¿A quiénes nos referimos? Nos referimos a los miles de refugiados que en lo que llevamos de verano vienen protagonizando el mayor flujo migratorio conocido en Europa desde hace muchas décadas. De ellos se habla en todos los medios de comunicación, pero nadie sabe sus nombres. Asistimos estos meses a una crisis migratoria sin precedentes en la U.E. Miles de refugiados esperan un tren hacia Europa entre la frontera de Grecia y Macedonia. Tan solo con ver la mísera situación en la que estas personas se encuentran nos sobrecoge- Exhaustos, tirados en la intemperie, sin ningún tipo de atención ni servicio. Rechazados y golpeados por las fuerzas del orden en las diversas fronteras, todos aguardan que llegue un tren que les lleve a su próximo destino que no es otro que Serbia. Familias enteras tienen que pugnar entre ellas o trepar hasta las ventanillas para hacerse un hueco. Bebés dormidos en los brazos de sus padres, niños asidos a las ropas de sus madres, recorren en grupos los pocos metros que les separan de la estación de tren de la población de Gevgelija. Una ciudad de 15.000 habitantes en la frontera de Macedonia con Grecia. Llevan días andando desde que dejaron atrás Grecia, semanas o meses si contamos desde que salieron de Siria. Son las dos de la mañana y más de 2000 sirios, pero también afganos, iraquíes, paquistaniés duermen en los andenes e inmediaciones de la terminal. Durante todo el día no ha salido ni un solo tren para la frontera de Serbia, desde donde continuará su éxodo hacia Alemania, Suecia, Finlandia, etc, hacia cualquier país que los acoja, después de atravesar Hungría. No hay ni rastro de ONGs o agencias de Naciones Unidas, Estas organizaciones tardan en llegar para comenzar a organizar las labores de asistencia humanitaria a estas personas. En las taquillas de la estación les aseguran que saldrán trenes mañana a las cuatro y a las nueve de la mañana, así como a las cinco de la tarde, sin embargo el día amanece con cientos de personas más en la misma estación sin que exista ningún tren a la vista.

Este es el resumen de muchas de las secuencias televisadas por los diversos canales en relación con esta tragedia de dimensiones incalculables. Y mientras el eje Francio-Alemán estudia cómo aplicar en la U.E las medidas aprobadas sobre el cupo de los refugiados que le corresponde acoger a cada país miembro, y se libran batallas semánticas para diferenciar entre los huyen de sus países víctimas de la persecución política y aquellos que lo hacen por pura necesidad, estos miles de personas viven en un limbo administrativo del que no saben cuándo saldrán. Y a todo esto en la tierra hispana se monta la mundial por aquello de retirar la tarjeta sanitaria a los inmigrantes ind.cumentados, medida del ministro Alonso, a la cual se han opuesto varias CC-AA. Quienes acuden a los servicios públicos de salud en nuestro país no lo hacen por gusto, sino por extrema necesidad. Bien está que se persiga el turismo sanitario que puedan practicar personas de otros países de la U.E. que pretenden ahorrarse los miles de euros que les puede costar una operación de cataratas en Reino Unido, Francia o Alemania, pero otra cosa bien distinta es negarles la asistencia sanitaria a quienes está más que demostrado que carecen de medios para pagarse las intervenciones que pongan fin a sus dolencias. Si se trata de poner coto a quienes pretenden aprovecharse de lo que no les pertenece, lo que corresponde es incrementar los servicios de inspección relacionados con este tipo de fraudes, pero no cortar por lo sano y privar se asistencia sanitaria a quienes la necesitan de un modo urgente.

Bien poco podrá lograr Hungría levantando una valla y un muro de alambre de espino con concertinas de más de siete metros a lo largo de su frontera. La necesidad derrumbara todos los obstáculos, y al final quienes luchan por entrar en Europa lo conseguirán.

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