arco, de Otto Preminger, sus padres se preocuparon al comprender que se cumplía el sueño de convertirse en actriz de aquella muchacha. Seberg había albergado esa fantasía desde los 12 años, cuando quedó deslumbrada por el magnetismo de Marlon Brando en Hombres; la admiración fue tal que llegaría a escribirle una carta en la que invitaba al actor a la tranquila Marshalltown, tras leer en una entrevista que éste deseaba alejarse de Hollywood y añoraba la calma. Los padres de Seberg temían que con ese primer largometraje entrase en un mundo en el que podría sentirse sobrepasada, y no se equivocaron: aquel rodaje sería extenuante por el genio tiránico de Preminger. Y aquel capítulo no sería sino el comienzo del viaje tortuoso que la actriz haría por la vida. Se ganaría un hueco en la historia del cine por la poderosa expresividad y la cautivadora belleza que exhibió en sus películas, pero también por su dolorosa biografía, por sus vínculos con la tragedia y la locura. En su perfil no está sólo la chica de pelo corto y actitud libre que se erigiría en un icono de los nuevos tiempos con Al final de la escapada, de Godard, en la que se embarcaría después de que Truffaut se enamorara de ella tras verla en Buenos días, tristeza; también será la mujer atormentada, enigmática e inaccesible, como si la fragilidad de su personaje en Lilith, de Robert Rossen, la paciente de un psiquiátrico en el que empieza a trabajar Warren Beatty, no fuera sino un presagio de lo que le aguardaba. 35 años después de su suicidio por sobredosis de barbitúricos -se cumplen este mes de agosto-, el documental Eternelle Jean Seberg, dirigido por Anne Andreu y que en España se puede ver a través de Yomvi,profundiza en la inestabilidad emocional y sentimental de esta mujer que se asomó con frecuencia a los abismos.

"En el camino entre ser una chica de pueblo y una estrella de cine, ella acabó desviándose. Supongo que quería ser las dos cosas, pero nunca supo quién era'', cuenta en la película un conmovido Clint Eastwood, que mantuvo una relación con Seberg mientras filmaban La leyenda de la ciudad sin nombre y que en Eternelle Jean Seberg opina que "su verdadera personalidad nunca se vio en pantalla". Ese carácter esquivo e irresistible de Seberg conquistaría a muchos hombres -entre sus amantes estarían Carlos Fuentes, que escribiría a partir de su recuerdo Diana o la cazadora solitaria, y Ricardo Franco, que también revisaría sus vivencias con ella en Lágrimas negras-, pero sería el escritor Romain Gary, el segundo de sus tres maridos, el hombre más importante de su complicado historial sentimental, una especie de figura tutelar a la que la actriz volvería una y otra vez. Seberg y él estaban ya casados cuando se conocieron, por lo que guardaron durante un tiempo el idilio en secreto y hasta ocultaron que habían tenido un hijo, para no complicar el divorcio de Gary ni manchar la reputación de ella en Hollywood. Según relata el documental, cuando el autor se quitó la vida sólo un año después que su ex esposa, apenas dejó una escueta nota que precisaba: "No es por Jean Seberg".

La estrella no era sólo esa mujer perdida en busca de amor: su hermana Mary Anne, que interviene también en el documental, destaca de su familiar la extraordinaria compasión por los demás que siempre sintió, como revela el hecho de que a los 14 años se apuntara en la Asociación para el Progreso de la Gente de Color. Fue ese compromiso el que paradójicamente acabaría destruyéndola: su simpatía por los Panteras Negras hizo que el FBI la vigilara y ella se convirtiera en un objetivo personal de Hoover. Cuando Seberg se quedó embarazada de su segundo hijo, el FBI hizo circular el bulo -una información que los medios encontraron ciertamente atractiva- de que era fruto de su relación con el líder de los Panteras Negras. La niña nacería muerta, pero Seberg se encargaría de que se exhibiera el ataúd de la pequeña para que los curiosos pudiesen comprobar que era blanca. Cuando los padres de Seberg supieron de la campaña del FBI, retiraron la bandera de los Estados Unidos que había ondeado hasta entonces en el porche de su casa. Sus peores miedos, aquellos que sintieron cuando empezó todo, se habían cumplido.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios