Jerez

"No manoseemos la Semana Santa, cuando eso sucede se pierde"

  • El reconocido cofrade sevillano Joaquín Moeckel abre el ciclo formativo de la Vera Cruz

Impulsor de múltiples acciones de orden social en Sevilla, entre otras su genial labor para recuperar la iglesia sevillana del Salvador -obra que superó los 1.000 millones de pesetas-, Joaquín Moeckel forma parte de un universo formado por contados cofrades cuya opinión, capacidad de análisis y trayectoria le hacen merecedor de ser de los pocos nombres que merecen la pena oír. Este cofrade del Baratillo de Sevilla, hermandad de la que fue hermano mayor, de ascendencia alemana-sanluqueña también se prodiga como tertuliano de actualidad en medios de ámbito nacional. Su forma de expresarse siempre directa y vertical, hace que su discurso sea ameno y perfectamente entendible.

Este perfil responde a una persona sumamente inquieta, que el pasado miércoles ofreció una serie de reflexiones a viva voz en la hermandad de la Vera Cruz en su ciclo cuaresmal. "Hay muchos caminos que llevan a dios. Ser cofrade es una de las mejores formas de ser cristiano", subrayó desde el absoluto convencimiento de su militancia cofrade. Dejó más 'perlas' para la reflexión, como que ser cofrade no es ser cristiano de segunda "pese a que hay quienes así lo ven desde Iglesia". Es más, dijo que las hermandades superan en mucho a otros entres eclesiales en actividad, culto y en número, lo que le lleva a concluir que "no existe mejor forma de vertebración social que la de las cofradías: estamos en todos sitios, pero hace falta que los cofrades usemos esa preponderancia en bien de los demás".

Subrayó, mirando hacia los adentros cofrades, que las hermandades no son entes perfectos y el cofrade tampoco lo es". "Pero somos importantes porque están constituidas por personas. Son entes complejos: diferentes clases sociales y escalas económicas, entre otros", y concluyó con que "las cofradías tienen que servir para algo más que salir en Semana Santa", algo que sucede pero, afirmó Moeckel, "somos importantes y necesarios, sin complejillos". Ahondó en su análisis sobre el futuro: "no podemos quedar anclados en el pasado (...) Pero la modernidad no debe ir en contra de la tradición cuyo ejemplo lo tenemos en el patrimonio o imágenes recibidas de siglos atrás. Cada cosa tiene lugar y su espacio".

"El rito y la regla han perdurado siglos porque se ha respetado. No manoseemos la Semana Santa. Cuando las cosas se manosean se pierden", dijo de forma contundente para enlazar esta advertencia con las procesiones extraordinarias, la relajación que se detecta en los actos y cultos de las hermandades "para ganar tiempo", lo que tiene como consecuencias la pérdida "del misterio, de lo sagrado. Estamos manoseando lo cofrade. Las cofradías salen a la calle en cualquier momento. Las hermandades tienen que ser mucho más serias" e insinuó que "los que se nos avecina nos obliga a blindar nuestra seriedad".

Profundizando en estas consideraciones manifestó que "las hermandades deben velar por el misterio y la liturgia de la Semana Santa: siempre la misma siempre diferentes. Salimos y nos ven pero no salimos para que nos vean". "Antes se miraba hacia arriba del canasto. Ahora se mira hacia abajo", expresión con la que dejó un claro mensaje, la pérdida de la devoción frente a los elementos colaterales más prosaicos como los costaleros, las bandas, las flores, el caminar de los pasos: "El ángulo de visión es para lo que va arriba. No puede predominar ese otro ángulo de los que saben más de música, de la gente del costal... En conclusión es necesaria una formación de verdad. De eso somos responsables los adultos".

A modo de epílogo exhortó a los asistentes a que "seamos garantes de una liturgia rica y cada vez más en desuso en otros ámbitos de la Iglesia" y rogó, más que pidió, la "unidad de las hermandades en pro de la iglesia. No somos ONG,s en la que Dios no es eje y centro fundamental de su acción. Si Dios no fuera nuestro eje, la Semana Santa sería como un parque temático".

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