Congreso del relevo del psoe

Susana Díaz pacta con Pedro Sánchez la vía federal del PSOE

  • Andalucía acepta la singularidad catalana, pero defiende un gasto garantizado por habitante. El PSOE-A regresa pletórico al colocar a ocho delegados en la Ejecutiva, uno por provincia.

El nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Junta, Susana Díaz, no sólo han hablado durante estos días de puestos y cargos en la Ejecutiva, también de la propuesta federal del partido, sobre la que Andalucía ha marcado y marcará, claramente, la pauta. Díaz ha salido del congreso extraordinario del PSOE, que ayer concluyó en Madrid, como una de las voces autorizadas del partido para hablar y negociar sobre la futura reforma constitucional.

Y no sólo por su puesto como presidenta de la Junta. Díaz presidirá el nuevo consejo federal socialista, pero es que, además, ha colocado en la Ejecutiva al secretario encargado de ello, el diputado sevillano Antonio Pradas. De su absoluta confianza. Antes de que comenzase el congreso, la presidenta de la Junta ya aseguró que prefería quedarse fuera de la Ejecutiva para tener una voz propia, como líder institucional andaluza, sobre la negociación con Cataluña y su repercusión en el resto de comunidades. Pero, ahora, también cuenta con la confianza del hombre que en Ferraz se encargará de este asunto. Pradas es, jerárquicamente, el número tres del PSOE, fue alcalde de El Rubio, jefe de gabinete del presidente de la Diputación de Sevilla, pero, sobre todo, un hombre de Díaz. Sólo con mirarse se entienden.

En cierto sentido, la secretaria general del PSOE-A vuelve a organizar su poder con una estructura parecida a la de Manuel Chaves. Uno, en el partido, en la calle San Vicente; otro, en el Parlamento; uno más, en los asuntos del Gobierno, y el que falta, en Madrid, en Ferraz. Juntos, pero no revueltos, cada cual en sus labores, sin las polifonías que le fallaron al ex presidente José Antonio Griñán. Sus nombres: Juan Cornejo, Mario Fernández, Manuel Jiménez Barrios y Antonio Pradas. Por seguir con el mismo símil, y con todas sus diferencias: un Luis Pizarro, un José Caballos, un Gaspar Zarrías y un Alfonso Perales. Los nombres le podrán fallar, pero la estructura nunca lo hizo.

Básicamente, la propuesta federal del PSOE sobre Cataluña es la ya explicada en varias ocasiones por la presidenta andaluza. En cuanto a singularidad cultural, lingüística y política, hasta donde aguante un Estado federal fuerte, pero en lo relativo a la financiación: ni cupo ni concierto económico ni pacto fiscal. Andalucía desea que cada comunidad disponga de un gasto por habitante igual para todos los españoles, que garantice los servicios en educación, sanidad y asistencia social, y una vez resuelto esto, el remanente podrá ser administrado por los gobiernos autonómicos. La cuestión es cómo se calcula esa garantía, aunque en Andalucía se opina que debería de obedecer a una media de gasto de años anteriores con alguna corrección.

Sánchez y Díaz han hablado de ello de cara a una semana, ésta, que se presenta crucial en este debate. Esta tarde, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibirá a Sánchez en la Moncloa. Tratarán de ello o lo pospondrán para más tarde, pero con un compromiso de fechas. Rajoy ya había avanzado mucho, en este sentido, con el secretario saliente, Alfredo Pérez Rubalcaba, y Sánchez parece que recogerá el testigo sin demasiadas diferencias. El 30 de julio, Rajoy se reúne con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, cuyo partido, CiU, ha alcanzado las mayores cotas de descrédito desde su fundación. Duran Lleida, el hasta ahora líder de Uniò, se marchó días antes de que el muy honorable presidente Jordi Pujol -el Felipe González de los convergentes o el Fraga de los populares- reconociese que posee una fortuna heredada en el extranjero y, hasta ahora, oculta.

Díaz y los andaluces vuelven pletóricos de este congreso extraordinario. La presidenta ha conseguido todo lo que deseaba. Incluso un poco más. Preside el consejo federal, un cargo que, en principio, iba a corresponder al presidente asturiano, Javier Fernández, quien, ante el enfado de su delegación, ha sido puesto al frente de un nuevo organismo inventado el sábado por la noche. Está relacionado con la energía y el medio ambiente, pero casi no merece la pena entrar en lo que es: una salida para el asturiano.

En virtud de su cargo, Díaz asistirá a las regiones de la Ejecutiva, pero sin voz. Está, por lo tanto, pero puede figurar como que ésa no es su Ejecutiva. Además de esquivar el insistente deseo de Sánchez para que ella fuese presidenta de la dirección -un cargo que corresponde a la jiennense Micaela Navarro-, cuenta con cinco secretarios de área. El citado Pradas; la consejera de Sanidad, María José Sánchez Rubio, al frente de la misma área; la malagueña Estefanía Martín Palop, en empleo; la almeriense Noemí Cruz, en cooperación internacional, y la onubense María Luisa Faneca, en Agricultura. Y, además, dos vocales, uno de ellos muy joven, y estimados por la presidenta andaluza: el sanluqueño Francisco Pizarro, de 27 años, y el cordobés Juan Pablo Durán.

El rostro del secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo, mostraba el domingo por la mañana su triunfo como negociador. Aunque el poder y la visualización de la Ejecutiva se reduzca a cuatro o cinco personas, las delegaciones pelean por las vocalías y secretarías como si fuesen ministerios. De hecho, entre las 24 secretarías hay redundancias chocantes: hay una de emigración, otra de inmigración y una más de cooperación internacional. Es así, pero la cultura de los congresos del PSOE indica que disfrutan como niños ante pasteles con estos puestos.

En los asuntos de distribución del poder, Díaz no deja nada al azar territorial. Son ocho miembros de la Ejecutiva provenientes de cada una de las ocho provincias andaluzas. En eso, también imita a Chaves, pero lo llamativo es que haya podido recrear ese mismo esquema no ya en su dirección o en el Gobierno autonómico, sino en la propia Ejecutiva de Ferraz. En las declaraciones en los pasillos del hotel madrileño donde se ha celebrado el congreso, Díaz se congratuló de que cada provincia tuviera un miembro en la dirección de Ferraz. "Esto es la primera vez que ocurre", indicó uno de sus colaboradores.

La única decepción es la del onubense Mario Jiménez. Cuando Griñán cedió su puesto de mando a Díaz, hubo un acuerdo en que Jiménez, compañero pero su competidor a la vez, por edad y similitud en su carrera política, iría a Madrid a un cargo importante en la Ejecutiva. No ha sido así. Díaz lo quiso de secretario de Organización, pero Pedro Sánchez ya contaba con uno, o no quería a otro andaluz tan cerca y con tanto poder. O Díaz no lo defendió con uñas y dientes. Lo cierto es que Jiménez no aceptó ningún otro puesto. Algunos delegados de Huelva expresaron su malestar el sábado por la noche, aunque fue el propio Mario Jiménez quien se encargó de calmarlos.

Andalucía vuelve, se ha dicho pletórica, de un congreso. Sólo una persona muy conocedora del partido, indicaba a este medio: "El PSOE está corriendo un riesgo, que sea visto en España como un partido andaluz".

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