Economía

Duro correctivo en los mercados

  • La compañía se ha dejado el 77% de su valor bursátil en lo que va de año. Las acciones B marcaron ayer su mínimo histórico tras caer un 54%.

Abengoa está a punto de acabar un año para olvidar. Las acciones B de la compañía -las más líquidas y que hoy cotizarán por última vez en el Íbex 35- se han dejado el 77% de su valor en lo que va de año, y ayer marcaron su mínimo histórico tanto en la sesión -0,28 euros, casi un 70% inferior al valor con el que arrancó la negociación- como al cierre -0,42 euros, un 54% menos-. Por su parte, los títulos A -que ofrecen 100 derechos de voto por uno de los de clase B y que se negocian en el Mercado Continuo- sufrieron un castigo similar, al devaluarse un 52%. Esto deja a su capitalización bursátil en apenas 354 millones de euros.

Aunque Abengoa siempre ha sido un valor muy castigado por los especuladores y las posiciones bajistas, los últimos doce meses han sido especialmente duros para la compañía. El primer sobresalto se produjo hace justo un año, en noviembre de 2014. En las cuentas de los nueve primeros meses del pasado ejercicio, la compañía publicó unos datos de deuda que levantaron dudas entre los analistas, lo que derribó su acción un 18% el 13 de noviembre y un 58% al día siguiente. Sin embargo, el grupo logró restablecer la confianza de los inversores tras presentar una nueva clasificación de la deuda.

A comienzos de enero, las acciones B se consolidaron por encima de los dos euros tras anunciar un acuerdo con el fondo EIG para crear una sociedad conjunta con capacidad para adquirir activos en desarrollo por más de 8.500 millones. Esta medida, dirigida a reducir el endeudamiento del grupo, junto a la venta de parte de su filial cotizada en EEUU Abengoa Yield, impulsaron la cotización en bolsa.

En mayo comenzaron los movimientos corporativos en el seno de la empresa. Su consejero delegado, Manuel Sánchez Ortega, renunció por motivos personales y fue sustituido por Santiago Seage, un ejecutivo de la casa que había llevado a cabo una exitosa gestión al frente de Abengoa Solar. A partir de verano, los problemas arreciaron. El 23 de julio, la compañía avanzó los resultados del primer semestre tras sufrir un desplome en bolsa del 8%. En las cuentas definitivas, presentadas una semana después, la compañía rebajó sus previsiones de ingresos y Ebitda y anunció un plan de desinversiones para contener los costes. Sin embargo, justo tres días después, anunció que lanzaría una ampliación de capital de 650 millones para recapitalizarse, a la par que amplió su programa de desinversiones. Los inversores recibieron las medidas con fuertes caídas, abriendo el periodo de fuerte volatilidad que ha durado hasta hoy.

La compañía tardó casi dos meses en lograr el aseguramiento de Banco Santander, HSBC y Crédit Agricole para la ampliación de capital. Pero este acuerdo se tradujo en un golpe de timón a la gestión. El 24 de septiembre, Abengoa comunicó la sustitución de su presidente ejecutivo durante los últimos 25 años, Felipe Benjumea, por José Domínguez Abascal, que asumió la Presidencia no ejecutiva. Además, la participación de los descendientes de las familias fundadoras de la firma se limitó al 40% de los derechos políticos. El acuerdo incluía nuevas desinversiones, la supresión del dividendo y un drástico recorte a las nuevas inversiones. Según la documentación remitida por el grupo a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Felipe Benjumea recibió una indemnización de 11,4 millones por su salida.

El plan de recapitalización fue ratificado por la junta de accionistas celebrada el 10 de octubre, y en las semanas siguientes, las acciones se movieron en el entorno de los 0,90 euros acusando una fuerte volatilidad. El 8 de noviembre, Abengoa y Gonvarri comunicaron un acuerdo de bases por el que la filial de la Corporación Gestamp se convertiría en el primer accionista tras inyectar 350 millones en el marco de la ampliación de capital, disparando las acciones hasta los 1,09 euros. Pero el efecto Gestamp no tardó en diluirse, sobre todo, a raíz de la presentación de los resultados del tercer trimestre, en los que la compañía se anotó 194 millones de pérdidas por la devaluciación de su participación en la filial Yield. La retirada de Gonvarri y la petición del preconcurso en el día de ayer han supuesto el último mazazo para la compañía.

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