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La página del vino

Cayetano y la gran familia

  • De gran compañía vinícola a bodega almacenista Los choznos ponen en circulación un palo cortado único.

Son los restos del naufragio. Un último escalón nostálgico en el negocio del jerez. Son los almacenistas, los hombres y mujeres del vino sin rostro, que contribuyeron -y de qué manera- al auge del vino de Jerez durante los siglos de los siglos. Pero..¡uffff! comprimir en pocas líneas la singular historia de la compañía Cayetano del Pino sería, cuando menos, tarea prolija e injusta. Trataré de explicar porqué.

Todo comenzó en 1858 cuando un jovencísimo emprendedor de La Carlota se zambulló en el apasionante mundo del vino. Su nombre era Cayetano del Pino Vázquez, un hombre con buen ojo para el negocio que, ya a los 23 años, ejercía de viajante de vinos representando la marca 'Antón Pericón'. En Sevilla, el patriarca sacará provecho de sus dotes de persuasión para aliarse con la oligarquía hispalense. Logra asociarse en 1884 con Alberto Romero y, poco después, con Manuel de la Calzada, hijo de un popular banquero. Fue el preámbulo a uno de sus grandes sueños: levantar una bodega de vino de Jerez. El 19 de noviembre de 1886 es una fecha importante para la compañía: se constituye la sociedad Cayetano del Pino y Cía., que fija su domicilio en el número 16 de la calle Rosario.

Cuando Cayetano traslada, sólo cuatro años después, la compañía a la calle de Armas de Santiago, el cordobés saca músculo. Se acomoda en locales amplísimos, cómodos y muy pintorescos por ser frontera con los jardines del Tempul; son importantes sus bodegas de San Bernabé, la de San Vicente y la de Santísima Trinidad, que alberga el embotellado y punto de salida de sus productos al mercado de la península y otros tan remotos como Asia, América y Oceanía. Cuenta además con departamentos de maquinaria, tonelería, imprenta, aparatos destiladores y una plantilla de hasta 150 trabajadores. La bodega puede presumir de número de viajantes, ¡dos teléfonos! tiene en 1897, lo que da idea de su poderío, y Alfonso XIII no duda en incluirla en su agenda en sus visitas a Domecq y González Byass. En pocos años, Cayetano del Pino había transformado un sueño en una gran y moderna compañía, capaz de hablar de tú a tú con los grandes barones del jerez.

La lista de sus marcas se acumulan. En 1900 cuentan con casi 600 etiquetas diferentes: las selectas manzanillas 'El Espartero' y 'El Litri', el amontillado '¡Viva Sevilla!', 'Adela Carta Dorada'... Aguardientes de pura uva anisados, el reconstituyente 'Monja Quina' o el chispeante vermouth champagne 'Santa Elena', orgullo de la familia, al ser Cayetano su propio inventor.

Le sucede a principios del pasado siglo al frente del negocio su hijo Cayetano, que le había dado en 1896 la sevillana Bernabea Balbontín. Todo iba sobre ruedas. La bodega prosperaba, pero la vida es caprichosa y la muerte prematura de Cayetano hijo, que no alcanzó los cuarenta, pudo marcar un inesperado giro en la gestión de la sociedad. Con todo, sucede a Cayetano en el negocio su hermano Enrique del Pino Balbontín, que destacaría también como futbolista del Xerez Deportivo. A su fallecimiento, se hacen cargo de la bodega sus hermanas con la ayuda de un asesor, José Luis Sisto, hasta que en 1962 asumen el negocio la familia Del Pino Bohórquez, hijos de los Del Pino Balbontín: María Jesús, Cayetano, Ángel y Enrique.

Pero, a esas alturas, la situación ya es bien distinta. La trayectoria de Cayetano del Pino fue inversa a la de aquellas pequeñas bodegas como 'Maestro Sierra' o 'Pilar Aranda', que abandonaron su vocación de almacenistas para producir y comercializar sus propias marcas. Los problemas en la gestión, sumados a un período de caída del consumo y la posterior política de arranque del viñedo convierten a mediados del pasado siglo a Cayetano del Pino en bodega almacenista. De aquella máquina de dar dinero, el negocio se torna y se dedica a suministrar sus viejos vinos a los grandes del sector. Un caso casi inédito en la historia empresarial del vino de Jerez.

La bodega continúa en manos familiares: Cayetano del Pino Bohórquez es su presidente; su sobrino Gerardo del Pino Íñiguez ocupa el cargo de gerente, ayudado por su primo José Enrique Otte del Pino (técnico) y su hermano Miguel Ángel como consejero. También Federico Merino pone su parte como economista. Han dado estos jóvenes con unas partidas de fino que puede aliviarles en el alicaído negocio del 'vino sin rostro', una especie en peligro de extinción en todo el Marco. De él han conseguido un privilegiado y único palo cortado -el vino jerezano ahora de moda- que embotellan y que ya está presente en Reino Unido y Japón. Y ahora tienen entre manos el próximo lanzamiento de un 'amontillado Cayetano del Pino'. En fin, sabia nueva para un enfermo postrado en cama. A grandes males, grandes remedios.

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