Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Jerez

El talento de José León lleva a La Concha de romería

  • El pregonero encandiló anoche al auditorio, que llenó la bodega, con una exaltación de la romería creada y dicha con oficio, emocional, completa y llena de encanto rociero

José León triunfó. Elevó el pregón del Rocío a un nivel que solo unos pocos nombres lo han logrado a lo largo de la historia de esta cita. Nombres que para el sevillano forman parte de lo 'sagrado' en la justa pregonera: León Manjón, Gallardo, Murciano…. El pregonero tiró de su capacidad, explícita y manifiesta, delatando el gran saber y la experiencia que acumula en estas lides pregoneras. Lo dijo con maestría, fue capaz de gobernar el pregón de cabo a rabo con soltura, poniendo de manifiesto un talento que ha ido cultivando a lo largo de los años en sus más de veinte pregones, solo en el ámbito rociero.

Habló de Jerez, de su rocierismo, de la historia que acumula la hermandad jerezana, de sus momentos, de sus rincones, de sus gentes y de sus emociones. Consiguió transmitir cercanía al público con el que empatizó rápidamente y, sobre todo, hizo disfrutar y emocionó con un pregón eminentemente lírico donde puso mucho de él y de sus hondos sentimientos rocieros. Cada seis minutos, más o menos, regaló a la audiencia versos recogidos en un total de once poemas.

Le presentó Álvaro Domecq Romero, que exaltó los valores de León como poeta y compositor así como sus inquietudes, las que se han traducido en una profunda devoción por el Rocío, los toros, el caballo, el campo, el flamenco… Precisamente, al insigne jinete jerezano, el pregonero le dijo que "es un hombre de la Virgen, desde la espuela al sombrero, a Ella se encomendaba cuando pisaba el albero(…) cuando llega a la aldea, caballo y caballero, Álvaro Domecq Romero, tu nombre me sabe a aroma del camino rociero".

Primera ovación, para romper los respetuosos silencios. Desde ese instante, la percepción de que lo que se iba a oír era bueno, se confirmó. La Concha se llenó, como es costumbre, de un público deseoso de emocionarse y llenarse de Rocío; deseoso de que, con la palabra y el verso, se fueran de romería. El escenario lo ocupó el cuadro de la Virgen del Rocío, de Padilla; flores y la clásica carreta jerezana situada en un lateral de la cabecera de la bodega. Antes del inicio, junto a la reja de La Concha, los piteros de Jerez metieron al personal en ambiente.

En la presidencia figuraron el hermano mayor, la alcaldesa, presidente de González Byass y junta de gobierno. José León sabía y era consciente de la importancia de este pregón; de la responsabilidad de ser su protagonista. Ya anticipó que este es el 'prime inter omnes' de los pregones rocieros y que quienes le han precedido en ese atril le hacían temblar el pulso. Sin embargo, su obra delató la preparación que ha tenido, la información que ha recabado. En pocas palabras, para esta cita se ha informado y formado para crear un pregón compacto, completo y muy emocional. León jugó con recursos que domina, como el verso y la composición; la sevillana y la música en directo.

Todo consiguió enganchar y encandilar a la audiencia. Evocó en versos a todas las peñas de Jerez; recordó a Antonio Gallardo, entre otros, pero especialmente a Antonio León Manjón. Pintó en versos el episodio de aquella paloma que, tras ser soltada a la salida de la hermandad de manos de los pequeños escolares de San José, se quedó a los pies del Simpecado hasta que se llegó al Rocío.

Rimó a todas las hermandades filiales y no faltaron sevillanas nacidas de su puño y letra, junto a una plegaria, todo cantado por gente cercana a él: José Manuel García, Antonio Fernández, su hermana Amparo León y el grupo Caléndulas. La oración cantada a la Virgen pegó pellizcos: "La Virgen se hace presente, en esta bella mañana, mientras vuelan los reales por el cielo de Doñana. Se forma una media luna, con hileras de carretas, que amparan al Simpecado, de Jerez de la Frontera", en una clara remembranza al Cerro de los Ánsares, "que es la Catedral de Doñana, un cerro de vainilla". No hizo falta poner más de manifiesto su amor y fascinación por las marismas y los caminos del Coto.

Las sevillanas marcaron capítulos. Cuando sale el Simpecado y para en Porvera. El embarque y la Salve a la Virgen del Carmen de Bajo de Guía: "Cuando vengamos de vuelta, de la otra orilla del coto, te traeremos romero para ti, Virgen del Carmen, Reina de los marineros". Otro episodio cantado fue el paso por Palacio y la entrada en la Raya, una conversación entre un potro y su yegua que miran pasar por los arenales a la caballería rociera jerezana: "Serás jaca de garrocha, de costumbres vaqueras; y por mayo floreció, te sentirás orgullosa, de llegar hasta el Rocío".

Y la llegada a la aldea, una preciosa composición cantada por la hermana del pregonero, Amparo León: "Pero en Muñoz y Pavón, la aldea sabe a Jerez, al compás de las campanas, cuando te cantan las peñas, el sábado de mañana". Arrancó describiendo la marisma: "Y Dios fue tan generoso, que el paraíso del cielo, quiso bajarlo a Doñana, entre acordes de piteros". Y terminó evocando el regreso.

Así cerró José León la magia que consiguió trasladar a la bodega, entre aromas al jerez que encierran las centenares de botas que ampararon al pregonero en una noche preciosa y plena de Rocío. Fue un bello prólogo de lo que ya está a la vuelta de la esquina, el camino de Jerez.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios