Equipos de leyenda · Jugoplastika Split '90

Bienvenidos al baloncesto moderno

  • El conjunto croata rompió la hegemonía de Partizan y Cibona en Yugoslavia y conquistó tres Copas de Europa basando su juego en el estrellato coral de dos jóvenes talentos: Toni Kukoc y Dino Radja

Realmente, todo empezó en 1987. Concretamente, en el Mundial Sub 20 de Bormio. La selección de EEUU, integrada por futuros All Star del corte de Gary Payton, y con la plana mayor de los Running Rebels que dominarían la NCAA poco después -Larry Johnson, Stacey Augmon- se vio sorprendida en la primera ronda del campeonato por la selección de Yugoslavia. Más concretamente, por un espigado Toni Kukoc, aún de 18 años, que anotó 11 de 12 triples en el choque para liderar el triunfo balcánico por 95-110. El combiando americano se recuperó a lo largo del torneo, y alcanzó la final. Enfrente, nuevamente, Yugoslavia. Alertados por la actuación de Kukoc en la ronda previa, ataron en corto al alero croata para evitar su tiro exterior. Fue entonces cuando la Pantera Rosa, desde su atalaya de 2,08, ejerció de base para distribuir el juego y, asociándose con Dino Radja, reventar la resistencia yankee. EEUU perdió por primera vez un Mundial Sub 20. El resultado final fue Yugoslavia, 86; EEUU, 76.

Tres años después, en las oficinas de los Bulls, Jerry Krause exigía el fichaje de Toni Kukoc. "Es muy bueno. Mucho mejor de lo que imaginas. Nadie sabe muy bien qué es lo que hace mejor, si tirar, o pasar, o cargar con todo un equipo él solo. Lo hace todo bien", comentaba el General Manager de la franquicia al propietario, Jerry Reindsorf. Para entonces, la sociedad que formaban Kukoc y Radja ya había conquistado Europa. Dos veces. Aún hoy, el nombre de su equipo infunde respecto: la legendaria Jugoplastika Split.

el primer paso. Desde 1983 hasta 1987, la competición yugoslava se resumía en el enfrentamiento entre la Cibona Zagreb de los hermanos Petrovic y el Partizan de Belgrado de Divac y Paspalj. Fue en 1988 cuando el KK Split, bajo la nomenclatura de Jugoplastika, irrumpió en el panorama balcánico. A los veteranos Sobin, Sretenovic e Ivanovic se les sumaron dos talentos procedentes de las categorías base que ya se habían presentado en sociedad en Bormio. Con Dino Radja y Toni Kukoc, de 21 y 20 años por entonces, ganaron la Liga Yugoslava -quizá la mejor competición doméstica del momento en el viejo continente- con cierta comodidad. Así, la Jugoplastika se presentó en la Copa de Europa de 1988 como una incógnita. Su fórmula, en la época en el que la contratación de extranjeros determinaba quién era el dominador de una competición, fue una revolución. El juego coral, producto de la solidaridad de sus estrellas, marcó la diferencia. Pavicevic y Sretenovic, sus bases, ofrecían quizá el perfil más bajo de la plantilla. Su misión era surtir de balones a la pareja de aleros tiradores -Ivanovic y Perasovic-, libres de marca por obra de los bloqueos de Goran Sobin, que abrían espacios para el trabajo de Dino Radja bajo tableros. Todo lo demás -anotar, rebotear, pasar- lo hacía Toni Kukoc, tan pronto base como ala-pívot, que generaba los suficientes desajustes defensivos como para romper cualquier oposición. Si a todo ello se le sumaba el talento de Bozidar Maljkovic desde el banquillo, quizá el mejor estratega del baloncesto de las últimas dos décadas, el combinado resultaba casi imbatible.

Europa, en todo caso, no advirtió el nacimiento de la Jugoplastika. En la Final Four de Munich 1989 los yugoslavos eran -se suponía- el convidado de piedra. El Maccabi de Jamchi y Magee, el Aris de Gallis y Yannakis o el Barcelona de los Epi, Solozábal y Norris parecían mucho más sólidos como candidatos al título. Precisamente los catalanes fueron la víctima de la Jugoplastika. Los 18 puntos de Radja y los 24 de Kukoc (Norris y Waiters, la pareja americana azulgrana, se quedaron en 15 y cero, respectivamente) liquidaron al Barça por 87-77. En la final, ante un Maccabi que conservaba el rango de favorito, Radja (20+10) anuló a Magee (10 puntos, 27% en tiros) y Kukoc (18+5, 3 asistencias y 3 tapones) hizo inútiles los 25 puntos de Jamchi. Para sorpresa de muchos, el conjunto liderado por dos imberbes con acné que había roto la dicotomía Partizan-Cibona en Yugoslavia heredaba el trono europeo.

cenit en zaragoza. De cara a 1990, los grandes de la competición continental, advertidos por la exhibición del conjunto del Adriático en el curso precedente, reforzaron su potencial. El Barça repitó fórmula sustituyendo a Waiters por Paul Thompson -y a éste por David Wood- y recuperando a Ferrán Martínez. El Aris, por su parte, firmó a Stojan Vrankovic, pretendido por el Real Madrid, y a Mike Jones, un tirador que brillaba en el eterno rival, el PAOK. La Jugoplastika siguió confiando en su cantera, en la que despuntaba un joven llamado Zoran Savic. De nuevo en la Final Four (ganar la Liga y la Copa yugoslavas no fue un problema), Zaragoza asistió al dominio croata, que se deshizo del Limoges con facilidad. En la final, y con ánimo de revancha, esperaba el Barcelona, que fulminó al Aris en semis. Era, decían, la Copa de Europa del Barça: el equipo llegaba en un buen momento de forma, la afición estaba de su parte, el aragonés Epi ejercía de ídolo local y Zanon, el italiano que pitó la final -así lo señalan las crónicas de la época- barrió para los azulgrana. No le importó demasiado a la Jugoplastika, que llegó a irse de nueve puntos en la primera parte, cerrada con un triple desde el centro del campo del entonces desconodido Velimir Perasovic. A base del acierto de Norris y el favor arbitral, el Barcelona se adelantó (59-61). Y entonces fue cuando la Jugoplastika sacó el libreto y dictó la sinfonía de baloncesto que la hizo legendaria. La defensa, perfecta, dejó que los azulgrana sólo anotaran cuatro puntos en los últimos siete minutos de encuentro. Mientras tanto, Toni Kukoc (20+7) dirigió un parcial de 11-2 que puso por segunda vez a los aún imberbes jugadores de Split en la cima de Europa.

Poco después, en aquel verano de 1990, los dracmas de Salónica se llevaron a Sobin, las liras romanas sedujeron a Radja y las pesetas de Barcelona y Girona provocaron el adiós de Ivanovic y Maljkovic. La Jugoplastika -Pop 84 en 1991- aún tuvo tiempo para un último baile: un tercer título también arrebatado al Barcelona en una final igualada donde Avie Lester, un norteamericano que tuvo su minuto de gloria en París, y Zoran Savic ejecutaron el juego que aún dirigía Kukoc. Pasaron los años, y los integrantes de aquella Jugoplastika siguieron impartiendo cátedra y ganando títulos. Kukoc, en la NBA; Radja, en Grecia, previo paso por los Celtics; Savic, en Italia; Maljkovic, en los banquillos de media Europa; e Ivanovic, ya como técnico, impartió cátedra en el Tau de los Scola, Nocioni y Calderón. La legendaria Jugoplastika se dispersó, pero su semilla revolucionó Europa y puso al baloncesto en el camino de la modernidad.

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