Rocío 2015

Jerez alcanza con muy buen ambiente el ecuador del camino de ida a la aldea

  • El obispo ofició ayer la primera misa en Doñana con numerosa asistencia en una jornada muy agradable. La hermandad hará hoy su última noche casi en las puertas de El Rocío.

Segundo día de camino en el que sigue imperando el buen ambiente en la caravana, tal vez propiciado por el sabor a despedida que está teniendo este camino para la actual junta. La hermandad alcanzó el ecuador de la ida con normalidad en el recorrido por Doñana, una jornada que se abrió con la primera de las dos misas que se ofician en el camino junto a los otros instantes que señalan un día en el que no se avanza en demasía. La crónica del jueves tiene el denominador común de la tranquilidad, de la ausencia de prisas, ya que el trazado a cumplir es relativamente corto y a que viene a ser como un previo a lo que será el intenso viernes de camino que hoy ya cumple la comitiva rociera. La amanecida fue bastante fresca y despejada con algunas brumas, atmósfera que duró hasta que el astro rey empezó a calentar de forma evidente hasta alcanzar un punto de calor, pero soportable.

El despertar del campamento fue sosegado con tiempo suficiente para el aseo, recoger la acampada y ponerse guapos, sobre todo ellas, con batas rocieras de estampados multicolores y, por supuesto, las flores en el pelo colocadas con todo el arte del mundo. Es un gran secreto, la habilidad de la rociera de ponerse de lujo cada mañana como manda la estética del camino. También hubo tiempo sobrado para preparar la caballería, los tiros de mulas e incluso de tomar la primera copa.

La secuencia oficial del día la abrió la misa que ofició el obispo diocesano, monseñor José Mazuelos, junto al director espiritual de la hermandad, el dominico José Gil. Una misa muy participada por numerosos romeros a la que se sumó como es costumbre la hermandad de El Puerto con la carreta del Simpecado. El figurado presbiterio se formó con un ábside de catorce carretas y en el centro, la de estandarte jerezano. La afluencia fue magnífica como se pudo comprobar por el número de comuniones dadas, que pasó el centenar.

El prelado no faltó a su cita de la Marismilla, en la que, como dijo, se encuentra muy a gusto en el hermoso templo que Dios regala a los hombres, que no es ni más ni menos que Doñana. Entre relinchos de caballos y los toques de tamboril, comenzó la liturgia de la misa que fue cantada por un coro de voces magníficas de gente de Jerez: Paco Hurtado, Joaquín Vallejo, Andrés Villagrán, José Antonio Jorge, Manolín Huerta, Josemari Núñez, entre otros. Todo un equipo de primera para dar lustre y brillo a una eucaristía, la de ayer, que se repetirá esta mañana en Los Ánsares, donde volverá monseñor Mazuelos, que en su homilía del miércoles hizo referencia a la esencia del camino rociero como un camino de vida y de reforzar la devoción mariana exhortando a todos a que descubran el verdadero camino.

La romería siguió su rumbo establecido hasta alcanzar el denominado rincón del peregrino, un lugar que linda con la laguna del Carrizal donde los que van andando tras el Simpecado tienen su momento. Ese tiempo de parada y cante es para los que van a pie una reivindicación del valor del peregrino, los que aportan el testimonio de sacrificio de la romería. Más que cantes fueron oraciones expresadas al compás de hondas sevillanas de letras evocando el rocierismo más puro. Todos participaron de ese ratito ya fuera a caballo, en los carros o en los vehículos. No pasó desapercibida la presencia del hermano mayor que con tanto cariño ha ayudado a mejorar las condiciones de los que van a pie junto al Simpecado. Ciertamente, el cariño, la entrega, el trabajo y las ganas de agradar y atender a todos no ha sido en vano después de cuatro años en los que, como se dice ahora, el 'buen rollo' ha sido la consigna aplicada por Isaac Camacho y toda su gente. Y eso se nota en la caravana, en la que manda el buen ambiente y las ganas de obedecer las normas en todo instante para no entorpecer el ritmo normal de la romería.

El almuerzo fue largo y relajado, tanto que incluso hubo tiempo para una cabezadita antes de afrontar la subida al cerro del Trigo, en cuyas postrimerías se estableció la acampada de la segunda noche. Con la hermosa estampa de arenales salpicados de pinos verdes en la inmensidad de Doñana, la hermandad puso su sello diferente atravesando la dunas con su hilera de carros multicolores que en absoluto desentonaban con ese maravilloso espacio, ya en el corazón del Coto.

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