Evaristo Babé. Presidente del Consejo del Brandy de Jerez

“El brandy no tiene género, es cosa de hombres y de mujeres”

  • De maneras exquisitas, este madrileño de 55 años lleva dos décadas intentando convencer a las bodegas de Jerez de que el brandy puede volver a ser la bebida puntera de su época dorada de la mano de la imaginación en la promoción. Defiende que, lejos de ser un producto pasado de moda, el brandy tiene más posibilidades de futuro que ninguna otra bebida porque tiene todo el segmento del trago largo, en el que no acaba de calar, para crecer. Cada año se venden 67 millones de botellas.

–El brandy es cosa de hombres.

–¿Qué? No, eso fue un eslógan fantástico que aún se recuerda, pero que hoy carece de sentido. 

–Sin género, pues.

–Es una bebida para hacer feliz a la gente, a todo tipo de gente. El brandy es cosa de hombres y de mujeres con buen gusto.

–¿Cuál es la hora 103?

–La tarde noche, el momento en que, sobre todo los jóvenes, toman un trago para charlar y pasarlo bien.

–Pocos jóvenes toman coñá.

–Los jóvenes no saben qué es el coñá. Es posible que tampoco sepan muy bien qué es el brandy, pero lo de llamar coñá al brandy de Jerez es de otra época.

–El coñá fue la bebida nacional y el brandy no lo es.

–No es cierto. El brandy es la bebida espirituosa nacional que más vende y más exporta. Sigue siendo la bebida nacional.

–Vende más el whisky.

–Es cierto. Y el ron. Pero eso no quiere decir que el brandy sea un producto residual. 

–Tampoco un líder.

–Si pusiéramos en fila, una detrás de otra, todas las botellas de brandy que se venden, que son más de 67 millones al año, abarcaríamos 5.400 kilómetros, es decir, daríamos la vuelta a España. Eso demuestra la importancia que sigue teniendo para nuestra economía. 

–¿Qué tienen el whisky y el ron que no tenga el brandy?

–Muy buena promoción. El ron ha buscado una imagen que te lleva al Caribe, que evoca chicas en biquini; el whisky, a ríos cristalinos de Escocia, verdes prados y minas de carbón, que no sé lo que tiene que ver el carbón con el whisky.

–Y el brandy es el toro.

–El brandy ha sido tradicionalmente un gigante publicitario, su historia está llena de ideas brillantes. Conozco un viejo cartel que decía Fundador, el biberón de papá y aparecía un bebé con su biberón y un hombre con su copa de balón.

–Qué antiguo, ¿no?

–Pero en su día eficaz. También tengo un calendario del año 53 de las bodegas Valdespino en el que aparecía un brandy en copa de balón y otro invitando al trago largo.

–No se ha inventado nada.

–Así es. Pero ahí está nuestro futuro, el sector en el que no acabamos de entrar porque no conseguimos continuidad en la promoción buscando la complicidad juvenil. El brandy necesita más perseverancia para fijar su imagen.

–Se corre el riesgo de perder el halo de elegancia.

–En los 50 se consumía mucho brandy con seltz y se consideraba un toque de distinción. 

–¿Ha pensado que simplemente el sabor del brandy no le gusta al joven consumidor?

–Qué va. Hicimos una campaña con Ketama hace diez años y en la barra de los conciertos no había más remedio que beber brandy con lo que fuera, principalmente con cocacola. Al público le encantaba. En calidad, el brandy de Jerez no tiene competencia posible.

–¿Le gustaría que el brandy entrara en el universo del botellón?

–Botellón es un término peyorativo que nos hace pensar en ruido y suciedad. Yo no creo que vaya a ser el futuro del ocio juvenil, pero respeto cualquier forma civilizada de charlar con amigos y el brandy siempre ha sido una buena ayuda para la conversación.

–En el lado opuesto, no vendría mal un mayor respaldo de los sibaritas.

–Hay mucho pedante del buqué de los vinos que desconoce que el brandy es su espíritu, es decir, la esencia, el mejor de los vinos. Cualquier paladar educado que prueba un buen brandy lo recomienda.

–¿Y el que prueba un mal brandy?

–No existe brandy malo.

–Será difícil vender un producto por el que te pueden quitar el carné.

–Por tomar una copa de brandy no te quitan el carné, te dan puntos... No, en serio. Somos defensores del consumo moderado. No hay copa que merezca pasar el más mínimo riesgo al volante. A través de la fundación Alcohol y Sociedad impulsamos la idea del conductor alternativo, que creo que ha calado.

–Emborracharse con brandy es una tontería.

–En sí, emborracharse es una tontería. Nosotros no queremos pocos clientes que consuman mucho, sino muchos clientes que consuman en su justa medida.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios