Manolo Sanlúcar. Guitarrista

"Si hay un signo de identidad en España ese es el flamenco"

  • Tras recibir la Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes, el músico sanluqueño analiza el discurrir de su 'Obra didáctica de la guitarra flamenca', su gran obsesión

Su cara, y sobre todo sus ojeras, denotan cansancio. Acaba de levantarse porque de un tiempo a esta parte no comparte ningún huso horario. No esconde su obstinación por su último trabajo. Lleva nueve años con él aunque desde hace cinco lo hace intensamente. Duerme de día, trabaja de noche, ha perdido el concepto del tiempo para concluir lo que reconoce como "una obsesión". Aún no pone fecha, "aunque desde hace dos años se está montando", sabedor quizás de que a partir de su eclosión habrá un antes y un después en el concepto de la guitarra flamenca.

-Por lo que veo ahora mismo su único horizonte es terminar ese proyecto...

-Sí, es algo que se debía haber hecho hace cinco o seis siglos, pero no se ha hecho, posiblemente porque el flamenco siempre ha tenido una transmisión de oído, y por tanto no ha habido análisis. Cuando se ha hecho, se ha analizado superficialmente, pero no en el contexto en el que hoy se mueve la música, por eso este es un trabajo laborioso y minucioso.

-¿Para cuándo entonces?

-Prácticamente he terminado ya, lo que ocurre es que un trabajo de esta dimensión siempre va a tener cosas que decir. Llevamos montando dos años lo que pasa es que imagínate lo que significa montar catorce horas de película. No se trata de montar un diálogo de palabras, se trata de montar movimientos de los dedos, ligar la música que suena con los movimientos. El realizador, que ha hecho diez y doce versiones de cada tema para tener material, tiene que ver todo eso y elegir las mejores imágenes, ya que es una obra definitiva. Es un proceso lento.

-Ha tenido hasta que bajarse de los escenarios para ello...

-Sí, porque es una responsabilidad muy grande. Me tuve que bajar del escenario para hacerlo porque pensé que podría con las dos cosas pero no. Estamos hablando de una envergadura grande en el mundo de la música, por eso tomé esa decisión, porque me interesa mucho lo que estoy haciendo.

-¿Y qué le ha llevado exactamente a meterse en esta misión?

-Sobre todo el hecho de ver que los músicos del mundo están ansiosos por saber cómo funciona el flamenco. Acuden a los discos pero no se enteran, no comprenden lo que pasa, entonces hay que explicarles cómo funciona esto. Es igual que cuando vienen los extranjeros aquí a aprender guitarra flamenca, que se van a los más destacados, pero como no saben música no lo pueden explicar.

-O sea todo se analiza desde una perspectiva científica....

-Eso es, se analizan los comportamientos guitarrísticos de esta manera. El guitarrista no sabe explicar lo que hace, pero sí sabe hacerlo. Esa es la cuestión, porque claro, se supone que sabe hacerlo pero se guía por la oreja, no tiene elementos de juicio. Además, que una cosa esté incorrecta no significa que suene mal, y el hecho de que suene bien, no significa que esté bien hecho. Hay que estar pendiente porque claro, se cruzan los comportamientos y el que toca de oído muchas veces está haciendo algo incorrecto y no lo sabe.

-¿Y cómo lo ha estructurado?

-A través de imágenes y de dos libros, uno sobre una historia de Andalucía contada desde mi punto de vista, siempre desde el punto de vista de la música. A mí lo que me interesa es escribir la historia de los andaluces, ese pueblo en el que la expresión 'ay' es una expresión de dolor dentro del pueblo. Este pueblo ha sufrido mucho, ha tragado mucho con las distintas culturas que han pasado por aquí y eso también está en la música. El otro libro es sobre la escuela, analizando la métrica, la armonía, la aplicación de la armonía en los géneros...Todo en sí mismo tiene su propia escuela, el flamenco tiene una escuela muy rigurosa, lo que ocurre es que se ha venido transmitiendo de esa manera. Pero tiene un comportamiento más riguroso que todas las músicas del mundo. Es curioso que parece que no tiene cultura y resulta que es más exigente que las demás.

-(...)

