Cultura

Poniatowska, la "Reina de las Letras" y la voz de los olvidados

  • La autora mexicana recogió ayer el Premio Cervantes con un discurso emocionante en el que recordó a García Márquez, "que dio alas a América Latina", y reivindicó a las mujeres.

Elena Poniatowska, conocida como la "Princesa Roja" por su descendencia de la realeza polaca y por su compromiso, se convirtió ayer en la "Reina de las Letras" tras recibir el Premio Cervantes, con un discurso lleno de emoción y altura y con el que dio voz a los pobres y olvidados. Un discurso muy aplaudido por un claustro lleno en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), en el que la escritora "más mexicana que el mole" -"una Sancho Panza femenina" como ella misma dijo- desplegó la empatía que la caracteriza, mucha ternura y amor, nombre del segundo apellido de la nacida como princesa Hèlène Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowska Amor.

Vestida con su traje indígena rojo y amarillo, realizado para que le sirviera como talismán por las mujeres de Juchitán (Oaxaca), unió literatura y periodismo en una intervención con los pies muy pegados al suelo, aunque lo hizo desde un púlpito, y que comenzó con el recuerdo a Gabriel García Márquez, quien "dio alas a América Latina" e hizo que "nos crecieran flores en cabeza". Después, con voz pausada y con ese sentido musical con el que tiñe su obra, Poniatowska, con casi 82 años y con cuenta propia en Twitter, dijo que no podía hablar de molinos "porque ya no los hay", pero sí lo hizo de "los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan".

"Niños, mujeres, ancianos, presos, dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo pedía María Zambrano, ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas", dijo.

Su discurso, muy crítico y reivindicativo, tuvo muy presentes a las mujeres comunes y corrientes, las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez o las de Chiapas. Y también se refirió a México, el país al que llegó con diez años como telón de fondo, y cuyo "idioma" -que aprendió en sus calles- fue la llave para entrenar en "ese país temible y secreto" y "en el mundo indio".

No menos importante fue su reivindicación de la mujer en la literatura. "Soy la cuarta mujer en recibir el Premio Cervantes", creado en 1976 (frente a 35 galardonados masculinos), dijo la premiada, quien tuvo palabras para cada una de sus predecesoras en ser honrada con este reconocimiento. De María Zambrano, la "primera" en recibir el Cervantes, señaló que fue considerada propia por los mexicanos, porque debido a la Guerra Civil española vivió en México y enseñó en la Universidad Nicolaíta en Morelia, Michoacán.

"La más joven de todas las poetas de América Latina en la primera mitad del siglo XX, la cubana Dulce María Loynaz, fue la segunda", de quien Poniatowska recordó que cuando le sugirieron que abandonara la Cuba revolucionaria respondió que "cómo iba a marcharse si Cuba era una invención de su familia". Ana María Matute, a quien conoció en El Escorial en 2003, es para Poniatowska una mujer "hermosa y descreída", con quien siente "afinidad" con "su obsesión por la infancia y su imaginario riquísimo y feroz".

La escritora y periodista también recordó a los mexicanos que la han precedido: Octavio Paz (en 1981), Carlos Fuentes (en 1987), Sergio Pitol (en 2005) y José Emilio Pacheco (en 2009), quien falleció el pasado mes de enero. Pero también -"ya que estoy en España", dijo-, confesó el "gran amor platónico" que sintió por Luis Buñuel, "porque juntos fuimos al Palacio Negro de Lecumberri -cárcel legendaria de la ciudad de México- a ver a nuestro amigo Álvaro Mutis, el poeta y gaviero, compañero de batallas de nuestro indispensable Gabriel García Márquez. La cárcel, con sus presos reincidentes llamados conejos, nos acercó a una realidad compartida: la de la vida y la muerte tras los barrotes".

Por último, al término de su discurso, Poniatowska también citó a la artista mexicana Frida Kahlo, quien señaló que esperaba "alegre la salida" y que esperaba "no volver jamás". Ella, en cambio, espera "volver, volver, volver".

"Y ese es el sentido que he querido darle a mis 82 años. Pretendo subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano para ayudarlo a repartir, como un escudero femenino, premios a los jóvenes que como yo hoy, 23 de abril de 2014, Día Internacional del Libro, lleguen a Alcalá de Henares", manifestó.

Tras Poniatowska, el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, tuvo palabras de recuerdo para García Márquez y resaltó el "rescate de la palabra del pueblo" que ha realizado a lo largo de su carrera la escritora mexicana, una autora que estará "allí donde esté el espíritu del ideal quijotesco". "Pero ni nacer princesa le ha impedido nunca estar muy cerca de los que poco o nada tienen, ni nacer y vivir su niñez en París evita que se sienta más mexicana que el mole", añadió el ministro. El Rey cerró las intervenciones de la ceremonia de entrega del máximo galardón de las letras en castellano con un discurso en el que reconoció el compromiso humano, y en particular con las mujeres, de la escritora mexicana.

Acompañado de la Reina y en presencia del jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, don Juan Carlos dijo que la distinción a la autora mexicana es también "un homenaje a todas las personas que, como la propia galardonada, han sembrado el camino para alcanzar la promesa de un futuro mejor". "La Humanidad es el centro de gravedad de la obra de Elena Poniatowska", destacó el monarca.

Tras la solemne ceremonia de entrega del premio, al que Poniatowska acudió con su familia, sus tres hijos, Emmanuel, Felipe y Paula y siete de sus diez nietos, además de amigos, los invitados se hicieron en el patio del rectorado una fotografía de familia con los Reyes.

Escritores como Soledad Puértolas, Clara Janés, Rosa Montero y latinoamericanos como Carmen Posadas, Fernando Iwasaki, Gonzalo Celorio, Guadalupe Loaeza o Marta Lamas acudieron también a la cita de la entrega del considerado el Nobel en español. Y tras la ceremonia las palabras que más se escucharon fueron "fenomenal", "muy bueno", "el mejor", en referencia al discurso pronunciado por Poniatowska.

La escritora con el premio Cervantes ya en su mano y con una "copita" de vino en la otra, habló de forma distendida sobre su discurso. "Me siento muy solidaria con las mujeres de México, sin ellas el país se caería en mil pedazos porque son un elemento aglutinador, son resistentes y generosas".

Elena Poniatowska reveló también que intenta escribir un libro sobre el último rey de Polonia, un antecesor suyo. "Antes me parecían espeluznantes los reyes pero al conocer la vida de este rey he cambiado totalmente de opinión". Y esta idea le sirvió también para explicar que los Reyes de España le habían parecido "muy amables y muy simpáticos", recalcó.

"Me han elogiado el vestido y me han pedido el discurso. Me ha gustado mucho la cara de la Reina", subrayó la autora, que contó que cuando tenía 20 años conoció a la Reina Federica, madre de doña Sofía.

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