Feria de Jerez

Entre agujas y volantes

  • Durante la última semana antes de la Feria los talleres aceleran el trabajo para terminar cada detalle del vestido · El abanico de precios oscila entre los 100 euros hasta sobrepasar los 1.000

El timbre del taller suena al mediodía del jueves antes de Feria. La puerta se abre y nos adentramos en una especie de museo del traje de gitana. Una luz clara entra por los grandes ventanales del piso y va mostrando como si estuviera estudiado cada obra maestra lista para la última prueba colgada en un perchero de pared a pared. “Pasad, podéis ir preguntando lo que queráis pero disculpad que tenga que seguir trabajando, no puedo parar. Tenemos mucho lío”, señala la diseñadora Amparo Maciá. La jerezana anda rápido y habla con un tono tan suave que parece que todas sus fuerzas las gasta cosiendo. En esta Feria no sólo se muestran los trajes ‘pintando’ el Real del González Hontoria, ahora entraremos donde los volantes y las agujas también bailan por sevillanas.

“Una persona que viene a que yo le haga el traje lo que quiere es que se diferencie del resto. Se mira uno a uno y cada vestido tiene vida y alma, y necesita su tiempo, no sólo de la técnica de costura”, declara Maciá entre puntá y puntá. En los talleres de trajes de gitana de la que se podría llamar la ‘alta costura’, el trabajo comienza en septiembre. En ese mes se empieza a cortar la nueva colección, durante octubre y noviembre se completa – “este año hemos llevado casi cien trajes a la Pasarela Flamenca, hay que correr muchísimo”, apunta la diseñadora–, porque a finales de enero tiene que estar todo ultimado y preparado para el desfile que se celebra cada año en los Museos de la Atalaya. Justo después empiezan con las ventas y el trabajo se vuelve algo más pausado. “Es hacer el traje a medida, ir atendiendo la compostura de los vestidos de colección que se están vendiendo y adaptarlos a la clienta. Pero en abril volvemos a correr”, señala Amparo.

Y en mayo, Maciá y un equipo de no más de cinco personas van terminando esas obras artesanales con detalles cosidos a mano. “El traje de flamenca no es una cosa que se compre todos los años, ni tampoco todo el mundo, pero siempre hay gente para estos vestidos. Por ejemplo, hay señoras que no viajan y cuando llega la Feria se gastan los 1.000 euros para vestirse de gitana”, reconoce Maciá, quien añade “no hay que echarse las manos a la cabeza en estos casos, cada uno tiene sus preferencias”.

Pero ir bonita al Real no es cuestión de precios. La crisis que tanto daño está haciendo a los bolsillos de las familias jerezanas también se nota en los gastos de la Feria. Se reducen los días de fiesta, se come un poco menos (o se intenta), los niños tiene más limitado el número de cacharritos y si hay que cenar en casa antes de tomar algo por la noche en el Real, sobre todo entre los más jóvenes, pues se hace. En cuanto al sector textil, la presidenta de la asociación de Moda Flamenca de Andalucía (MOF&ART), Pilar Vera, señala que las ventas se han reducido un 30% respecto al año pasado, cuando las cifras remontaron “un poco” en comparación con 2009. “La crisis está haciendo mella”, asegura Vera, quien añade que el gasto de las empresas del sector es el mismo, ya que no ha habido “ningún recorte”. Pero parece que en Jerez esa dinámica cambia un poco, ya que las grandes firmas siguen teniendo esa clientela fiel y alguna que se une de forma esporádica que permite mantener los números de pasadas ediciones.

Lo que sí es cierto, y así lo explica Maciá, es que el aumento de comercios destinados a estos productos provoca que la demanda se tenga que repartir más. Tanto es así, que en el centro de la ciudad, sobre todo en la calle Honda yMedina, se ha visto un incremento considerable de tiendas de flamenca. “En Sevilla el boom ha sido un desfase. Aquí en Jerez se está dando, lo sabemos desde hace tiempo pero es verdad que la vida va rotando y cada persona tiene unas circunstancias particulares. Pero bueno,  me parece bien, el sol tiene que brillar para todo el mundo”, declara la diseñadora.

Así las cosas, y sin olvidar que no estamos en tiempos de despilfarro, este año el Real volverá a llenarse de volantes y flecos dejando constancia de que esta Feria tiene seña de identidad propia. Pendientes, peinas, mantones y mantoncillos, flores, espartos... La larga lista de complementos hacen que las interesadas miren y miren establecimientos para ver, comparar y comprar.

De esta forma, para las que quieran ponerse guapa pero sin tener remordimientos tras la compra, deben saber que  se puede encontrar una flor por 1 euro hasta llegar a los 20; mantoncillos desde los 12 hasta los 120 euros; las peinas y peinetas se pueden adquirir a 10 euros las más baratas, hasta llegar a los 400; y los pendientes, de 12 a 300 euros. Si hablamos del ‘rey de reyes’, el vestido, éste se lo puede llevar a casa por 100 euros hasta alcanzar los 1.200.

Aquí el abanico de precios es amplio, sólo juegan a favor o no de un sitio u otro, factores como la firma, la exclusividad, el material y su producción. “La finalidad de cualquier diseñador es tener un estilo propio y creo que mis trajes se reconocen. Ya tienen un sello de identidad y para eso trabajo durante todo el año, porque son vestidos muy artesanales, no es una producción en serie”, remarca Maciá. De hecho, esta diseñadora reconoce que “para estos días de trabajo al máximo no puedo meter a nadie en el taller que no sea mi equipo de siempre, porque la mayoría de las cosas las tengo que mirar y hacer yo”.

Las más afortunadas y ahorradoras podrán estrenar vestimenta en el González Hontoria. Otras han decidido sacar el traje del armario y cambiarle una manga, coserle los flecos al escote o comprar nuevos complementos para darle otro ‘aire’, haciendo que los otros ‘talleres’ también hagan su agosto durante estos días. Con remordimiento o sin él, la Feria dio ayer el pistoletazo de salida y de nuevo el Real será la mejor pasarela flamenca.

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