La asociación Fadis (amigos y familiares de discapacitados) echó a andar en el territorio de Guadalcacín hace ocho noviembres con Manuela Moreno a la cabeza. La todavía presidenta consiguió un espacio tras luchar durante cuatro años con las administraciones competentes, un espacio que se reduce a una de las salas del centro cívico de la pedanía que se queda pequeña para acoger a la veintena de usuarios con discapacidad que hacen uso de ella desde 2010.

"Aquí somos voluntarios absolutamente todos. Menos mal que tenemos la ayuda de la Universidad de Cádiz, que también nos proporciona voluntariado", comienza a explicar la presidenta de Fadis antes de exponer su mayor queja, "la falta de espacio". Este malestar, compartido por usuarios, familiares y voluntarios, impide que puedan llevar a cabo "más de un taller a la vez o que estos sean de una duración considerable. Nos encantaría que, por ejemplo, mientras los chicos hacen manualidades los padres pudiéramos recibir algún tipo de clases de relajación o terapia. Pero es imposible porque a veces ni siquiera entran todos para dibujar".

Como una espiral, la falta de espacio lleva a que haya pocos talleres y, por ende, que las familias con alguna discapacidad en su núcleo tengan que desplazarse hasta lo que Moreno llama "el Jerez urbano". "Absolutamente todos -sigue- tenemos que hacer algún tipo de actividad auxiliar fuera de Fadis. Algunas de ellas podríamos llevarlas a cabo aquí si tuviéramos los medios". La asociación acoge todo tipo de discapacidad, entre las que se encuentran Síndrome de Down, hiperactividad, autismo o falta de atención, entre muchas otras.

La sala donde Fadis desarrolla su proyecto está compuesta por tres mesas de unos dos metros cada una, varias sillas y un ordenador sin acceso a internet. "El otro día para poder imprimir un dibujo tuvimos que pedirle un favor al hombre de la papelería. Y así con todo", se indigna Susana, otra de las voluntarias de la asociación. La presidenta asegura que se ha puesto en contacto con la delegación territorial de Juventud "e incluso vino un técnico hace ahora cinco o seis meses para ver cómo trabajábamos. Pero ahí ha quedado la cosa, no sabemos absolutamente nada de nada". La misma situación vive la asociación con el ayuntamiento pedáneo, "nos sentimos aislados y eso desmotiva mucho".

Junto a la puerta, descansan grandes cajas con polvorones y dulces navideños, fruto de una venta a la que se enfrentan los padres de cara a que pueda sobrevivir la próxima escuela de verano. Este taller se imparte en Fadis durante el estío durante lunes, miércoles y viernes "y todo el coste sale de nuestro bolsillo. Tenemos que pagar a una pedagoga y una monitora que cuestan 120 euros por padre y mes", desmenuza Moreno.

La presidenta asegura que la asociación se encuentra "estancada", pero no precisamente por falta de ideas o proyectos a los que se presentan, "que esa es otra, los técnicos ni siquiera nos ayudan a rellenar los papeles. En mi caso tuve que apuntarme para sacarme el Bachiller a distancia y no para una salida universitaria, sino para poder presentar correctamente los proyectos de la asociación". "Llega un momento que después de luchar tanto durante ocho años te paras y piensas si sirve de algo o si alguien simplemente te escucha", confiesa Moreno.

Entre los proyectos que esperan en un cajón se encuentra un taller musical, equinoterapia o el club de ocio. "Pero hay que tener en cuenta que todo nos cuesta mucho dinero, y no tenemos ningún tipo de ayuda -explica Susana-. Nos encantaría ir al centro de Jerez una tarde a merendar, a ver la ciudad en Navidad, hacer una ruta de belenes..., pero es que te pones a pensar y solo el autobús, por el hecho de que pueda llevar sillas de ruedas, cuesta de 8 a 9 euros".

"¿Ganas? Muchas. ¿Medios? Pocos o casi ninguno. Solo nos tenemos a nosotros mismos y así es como tiramos hacia adelante. Mi meta es que crezcamos y podamos tener instalaciones de calidad, nos lo merecemos nosotros y se lo merecen nuestros hijos", sentencia la presidenta de Fadis.