José de la Tomasa. Cantaor

"Nadie quiere pagar ya a los buenos saeteros"

  • Además de grabar discos, José de la Tomasa compone, y ha escrito libros de poemas. Ahora canta desde el dolor por la muerte reciente de sus padres.

-¿El flamenco de hoy se está desvirtuando?   

-Es verdad que se está saliendo del concepto de lo que fue el flamenco. Hablo siempre desde mi perspectiva. Mucha gente se aprovecha del flamenco y lo que hacen es diferente. 

 

-¿Por qué ha cambiado la forma de cantar?

-Antes se buscaba el estilo propio de cada uno. Ahora hay muchos imitadores. El flamenco era esa forma dolorida de cantar, con sentimiento. Eso no se respeta ya, se está perdiendo.  

 

-Usted aprendió en casa.

-Mi cante es familiar, absorbido y mamado de mi padre, de mi madre, de mis abuelos, de Manuel y Pepe Torre, de los viejos maestros de Jerez. He admirado a grandes artistas, como Antonio Chacón, Antonio Mairena, Manuel Vallejo, Chocolate, Lebrijano, Fosforito… Pero lo principal es la inercia de la sangre. 

 

-¿Las familias flamencas definían al artista?

-Era fundamental. Estaban los Cagancho, los Torre, los Peña… Eran casas cantaoras, cada una con su estilo. Hoy puede cantar flamenco un señor de Soria.

 

-El flamenco ya es patrimonio de la humanidad.

-No ha servido para nada. Hemos visto que era un acto político, un tanto que se ha apuntado la Consejería de la Junta de Andalucía. Sólo ha servido para que los políticos contraten a sus amigos flamencos, que son siempre los mismos.

 

-¿De verdad cree que hay enchufismo al contratar?

-En el flamenco, donde hay políticos hay amiguismo. Los que salen al extranjero, contratados oficialmente, son siempre los mismos. Hay un abanico más amplio, claro, pero no se muestra el estilo verdadero de la cultura andaluza.

 

-¿Se siente discriminado?

-Soy de izquierda, pero no me ha servido para nada. Yo no voy a molestar a un señor para pedirle que me contrate. He conocido a ministros, y a Felipe González, pero tengo mi orgullo, yo no me denigro. Tengo edad para decir lo que pienso, porque soy libre.   

 

-Dígame un ejemplo.

-En Jerez me dan el Premio Nacional de Flamencología, el más importante, y después no me contratan para cantar. ¿Por qué me dan este premio? Si me lo dan, pues llévame a cantar al Teatro Villamarta.

 

-Estamos en el tiempo de las saetas. Muchos le consideran el mejor saetero.

-Pues el saetero José de la Tomasa ha muerto, me han retirado.  

 

-¿Qué me dice?

-Me he retirado de las saetas, porque no me gusta lo que veo. Ya nadie quiere pagar a los buenos saeteros. Para eso, ya sólo canto para Cáritas, o para ayudar por fines benéficos.

 

-¿No les pagan?

-Las cofradías organizan sus propios actos y el cantaor va gratis en un 99% de los casos. En la exaltación de la saeta que se hacía en la Catedral de Sevilla, el año pasado cantamos gratis, porque no había dinero, y este año ni siquiera lo organizan. Es lamentable. Antes había personas que comían de las saetas.

 

-¿Este año no le han contratado para cantar a ninguna imagen?

-Este año, no. Antes gustaba que los buenos cantaores salieran al balcón. Ahora hay pocos y apenas pagan. Para eso, canto por caridad.


-¿Y gratis va a cantar?

-Todos los años le canto en Sevilla al Señor de la Sentencia y a la Macarena, en la calle Feria. Pero este año, tras la muerte de mis padres, no me siento con ánimos para abrir ese balcón. 


-Se le ve muy pesimista.

-Vivo y canto desde el dolor. Cuando te rascan el alma, se hace todo más duro. Me duele no cantar a la Macarena este año. Sin embargo, me siento más tranquilo en Chipiona. Creo que sólo iré a Sevilla el Domingo de Ramos, para ver en el Pumarejo, con mis hijos y mis nietos, al Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Hiniesta. Es el día que más me gusta de la Semana Santa.


-Los flamencos dicen que la saeta es un cante difícil 

-Es el más difícil. El cantaor coge el tono con la guitarra, y ahí no la tiene. Además es un tono emocional. Si sale alto, no llega; y si sale bajo, tampoco. Es traicionero, sobre todo para el saetero que no sea cantaor. El cantaor, cuando conoce el abanico del cante, sabe salir bien.

 

-¿El sentimiento es fundamental para una saeta?

-Hay saetas que valen más que un pregón. En cinco versos se puede decir más que en una hora y media hablando. Es un rezo cantado.

 

-¿Ha cantado muchas saetas fuera de Sevilla?

-He cantado saetas hasta en el Teatro Real de Madrid. Y  en Córdoba, Alicante, Murcia, o Málaga. Por cierto que en Málaga se cuida la tradición de la saeta mucho más que en Sevilla. 

 

-¿Cuáles son sus cantes preferidos?

-Me gustan más los cantes básicos, la toná, la seguiriya, la soleá, el tango. Me gustan también otros, como los cantes de Levante, los abandolaos, los fandangos, pero sobre todo los básicos.

 

-¿Qué le diría a los jóvenes flamencos? 

-Les digo que lo van a pasar mal porque el cante se convirtió en una tertulia de amiguismo para los que tienen manager y contratos. Si cantan por afición, que disfruten y que sigan, pero que se busquen la vida también por otro lado.

 

-Los va a desilusionar...

-Estoy pesimista, es verdad. He sido profesor durante 14 años en la Fundación Cristina Heeren. He aportado lo que podía para enseñar los cantes básicos. Muchos jóvenes se han enamorado de esos cantes. Pero después los echan, porque lo que interesa son los dos violines y las dos cajas. Y cantar a poetas que no escribían para el flamenco.

 

-¿Qué proyectos tiene para los próximos meses?

-Simplemente cantar. También me gustaría hacer un disco, en el que pueda dejar mi forma de ver el cante. Sería como una maestría después de tantos años.

Antes había casas cantaoras, con su estilo. Hoy canta flamenco   un señor de Soria"

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