España

"¡Pedro, Pedro, Pedro!"

  • Sánchez alcanza su gran ovación tras acusar a Jordi Pujol de defender "su patrimonio antes que a la patria"

Parecía que llegaba el momento. Todos los delegados en pie, y los invitados, casi 3.000 personas, gritaban: "¡Pedro, Pedro, Pedro!". Pero el vitoreado no era su nuevo líder, sino Pedro Zerolo, nombrado secretario de Movimientos Sociales de la nueva Ejecutiva. Zerolo, aquejado de un cáncer y ausente aquella melena con la que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo, subía emocionado al estrado donde se colocaron los 38 miembros de la nueva dirección.

¿Y el otro Pedro, el Sánchez? ¿Quién es? Finalizado el congreso extraordinario que lo ha aupado como sucesor de Rubalcaba, se puede decir que tiene los mimbres, pero aún no ha hecho el cesto. Por las respuestas de militantes y dirigentes socialistas, se puede concluir que el congreso finaliza bien, pero con la certeza de que habrán de pasar días, quizás meses, antes de que se extraigan conclusiones de quien hace un semestre era un gran desconocido. Unos hablan de un melón sin catar, y otros, de un vino joven, con algo de madera de roble, que aún hay que descorchar. A la mayor parte les cae bien: es simpático, más cercano que su competidor Eduardo Madina, y habla con soltura, confianza y es una joya para hacer de él un político de laboratorio. Planta tiene.

Sánchez llegó acompañado de su esposa, Begoña Fernández, de Bilbao, rubia y de porte atlético como él, y sus dos hijas: Ainhoa y Carlota, de siete y nueve años. En su estreno, siguió con la camisa sin corbata ni chaqueta, aunque cambió su blanco habitual por un azul claro. Su dirección fue elegida por el 86% de los delegados, lo que denota que partidarios de Madina y Pérez Tapias no han salido contentos de la composición de su Ejecutiva.

En su discurso, Sánchez propuso lo que él llamó "la transición económica", un cambio para beneficiar a "las clases medias y trabajadoras". El nuevo líder comenzó su parlamento con escasa soltura, pero se fue soltando con los primeros aplausos. Curioso, pero dice mucho del PSOE y del PSC: la primera vez que levantó a los compromisarios de sus asientos fue cuando habló de los patriotas independentistas (catalanes) que "defienden antes su patrimonio que a la patria". Era por Jordi Pujol, claro está, confeso de poseer una fortuna oculta en el extranjero.

En lo social y en lo político, Sánchez se mostró como un radical al estilo de Zapatero, pero en lo económico demostró más formación que el ex presidente. Solicitó una devaluación del euro para que beneficie a las exportaciones, se comprometió a derogar la reforma laboral, pero criticó a quienes piden que no se pague la deuda externa, en clara referencia a IU y, en especial, a Podemos. "El impago no lo paga el directivo de la compañías, sino el trabajador que cobra 600 euros", dijo, para subrayar que él no hace propuestas "gratuitas".

Se mostró partidario de anular el acuerdo de España con la Santa Sede, sacar la religión de las escuelas públicas, derogar la nueva ley del aborto del PP, si ésta llega a aprobarse, y reformar la Constitución. "Quiero una izquierda sin demagogias ni populismo", pidió.

Algunas de sus propuestas sobre regeneración democrática suenan a las ya propuestas por Susana Díaz, aunque se mostró favorable de sacar a los partidos de los órganos de control, caso del Tribunal de Cuentas, y de acabar con el aforamiento de los cargos públicos. Así, se comprometió a que todas las personas con puestos orgánicos en el PSOE publiquen su patrimonio y a que su partido haga públicas sus cuentas de modo trimestral.

Sánchez ha integrado en su nueva dirección a barones territoriales y a figuras destacadas del PSOE que, aun valoradas, perdieron su poder, bien en las urnas, bien ante el propio partido. Es el caso del ex lehendakari Patxi López, pero también de la catalana Carme Chacón, quien ha vuelto a sonreír después de la amarga experiencia del congreso federal de Sevilla y de que se trabajase una imagen estirada como ministra de Defensa y mujer de Estado. Al melón sin catar que es Pedro Sánchez, o al vino joven sin descorchar, o más aún, al cesto sin componer, le esperan dos mujeres por si falla en su difícil intento: Susana Díaz y la propia Chacón, sacada de su ostracismo americano. "Veremos cómo se gestiona la tricefalia", apuntaba alguno cuando ya se recogían los ordenadores.

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