Jerez

Esclavos

  • José Antonio Mingorance y José María Abril profundizan con un amplio estudio en la esclavitud en Jerez en la Baja Edad Media.

¿Qué es la esclavitud? ¿Cuáles son sus caras antes, y ahora? Porque “dudo que toda la filosofía del mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo cambiará de nombre”, dijo Marguerite Yourcenar. Un concepto del que también sacaron sus frases otros pensadores y escritores, incluso forma parte de canciones, como una africana que dice: ...“has colocado tu miseria frente a mis ojos”. También ha hecho mucho que pensar, que trabajar, que investigar, nada menos que 12 años, a los historiadores José Antonio Mingorance y José María Abril, que tras todo ese tiempo han escrito ‘La esclavitud en la Baja Edad Media. Jerez de la Frontera (1392-1550)’ (Peripecias Libros). “El hecho de hablar de la esclavitud en el siglo XXI puede parecer algo raro, aislado, como anacrónico, pero la verdad es que a nosotros es un tema que nos atrae: los marginados, los perdedores, los que no han escrito la historia, pues nos parecía atrayente y con un valor -que es el único que tiene la ciencia histórica- que es aplicar ese conocimiento a la realidad actual”, apunta Mingorance, que recuerda que aunque el libro está centrado en la Baja Edad Media, “la esclavitud sigue siendo un fenómeno actual, pero bajo otras formas, a pesar de que jurídicamente no exista”. 

En Jerez, un 10% del total de la población era esclava (desde niños a mayores), “aunque la realidad estaba por encima porque no siempre se iba al notario a dar fe”. Y quien inició de alguna forma los estudios modernos sobre la esclavitud en España, el profesor Franco Silva, “también obtuvo un número muy importante”, justifica Abril. Ambos investigadores han partido de la base de que dada la importancia de nuestra ciudad en esos tiempos, entre la Edad Media y Moderna, “pues aquí tenía que haber esclavos, y efectivamente ahí estaban”. Así lo mostraban por ejemplo los protocolos notariales (fuente base para estudiar la vida privada) con documento relativos a la esclavitud como testimonios, compra-ventas, manumisiones (actos en los que se liberaba a los esclavos y pasaban a ser libertos, pero a cambio de un dinero por encima del precio de venta), arrendamientos, perdones, testamentos (en los que se liberan a esclavos), fianzas, depósitos... “Y es que en el documento que menos te espera puede aparecer un esclavo. La tipología documental es amplísima”, asegura Abril. Los autores cuentan que se tiene estereotipada la imagen de las malas relaciones entre amos y esclavos, y aunque las hubo, “está la otra cara de la moneda en la que los dueños legan a los esclavos la libertad y parte de sus bienes. Y en algunos casos, hay parentesco entre el testador y el afectado, ya que las esclavas se utilizaban para el desahogo sexual de sus dueños, sus hijos...”. Otro documento rico en datos son los poderes de procuración, cuando a alguien se le fuga un esclavo se nombra a una tercera persona para que lo recupere y se le recompensa. Con el esclavo se toman las represalias correspondientes, que en el peor de los casos es el ‘pringue’, es decir, untarle tocino derretido por todo el cuerpo, o marcarle con un hierro. Pero lo peor para un esclavo mayor era su libertad, ya que lo condenaba a la mendicidad, aunque liberarlos estaba bien visto por la sociedad.

Tener esclavos dotaba de prestigio social, hay quien llegó a tener hasta 14. La mayoría de ellos se usaban para el servicio doméstico, incluso llega un momento en que cuando son liberados, la palabra liberto y criado se confunden. El primer esclavo localizado por ambos investigadores es de 1424. La procedencia de los siervos era sobre todo de África, Tavira, Lisboa, Sevilla... “Era un auténtico comercio y cada vez son más los nacidos en Jerez, aunque se sigan comprando fuera. La colación de San Miguel era la zona con más movimiento”, precisan.  Al ‘cautivo’ se le prohibía reunirse a determinadas horas, llevar armas, hacer zambras..., “esclavos a los que normalmente se les culpaba de todos los hurtos o sucesos”, de tristes acontecimientos que pasaban sin embargo en todas las clase sociales.  Se les permitía tener una especie de peculio para poder alcanzar la manumisión. Remuneración que consigue en tareas extras fuera de la casa, en su mayoría. Un dinero que va reuniendo como forma de conseguir su libertad. De aquí proviene el origen de ‘ahorro’. “Cada vez que en el margen de un documento veíamos la palabra ahorro ahorramiento, ahorría, pues ahí sabíamos que había esclavos”, cuentan. La esclavitud se dilata en el tiempo especialmente en las islas, donde la Corona Española la mantendrá hasta 1880.

Ambos historiadores han descubierto además que aunque se pensara que la cristianización era motivo de liberación, “hemos encontrado que no, porque la Casa de Contratación, por ejemplo, permitía pasar indias cristianas a América, algo que es una contradicción y que es el documento que ilustra la portada. Y la Iglesia también tenía esclavos. Las viudas son las que más esclavos tienen, luego los cargos, los artesanos y finalmente los clérigos a través de donaciones”, subrayan, y apuntan que de todas las esclavitudes, “sin duda la peor es la de las plantaciones en América, el Caribe... El negro ha quedado como el prototipo del esclavo, pero aquí en Jerez es principalmente musulmán, que llegan como cautivos en el siglo XV, luego en el XVI son los hombres de color fruto del comercio con los portugueses”. De su presencia queda el nombre del Callejón de los Negros (en Porvera), aunque no hay lugares concretos de venta de esclavos en Jerez. 

La obra no es una novela histórica, pero sí una auténtica fuente para conocer más sobre Jerez y su historia. “Reconocemos que es densa en páginas y contenido, pero precisamente por eso es algo serio”.  “Para nosotros –concluyen– es una satisfacción hacer llegar al jerezano un aspecto histórico tan desconocido como es la esclavitud, que se sale de lo habitual. Un tiempo en el que Jerez era una ciudad muy dinámica, que aportaba mucho dinero a la Corona por su población pechera”. Un trabajo que responde preguntas, pero que, sobre todo, aporta datos sobre un tiempo, sobre un fenómeno prohibido por las leyes, pero que habita libremente enmascarado por el mundo desde hace siglos, y parece que por mucho tiempo más. 

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