Luis Gutiérrez Rojas. Médico, Psiquiatra y Monologuista.

"Los hijos deben conocer el dolor y la adversidad desde pequeños"

  • El doctor será "políticamente incorrecto" en la charla de esta noche en el Alcázar, donde hablará sobre 'Cómo educar a los hijos con buen humor'.

Luis Gutiérrez Rojas (Granada, 1977), llega esta noche, a las 20 horas, al Alcázar de Jerez para protagonizar el coloquio 'Cómo educar a los hijos con buen humor' en una cita organizada por el grupo Attendis (CEI Grazalema). El doctor narrará una historia que hablará sobre el conocimiento personal y que tiene como protagonista la empatía con los demás y el entorno. Dará las claves para impedir que los padres eduquen a hijos maduros en una sociedad "muy desnaturalizada. Hay mucha información y poca comunicación, mucho whattsapp pero poca conversación".

-La primera pregunta es obvia, ¿cómo se educa con buen humor?

-No es una labor sencilla ni fácil, aún más con los tiempos que corren en esta vida llena de asuntos laborales y obligaciones. Siempre, ante las dificultades, hay que incluir el sentido del humor. La mayoría de discusiones y enfados que tenemos hoy día es por nimiedades que no merecen la pena. Hay que relativizar.

-¿Cuáles son las claves para no perder ese humor?

-La cuestión más importante es el autoconocimiento. Cuando una persona se conoce bien, conoce a los demás. Es como si yo te dijera que trato por igual a todos los pacientes. No puedo hablar igual a un joven de 17 años que a una señora de 65, cambia hasta el lenguaje. Esto mismo pasa con los hijos. Parece que hoy necesitamos que los hijos lo entiendan y comprendan todo, tratándolos como si fueran maduros. Los niños necesitan horario y límites, a una determinada edad no entienden nada y lo que necesitan son ideas firmes.

-La familia es esencial en esta ecuación, entonces.

-Sí. La familia necesita una estructura clara, ya que hoy día los padres y las madres parecen que van por libres. Aún más cuando hay una separación de por medio. Eso descoloca a los niños.

-Muchos son tratados como moneda de cambio en los divorcios.

-Y eso hace que estén acostumbrados a salirse con la suya. Que un niño sea impaciente o caprichoso no es cosa de la genética. Evidentemente hay algo biológico, pero en su mayoría son condicionantes conductuales que tienen que ver con el medio ambiente. Si tu hijo utiliza el chantaje emocional es porque anteriormente le hemos dejado. Si es caprichoso es porque nunca lo hemos dejado sin nada. Lo que hacemos así es criar a personas inmaduras y débiles.

-¿Qué hay que hacer, entonces?

-Hay que saber afrontar traumas y dificultades, porque siempre van a existir. Hay gente que piensa que si tienen problemas es porque no hacen algo bien. Muchos padres dicen que quieren lo mejor para sus hijos, que no quieren que sufra y que tengan lo que ellos no han podido tener. Lo que te voy a decir es políticamente incorrecto, pero las dificultades, la adversidad y el dolor forman a los hijos. Si no sufren estas cosas desde pequeños, de mayor tendrás problemas para enfrentar la vida.

-¿Qué diría a los padres?

-Que hay que combatir el pensamiento neurótico. Hay padres especialistas en echar balones fuera, culpar a las circunstancias, al Gobierno, a la política, a la sociedad o a al televisión. Es cierto que hay muchos condicionantes, pero nosotros tenemos que tener las ideas claras y posicionarnos. Las personas honestas deben admitir que los hijos tienen fallos, porque los defectos de los hijos son, en muchas ocasiones, reflejo de los defectos de los padres.

-Esa debilidad e inmadurez, ¿puede desembocar en violencia?

-La gente que no está acostumbrada a las adversidades se manifiestan de forma violenta. Si desde pequeñito sucumbes a cada rabieta, su comportamiento será mucho más impulsivo. La persona tiene que acostumbrarse al sufrimiento, tiene que palparlo. Nuestros hijos tienen cosas de más y encima no lo disfrutan. En cierta forma es reflejo de una sociedad de consumo.

-Volviendo al humor, ¿tenemos que reírnos de nosotros mismos?-

-Hay que minimizar los defectos y no exagerarlos. Hablar de absolutos, soy el mejor o soy el peor, es propio de la inmadurez. Alguien maduro es estable y es capaz de saber sus defectos y admitirlos cuando alguien se los señala.

-Parece que la clave está en saber relativizar.

-Totalmente. Hay que partir de que hay personas que tienen problemas muy dramáticos, pero no son la mayoría. Muchas cosas de las que nos amargan la vida son minucias. Cuando uno se acostumbra a recibir, a la mínima se agobia y comienza la tristeza y desesperanza. Fíjate en países del tercer mundo, que no tienen nada, y te reciben con una absoluta sonrisa.

-A consecuencia de la crisis hay muchos más cuadros depresivos en la sociedad.

-Las circunstancias adversas han crecido, por eso las depresiones y conductas agresivas y suicidas aumentan. Un remedio, además de relativizar, es preocuparnos por los demás. Las personas más felices son las que menos se preocupan de sí mismas. Esos que tienen espíritu de servicio son más felices. El amor va unido en buena parte al sacrificio, los que aman mucho se sacrifican mucho.

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