Jerez

Fallece de un infarto en su país el médico libanés Mauricio Geara

  • El ex presidente de Soje, Hijo Adoptivo de la Ciudad y Rey Mago en 2008, muere de un ataque al corazón mientras conducía.

El doctor libanés e Hijo Adoptivo de la Ciudad Mauricio Geara falleció el pasado lunes en su país en un accidente de tráfico tras sufrir un infarto, según confirmaron ayer a este Diario fuentes cercanas a la familia. La pérdida del que fuera ex presidente de la asociación Solidaridad Jerezana (Soje) ha dejado un hondo pesar en la sociedad jerezana por su apreciada labor solidaria y su generosidad. De hecho, son muchas las muestras de condolencia que se están expresando en la redes sociales, que fue donde la noticia se hizo eco. El funeral, según han apuntado estas mismas fuentes, se celebrará hoy en su tierra natal, donde pasaba los veranos. 

Mauricio Geara nació en Jbil, en la provincia de Byblos, en El Líbano y cuando sólo tenía once años, al quedarse huérfano de padre, tuvo que irse de su pueblo para estudiar en un internado hasta que obtuvo el Bachillerato. Fueron tres hermanos suyos los que colaboraron en la financiación de sus estudios de Medicina y en 1966 llegó a Sevilla, donde obtuvo la licenciatura en 1972. Casado con una libanesa, Yvette, se asentó en Jerez profesionalmente y tuvo a sus hijos Pablo y Esperanza. Era de los que pensaba que un hombre debe dedicarse a algo más que a su profesión y eso fue lo que le llevó a una labor por la que ha contado con el reconocimiento de todos. En 1993 fundó Soje para ayudar a las familias jerezanas más necesitadas. Como reconocimiento a su trayectoria y con el objeto de aprovechar su carisma, en 2008 le nombraron Rey Baltasar en la cabalgata de Reyes Magos y en 2010 le concedieron el título de Hijo Adoptivo de Jerez. Llevaba ocho años jubilado de su profesión. 

Según confesó Geara en una entrevista a este Diario tras su renuncia en 2012 a la presidencia de la entidad, aunque él no tenía experiencia previa en ONG, la idea de crear Soje le surgió durante una reunión de comunidades lasalianas de Andalucía en la localidad sevillana de Carmona. “Allí -contó Geara- se hablaba del hambre que hay en el mundo y lo que se podía hacer, pero a mí se me vino a la cabeza de que aquí también hay muchas necesidades, y eso que entonces todavía no padecíamos la crisis que hay ahora”. Reconocía además que durante los primeros tiempos de la asociación, “a veces me sentía solo y hacía de todo. Cuando me encontraba con tantos problemas y trabas, a lo mejor si me lo hubiera pensado dos veces no me hubiera metido en esto, pero tenía la voluntad de que esto perdurara, así que continué con aguante y paciencia, haciendo campañas por todo Jerez para recoger alimentos, mientras que ahora es coser y cantar”.

Respecto a la ciudad que le dio cobijo desde que llegó, Geara reconoció en su día también que cuando se instaló en Jerez la gente le advirtió: “Cuidado, Jerez es especial, lo mismo te puede subir a los altares que tirarte por el suelo”. A lo que él respondía que si volviera a empezar, “y a repetir 30 años de mi vida, volvería a Jerez y a actuar igual que lo he hecho”. Y es que en su consulta “nunca pensé en cerrarla porque iba bien, le hacía descuentos a la gente que no podía y a algunos me costaba la vida cobrarles cuando venían antes del mes a la consulta”, decía, porque para él, “una sonrisa de una persona me compensa o la de un niño al recibir su regalo de Reyes. La persona que te agradece y te dice cosas bonitas eso es una satisfacción personal”.

Mauricio Geara siempre pensó que esta ciudad era generosa, “y España entera también. Siempre hay gente solidaria, que no le da igual lo que le pase a los demás. Y luego, el sentido de la familia que hay aquí”. De hecho, reconocía que le encantaría que sus hijos “se quedasen con nosotros, no me importa que sigan en casa aunque sean mayores. Eso no ocurre en otros países. Mi vida son mis hijos y no quisiera que se fuesen”. Un hombre que aseguraba que nunca “he buscado recompensas, nunca he hecho las cosas pensando en los reconocimientos, pero si se ha considerado justo hacerme este nombramiento, yo lo acepto con cariño y humildad. Además, pienso que está bien que a uno le nombren Hijo Adoptivo en vida”. Su nombre y labor permanecerán imborrables en la memoria. Descanse en paz. 

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