Juan Manuel Suárez Japón, rector de la UNIA

"La crisis ha parado el crecimiento de las universidades andaluzas"

  • Doctorado en Geografía, fue consejero de Cultura y Medio Ambiente (1990-94) en el primer Gobierno de Chaves. También es especialista en flamenco.

-¿Teme que la crisis afecte demasiado a las universidades andaluzas? 

-Si dijera que no afecta sería un ingenuo. La crisis ha llegado en un momento en que las universidades de Andalucía estaban en un proceso de crecimiento y desarrollo. No sólo hay menos recursos, sino que obliga a parar los procesos de crecimiento.

-¿Cómo se nota en la UNIA?

-Hemos acotado la programación, sobre todo en los posgrados. La Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) empezó como una universidad de cursos de verano, pero su futuro es convertirse en un centro de posgrados de alta calidad. Hemos dado pasos importantes, pero ahora no es factible crecer y la opción es cualificar la oferta que ya tenemos.

-¿Cómo van los cursos de verano?

-Ya digo que para nosotros son un signo de identidad. La UNIA nace de la suma de los cursos de verano de La Rábida, que tenían casi 70 años, y los de Baeza (Jaén), con una experiencia de unos 30 años. Seguimos manteniendo la programación. Ya hemos terminado los de Málaga y La Rábida, y se puede destacar que no hemos suspendido nada por falta de alumnos. Aún nos quedan Baeza y Sevilla. También es importante nuestra presencia en Marruecos. 

-¿Tienen buena acogida en Marruecos?

-Más de 850 alumnos han participado en los cursos de Tánger y Tetuán, con encuentros también en Xauen y Larache.

-La UNIA se está especializando en másteres…

-Sí, eso hay que explicarlo, porque está amparado por un cambio en la legislación.

-¿A qué se refiere?

-La Universidad tenía capacidad para másteres propios, pero a partir de 2007 se modifica la ley para que pueda impartir el máster oficial. Esto fue como una refundación de la UNIA. A partir de ahí, junto al máster tradicional hemos generado títulos oficiales. En el curso de 2011 tenemos 20 títulos de posgrado. Cada uno es fruto de un acuerdo con una universidad. Tenemos una programación oficial y somos un instrumento de colaboración con el sistema.

-El problema es que algunos jóvenes cursan un máster y después no encuentran un trabajo adecuado.

-Tenemos preocupación por la salida profesional. Organizamos cursos universitarios de expertos. Es como una escala menor del máster, que define una oferta asociada a la demanda externa. Se intenta combinar con prácticas de empresa que deriven en empleo. Poco más podemos hacer. También tenemos acuerdos con algunos colegios profesionales para reciclar y especializar a sus colegiados.  

-¿No es un lío ser rector de una Universidad que tiene cuatro sedes?

-La UNIA tiene sus propias claves. Necesita una dirección centralizada, que también permita que las sedes tengan un margen de funcionamiento autónomo. El reto es ese equilibrio.

-En su pasada experiencia política, fue consejero de Cultura…

-De Cultura y Medio Ambiente, que estaban unidos.

-¿Por qué dejó la política?

-Porque llegó un momento en que estaba perdiendo el tiempo. Me tocaron los años de la pinza del PP e IU, que tiraban todo lo que proponía el PSOE. La actitud de Rejón, que se unió a Arenas en aquellos años, me pareció muy negativa.

-¿No ha sentido la tentación de volver a la política?

-No voy a volver a la política, aunque la situación actual me motiva. A veces, por ejemplo en Marruecos, con la labor que hacemos representando a Andalucía, me planteo que es Política con mayúsculas, pero mi tiempo en eso pasó.

-¿Cómo ve la cultura andaluza de hoy?

-Igual que antes, en cuanto a la capacidad de creatividad de Andalucía y a que la cultura andaluza sigue necesitando el sustento de lo público. La situación de la cultura es muy viva, por ser creativa, pero falta vida propia al margen de esos apoyos, que se deben dar, aunque intentando evitar dependencias.

-Como experto en flamenco, ¿le parece anecdótica la inclusión en el Patrimonio de la Humanidad?

-No considero una anécdota que entre en una lista de prestigio, como es la de la Unesco. Aunque si la comparas con otras actividades que entraron al mismo tiempo, como el silbo gomero o los castellets, uno se da cuenta de que no son iguales, no tienen nada que ver.

-¿El flamenco está en un buen momento?

-Hay un flamenco con una gran demanda y amplia dimensión. Hay otro, que es la esencia, al que el mercado le ha vuelto la espalda. Ahí deberían volcarse las ayudas, en ese flamenco al que ignoran el público y las discográficas.

-¿Por qué lo ignoran?

-Estamos en un flamenco más liviano, que es bonito de oír. Estoy escribiendo un libro de memorias de Manuel Morao, el tío de Moraíto. Él dice que ese flamenco se ha perdido porque su esencia era la vida dura y el dolor. Mi idea no es que sigamos como en el siglo XIX, pero no se deben perder esas formas.

-¿Quiénes son esos artistas que admira?

-Me refiero a la generación previa, a Lebrijano, José de la Tomasa, Pansequito…

-¿No le gustan los jóvenes?

-No es eso, sino que responden a una estética diferente. Me gusta mucho Antonio Reyes, un joven de Chiclana. Me gusta Arcángel. Poveda está en la cresta de la ola y lo acepto. Y tengo una gran simpatía por Estrella Morente. Yo conocí a su padre un poco tarde. Con Enrique Morente tuve relación en los últimos años, lo llevé a un curso en la UNIA.

-¿No se le ha ocurrido crear un máster de flamenco?

-Debería haberlo… Mi única duda es que en la UNIA mantenemos desde 2006 un curso titulado Los flamencos hablan de sí mismos, y ahora está suspendido porque la gente no va. Aquí todo el mundo dice que le gusta el flamenco, pero parece que es para escuchar en un rato divertido, no para entrar en sus claves.

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