Feria de Jerez

La sangre no llegó al río

  • Pilar Sánchez inauguró la Feria del Caballo en un ambiente enrarecido por las protestas de las trabajadoras de Acasa y el gran despliegue policial. El nuevo alumbrado del Real en forma de bóveda, espectacular

Desde la glorieta central del Hontoria sólo se ven cabezas a pocos minutos de las diez de la noche. Hay gente en el Real, mucha. Rodeando el templete municipal un montón de vallas hacen de barrera entre el pueblo y el séquito municipal que acompaña a la alcaldesa, que en pocos minutos accionará el botón que dará luz al millón largo de bombillas. El despliegue policial, tanto de la Local como de la Nacional, es amplio. Agentes de la UPR a caballo se sitúan delante y detrás de la valla, controlando a unas cuarenta trabajadoras de Acasa que, ataviadas con sus batas blancas, han elegido la Feria y el momento de su inauguración para reclamar una vez más el pago de sus nóminas.

Cuando comienza el castillo de fuegos artificiales las trabajadoras de Acasa empiezan a silbar a la alcaldesa y a preguntar, voz en grito, “dónde está el dinero de la dependencia”.

Abajo del templete, en la caseta de la radiotelevisión municipal, un grupo de 20 personas intentan acallar los pitos y los gritos con aplausos. Los caballos de la Policía se ponen nerviosos con tanta escandalera y comienzan a moverse de un lado para otro. Si me apuran, la valla que separa al público del templete se convierte en peligrosa si a uno de esos caballos, intranquilo y entre la marea humana, le da por soltar una coz.

La cuestión es que los fuegos artificiales siguen iluminando el cielo, las de Acasa silbando y pegando voces, los de CGT, que, curiosamente tienen la caseta justo enfrente del templete, también empiezan a pegar gritos de “fuera, fuera” y en la caseta de Onda Jerez, los palmeros siguen a lo suyo y, ahora, además, gritando “ole y ole”. Esperpento puro.

Acaban los fuegos. Llega la hora. La alcaldesa se acerca al botón y los gritos son aún mayores. Los de las palmas, que aplauden más que un cuadro flamenco, no se cansan. Se hace la luz. Pilar Sánchez, arropada por los delegados municipales, sonríe. Enfrente, las trabajadoras de Acasa  no paran. “Esto sí que es una dictadura”, dicen viendo el amplio despliegue municipal. El himno de Andalucía acalla las protestas sonando a toda potencia desde la megafonía. La Feria está inaugurada.

ambiente de gala

La Feria comenzaba a las diez de la noche de ayer. A las diez. Lo digo porque muchos ya la empezaron el sábado acostándose a las tantas de la mañana y al medio día de ayer muchas casetas, sobre todo la de los sindicatos y las de las hermandades, estaban a reventar. Y lo digo también porque hay que acordarse que la de Ubrique necesita que la mimemos estos días, o al menos en los primeros, que la cosa con la crisis sigue regular.

Por eso mismo, la tarde-noche del alumbrado sirvió para, además de contemplar cómo lucen este año las casetas, curiosear cómo están los precios. A pesar de que se les pedía una contención  a los caseteros, algunos no parecen haberse enterado. Cobrar una copa de rebujito a 4,5 euros es un disparate, aquí y en la China Popular, como diría el otro. Menos mal que estas cosas solo se ven en unas pocas casetas.

El González Hontoria ya estaba de bote en bote un buen rato antes de que el cielo se llenara de fuegos artificiales. Este día y el de Reyes, sin duda, es el que más gente echa a la calle en Jerez. A esto favoreció el que la plantilla de los autobuses urbanos cancelara, de momento hasta el martes, la huelga que tenían prevista haber comenzado ayer. Los que decidieron llegar en sus propios vehículos tampoco tuvieron muchos problemas para hacerlo. O bien en los muchos aparcamientos que se han habilitado en las proximidades de la Feria o bien dejándolos en las aceras gracias a la ‘bula municipal’.

Ya en el parque, la gente tenía diferentes temas de conversación. De un lado, el nuevo alumbrado. Se oyeron opiniones de todos los tipos antes de que se encendiera. Una vez se hizo la luz, la verdad es que gustó, y mucho, al respetable.

De otro, la señalización con carteles de la nueva nomenclatura en las calles del Real. La verdad es que han quedado bien. Otra cosa es que todo el mundo esté de acuerdo con los artistas que están representados.

Después está el tema del albero. El sábado ya decíamos que se veía feo y ayer seguía dando esa impresión. Poco se ha gastado el Ayuntamiento este año en adecentarlo, por lo que muchos caseteros han tenido que arreglar por su cuenta sus terrazas.

Pero lo que de verdad causó sensación fue todo lo que rodeó al acto en sí de la inauguración. Lo de la valla, separando el templete de la gente unos 15 ó 20 metros se recordará muchos años. Afortunadamente y a pesar de todo, la sangre no llegó al río. Comenzó la Feria, eso es lo que importa.

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