De libros

Un legado comprometido con Andalucía

En una de las últimas entrevistas que concedió, José Manuel Lara hablaba del futuro y confesaba cómo le gustaría ser recordado cuando ya no estuviera. "Que se acuerden de mí, pero que nadie me llore. Que me recuerden con una sonrisa. Quizá es muy metafísico, pero es lo que siento", decía. Ahora que se cumple un año desde su fallecimiento es el momento de decir que, como en casi todo lo que emprendió en la vida, logró también el éxito en este propósito.

Tuve la oportunidad de compartir con él mesa y mantel apenas unos días antes de su fallecimiento y puedo decir que quienes tuvimos la fortuna de conocerle y de compartir tiempo con él sólo podemos echar la vista atrás a su impresionante legado empresarial y a su inmensa calidad humana, y sentir un profundo afecto y admiración por su figura.

Recuerdo que nuestras conversaciones desembocaban a menudo en la figura de los emprendedores y el emprendimiento, que era, sin duda, una de sus grandes pasiones. En realidad, emprender, hacer cosas, adentrarse en proyectos empresariales, había sido el gran leitmotiv de su vida, tal vez el rasgo más característico de su fructífera trayectoria. Honestamente, para mí aquellas charlas con José Manuel Lara constituían una fuente de conocimiento. Su vasta experiencia, su voluntad permanente de acometer nuevos proyectos, sus ideas sobre los negocios resultaban tremendamente enriquecedoras para mí. Era un hombre de ideas claras, pero al que a la vez le gustaba escuchar y comprender a sus interlocutores.

Y es que Lara, presidente de uno de los mayores grupos editoriales y de comunicación de España y Latinoamérica, había heredado de su padre no sólo su carácter emprendedor sino también un gran amor por los libros y por la cultura, y también un vínculo sentimental hondo y sincero por la tierra de sus orígenes. Unos lazos que ambos honraron, alimentaron y fortalecieron a través de numerosas iniciativas, la más destacada de ellas la creación de la Fundación que lleva su nombre, con la que la Fundación Cajasol tiene el honor de colaborar desde hace varios años. Una institución cultural de referencia e indudable prestigio, cuyo compromiso con Andalucía -es importante destacarlo- ha mantenido toda su intensidad también en este último tiempo de ausencia de su presidente.

La firma del convenio de colaboración entre ambas fundaciones, que Lara y yo mismo suscribimos, supuso el inicio de una etapa de colaboración enormemente fructífera y satisfactoria. Una relación basada en la apuesta común por el fomento de la lectura y la creación, a través de actividades de formación, ciclos de conferencias o la organización de premios literarios para reconocer a los nuevos talentos de las letras.

El presidente del Grupo Planeta se sintió siempre un editor. Pero no podemos recordar su obra sin mencionar su faceta como empresario de la comunicación, que desarrolló con ese mismo carácter innovador, abierto y plural que le caracterizaba, como se demuestra en la variedad de sensibilidades de los medios que forman parte de su grupo. Fue directo y franco al expresar sus opiniones, pero al mismo tiempo se mostró siempre como alguien alérgico a los extremismos, un abanderado del diálogo y de la búsqueda de puntos de encuentro a partir del contraste de perspectivas. Algo que, en estos tiempos de incertidumbre y a menudo de desencuentros como los que atravesamos, se convierte en una parte más del valiosísimo legado de ese gran hombre, andaluz y catalán, catalán y andaluz, que fue José Manuel Lara.

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