-Si vas a un conservatorio y te enseñan música te dicen 'tal cosa se puede hacer, menos en este caso, o esto no se puede hacer, esto está prohibido'. Se ponen tantas excepciones que ya el rigor de ese comportamiento se ha ido. En el flamenco te dicen 'esto es así y no puede ser de otra forma. ¿Usted puede tocar la taranta en otro tono?' No. No hay excepciones. '¿Por qué?' Porque en cuanto usted hace eso de otra manera ya deja de ser una taranta. ¿Se puede tocar la seguiriya en otro tono que no sea el la dórico? No, porque en cuanto usted no hace eso ya no hay seguiriya. Entonces, somos más rigurosos que en la escuela de occidente.

-Usted siempre ha defendido el flamenco por encontrarlo como una música distinta y propia...

-El flamenco es una cultura milenaria y funcionamos a través de las teorías de los modos griegos. Tenemos un bagaje folclórico que aparece en el pueblo. Las entonaciones que tiene Andalucía no las tiene ningún otro pueblo de Europa, ni siquiera de Despeñarros para allá. Es una cultura que pertenece al pueblo, porque cada pueblo canta de la misma manera, con el mismo sistema musical. Los sistemas son como los idiomas, como será eso que en Huelva cada pueblo tiene su estilo de fandango. Ese tipo de construcción llega hasta Murcia y Badajoz, que son prolongaciones de nuestra tierra. Nuestra música no es de autor, de nuestros mejores cantes podemos decir quién los cantaba pero no quién los compuso, de manera que eso es un proceder cultural hoy único en el mundo. Si hay algún signo de identidad en España es éste.

-Sin embargo parece que el folclore se ha dejado a un lado...

-No se ha dejado a un lado, se ha abandonado. Parece como si hubiera un deseo de destruir la cultura española, porque han logrado destruir el folclore español que era el más rico del mundo, de una belleza increíble. Todo eso ha quedado destruido. ¿Dónde está ese folclore que se cantaba y bailaba en todos los pueblos de España? Es una miseria intelectual absoluta, empobrecido a esos niveles.

-¿Y con qué intención se está haciendo eso?

-Con la intención de convertirnos en monitos, lo que buscan es que tú no pienses, que te amaestren como a un monito y digas sí a todo. Aquí no hay ningún deseo de expandir cultura, el único deseo que hay es de engullir toda la cultura norteamericana que por desgracia nos ha invadido por los cuatro costados. Estamos tan ensimismados con la cultura americana que ya hasta en los anuncios que salen en televisión sale una persona que parece que te va a vomitar encima pa anunciarte una colonia. Somos un país que tiene milenios de cultura, pero aquí importa tres carajos la cultura, lo único que importa es quien tiene el jurdó, el dinero, y ese es el que manda. Le importa tres pitos lo que tú pienses y tus sentimientos, lo que importa es cómo te domina. Las criaturas en su tierra no se dan cuenta que están siendo invadidos, están despersonalizados, son bultos. Es como ahora con la cocina, en poco tiempo todo es cocina, todo el mundo sabe de cocina y a todo el mundo le encanta cocinar. Mañana vamos a hacer alpargatas, y te encuentras a todas las emisoras haciendo alpargatas....Esto es una vergüenza.

-¿Cree que habrá un antes y un después en la guitarra flamenca después de este trabajo?

-Podría haberlo pero yo no tengo ya confianza en el ser humano. Tengo 72 años y he vivido una vida donde he conocido a mucha gente con mucho sentido de la responsabilidad y ganas de hacer las cosas bien, gente que no encuentra la esencia de las cosas y la ven con rigor. Hoy lo que se busca es terminar una cosa rápida para venderla lo antes posible y ganar dinero. Ya ves cómo ha ido degenerando el arte. Todo el mundo bendice formas del arte que lo único que ha tratado es quitar complejidad. Llegó un momento en el que la gente tiraba la pintura desde lejos a los cuadros y eso era un arte. Cuando se llega a esa degradación y la gente tacha a los que no están de acuerdo con eso de ignorantes, pues entonces apaga y vámonos.

-Hace unos días recibió la Medalla de Oro a las Bellas Artes, ¿qué ha supuesto para usted?

