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Jerez

La memoria del Estrecho duerme en Las Pachecas

  • Esta zona rural de la ciudad alberga uno de los tres depósitos judiciales de la provincia

En Las Pachecas, en un lugar que no revelaremos por razones de seguridad, se encuentra el mayor depósito judicial de la ciudad. Es un enclave protegido con vallas en el que se guardan desde lanchas a motos acuáticas, pasando por las planeadoras, esos fórmulas uno del mar que ya sea cargados de hachís o de tabaco de contrabando intentan burlar los controles policiales para introducirlos en los mercados por la puerta trasera.

Unos 300 vehículos de dos y cuatro ruedas así como medio centenar de embarcaciones de todo tipo se acumulan allí. Hay hasta dos helicópteros a los que se les han inutilizado los rotores de cola para evitar que alguien tenga la tentación (más bien la osadía) de llevárselos. En lo que a las cuatro ruedas se refiere hay de todo, incluidos coches de altísima gama, desde Hummers a Porsche Carrera, y Mercedes Benz. Todos ellos fueron utilizados por las mafias para su trabajo. O fueron obtenidos con el beneficio del mercadeo ilícito. Es por ello que fueron confiscados y allí, bajo una enorme capa de polvo reposan hasta que la autoridad judicial decrete qué se hace con ellos.

Al frente de este cúmulo de vehículos se encuentra un jerezano, Oscar Rodríguez, que a sus 34 años tiene la obligación de responsabilizarse de la custodia de estos bienes, así como de trasladar hasta su depósito todo aquel vehículo que la autoridad confisque. "Y lo hace sea la hora que sea", señalan a este medio fuentes de la Guardia Civil. Ya sucedió algo parecido cuando hubo que sacar de un minúsculo garaje de Divina Pastora el cochazo de lujo que poseía el clan de los Polverino (peligrosos sicarios de la Camorra napolitana). Fue en plena noche.

Este depósito, visto con otros ojos, parece un simple desguace. Pero hay un detalle que lo desenmascara. Los vehículos, aunque sucios por estar en mitad del campo, gozan de un 'perfecto estado de salud'. Es decir, no tienen morros plegados ni en su interior (como muchas veces pasa en los primeros) hay rastros de sangre.

Funciona desde hace ya seis años después de que este joven decidiera dar uso a unos terrenos de su propiedad. Supo que Hacienda y Agencia Tributaria buscaban unos terrenos que hicieran las veces de depósito judicial y se presentó. Ganó y comenzó a custodiar una especie de ONU móvil en la que las matrículas españolas y las marroquíes son las más habituales. Que nadie se llame a engaño, las más importantes, las que en su momento llevaron el grueso de una carga millonaria de tabaco o droga tienen menos papeles, como diría un castizo, que un conejo de campo. Este depósito se erige, sin duda, en una parte de la memoria del Estrecho de Gibraltar que aún sigue durmiendo en Jerez. Por haber hay hasta pateras, si bien el depositario señala que no son especialmente grandes. Las planeadoras y las lanchas llaman la atención así como el tetris que conforman los vehículos. Uno de los principales problemas con los que se encuentra Oscar Rodríguez a la hora de devolver un coche es "que quien viene a por él lo quiere ya y yo necesita de entre dos y tres días para dejárselo en condiciones". Sacarlo maniobrando hasta la puerta de salida es prácticamente imposible. Es por ello que lo que se hace últimamente es contratar los servicios de una grúa que desde fuera saca el coche y lo deposita en la entrada. Todo ello se hace una vez comprobada hasta el aburrimiento la documentación pues ya ha habido dos casos de individuos que suplantaron identidades de otras personas para llevarse bienes que no eran suyos. Fueron detenidos a las pocas horas.

Entre todo el repertorio de vehículos que se ven en el depósito judicial los helicópteros son los que más llaman la atención. Son aeronaves adquiridas en el mercado negro utilizadas casi siempre para la introducción de hachís en España a través de vuelos a baja altura, prácticamente rozando las olas del Estrecho de Gibraltar.

Entre la clientela que se acerca por allí, una vez que averiguan el enclave exacto (algo que no es precisamente fácil) está el de aquella persona que quiere saber cómo está su coche después de que éste haya quedado a disposición judicial. También se encuentra el que viene a recogerlo y quienes se creen que es un desguace, motivo por lo que este lugar cuenta con numerosas medidas de seguridad y contacto directo con las fuerzas del orden. Un desguace es un desguace, pero un depósito judicial es el lugar donde se guardan pruebas que por su voluminoso tamaño deben permanecer al aire libre.

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