Jerez

Y llegó el circo

  • La carpa del Royal se abre hasta el 12 de febrero, en la explanada del botellódromo, para hacer disfrutar a la familia con, entre otros, asombrosos números con cocodrilos gigantes del río Nilo

 Hace ya 3.000 años del primer 'bienvenidos' al mundo del circo y a pesar del tiempo, este espectáculo sigue siendo una de las citas culturales con más público. Para los amantes de las acrobacias, los números sorprendentes con animales y de las risas con los payasos, ya está en Jerez el Circo Royal. Instalado en el recinto ferial (en la explanada del botellódromo), el gran equipo de este espectáculo anima las tardes de las familias jerezanas desde el pasado jueves y hasta el próximo 12 de febrero.

Alrededor de cincuenta profesionales forman el elenco de Circo Royal, un equipo que persigue durante su estancia en la ciudad dejar boquiabiertos a los asistentes con sus novedosos números. "Cada año renovamos todos los espectáculos. No es una tarea fácil, pero creemos que así no dejaremos de sorprender a nuestro público", declara el director, Bruno Ribas. Junto a su esposa, Carmen Segura, lleva las riendas de esta gran 'empresa' de la animación y los sueños por toda la geografía española y Marruecos. Pero si en la agenda de esta gran familia del circo hay una cita a la que nunca falta, ésa es Jerez. "Aquí todo el mundo responde muy bien, creo que es el circo de los jerezanos", reconoce Ribas. Y es cierto, cada año los números atraen a miles de familias, convirtiéndose en el circo que bate todos los récords de asistencia. 

Cuando la carpa del Circo Royal se abre, se dejan atrás las preocupaciones diarias. "Esto es terapéutico, sobre todo en los tiempos que corren. Creo que cuando entras, te olvidas de la crisis", declara Carmen, que viene de una extensa familia del mundo del circo. "Sí, es cierto. El otro día me dijo un señor que se quedó hipnotizado durante el espectáculo, olvidando todas sus preocupaciones, ¡madre mía!", añade Bruno. 

Con esa responsabilidad diaria salen al escenario los payasos, malabaristas, equilibristas, domadores... Profesionales que provocan la carcajada, asombran con los perros adiestrados y dejan en vilo a toda la familia durante difíciles funciones como las telas de riesgo y otra en la que se comparte escenario con asombrosos cocodrilos gigantes del río Nilo. "Es un espectáculo familiar, hay que pensar en todo el mundo. Por ejemplo, a los padres lo que más le gustan son los payasos, porque el hecho de reírte y que tu hija sentada a tu lado también se divierta es lo mejor del mundo", apunta Carmen. Pero como hay que pensar en todos, personajes de animación como Dora la Exploradora, Fanboy y Chum Chum y los Gormitis hacen las delicias de los más pequeños, dándoles la oportunidad de tener más cerca que nunca a  estos dibujos de la televisión.

Pero la vida del circo es mucho más que la representación ante el público. Es una forma de vida que atrae a pequeños y mayores, y en la que el esfuerzo, la dedicación y la vocación se hacen imprescindible en el día a día. Un ejemplo es la escuela. Seis niños, desde Infantil hasta los 13 años, estudian hasta los sábados, compaginando la vida del circo  con la educación obligatoria. "Las clases son iguales que las que se pueden dar en una escuela unitaria de un pueblo. Hay varios niveles y cada uno lleva un ritmo", señala Esmeralda, la profesora encargada del aula. Ella se unió a la familia circense el pasado mes de octubre y se ha amoldado sin problemas a este modo de vida. "Es una experiencia muy diferente y me gusta. Fue interesante descubrir otro país -por Marruecos- gracias al circo", añade. En esta clase está el pequeño Bruno, hijo de los directores de este circo y que para sus padres es "un domador por naturaleza". Aquí hay tiempo para todo, para divertirse y para estudiar, y quizás esa filosofía se deja entrever en el escenario. Cada año se esmeran en mejorar el espectáculo para demostrar que el circo está más vivo que nunca.

Tras Marruecos y ahora Jerez, Circo Royal seguirá su gira por Sevilla, Córdoba, El Puerto, Sanlúcar y para Semana Santa, en Chipiona. Porque, el espectáculo debe continuar. 

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