-Hombre, la Medalla de Oro reconoce la carrera de una persona al mérito de las Bellas Artes. Es como un resumen y se le da a la gente cuando tiene una carrera hecha y mostrada. Es un reconocimiento muy honroso para cualquier persona que haya dedicado su vida a la cultura. Estoy muy contento.

-De todas formas, ¿sigue dándole más valor al que recibió en 2000, el Premio Nacional de la Música?

-Cualquier reconocimiento te muestra atención, pero si se refiere estrictamente a tu oficio, a tu trabajo y se reúne un jurado de músicos tiene más valor. Fíjate que en la guitarra sólo lo tenemos tres en la historia, Andrés Segovia, Narciso Yepes y yo, ya no hay más nadie.

-Usted ha tocado y coincidido algunos de los grandes nombres del flamenco en esa amplia trayectoria. Después de haber pasado por eso, ¿cómo ve el futuro del flamenco? ¿Hay relevo?

-Esto se perderá y es muy posible que se pierda pronto. Me da mucha pena porque ésta ha sido mi vida de siempre y una manera de sentir la vida. Dicen que el flamenco es una manera de vivir, pero yo creo que es una manera de sentir la vida. Piensas que eso está constituido como está constituida la relación del cielo y la tierra, pero te das cuenta que estamos en un momento terrible.

-Tan negro lo ve todo...

-Mira, hace unos días leía a Manuel de Falla y hablaba de la segunda guerra mundial. Decía que esperaba de esa guerra que los pueblos retomasen el protagonismo y la identidad de cada uno porque la música se estaba fundiendo y unificando, y al unificarse se vulgariza y pierde lo que es llama la sustancia que cada pueblo expresa en su música. Eso lo decía en los años cuarenta, y mira ha sido todo lo contrario, todo se ha unificado y uniformado porque esa es la intención, que todos seamos lo más iguales posibles. Es como ahora que todo el mundo tiene que hablar ingles, porque además te comen el coco para que tú entiendas que si no sabes hablar inglés eres un inculto. Te lo exigen para muchas cosas de la vida. Al final terminas creyéndote que eres un tarao porque no sabes hablar inglés. Llevo 59 años andando por el mundo, he dado no sé cuántas vueltas al mundo, y te puedo asegurar que sólo sé cuatro o cinco palabras en inglés. Lo único que sé decir en muchos idiomas es gracias. Me resulta muchísimo más barato pagar a una persona que me acompañe y le diga 'pídeme aquí un tostá con pringá' (risas). Esto se ha convertido en una piltrafa, hay unos pocos de personajes que tienen todo el dinero del mundo y condicionan todas las cosas de la existencia en su beneficio propio.

-El otro día me decía Paco Cepero que hoy todos los guitarristas tocan igual, ya se no se puede distinguir como antes...

-Eso es cierto, pero habría que profundizar, porque también es cierto que no es lo mismo hacer un análisis sobre cosas complejas que hacerlo sobre cosas sencillas. Diego del Gastor, que fue un guitarrista con una personalidad tremenda y a mí me encantaba, de hecho lo escucharé siempre por su manera de decir y expresar la música, no sé si sabía diez o doce acordes. Era de un primitivismo grande, pero tenía una personalidad arrolladora dentro de su lenguaje. Los guitarristas de hoy se mueven en otro concepto, tocan mucho más complejo. Entonces, es menos fácil distinguir a uno de otro. De cualquier manera sí es cierto que se ha perdido mucha personalidad. Cuando yo y Paco Cepero éramos chavales, porque hemos vivido ese mundo muy de cerca, un guitarrista, por humilde que fuera, tenía personalidad, porque entre otras cosas esos guitarristas que eran mayores ya en mi juventud no escuchaban nada más lo que tenían al lado. Hoy tú tienes discos y música por todos lados, entonces no se puede comparar una cosa con otra. Lo que sí es verdad es eso que antes la gente se distinguía entre sí más que hoy.

-¿Y en el cante ocurre lo mismo?

-En el cante es distinto. Yo conocí una época, porque yo empecé como profesional a los 13 años cuando me fui con Pepe Marchena, en la que había gente que cantando por fandangos nada más ya eran reconocidos. Me acuerdo de Antonio El Sevillano, que a mí me encantaba. Lo que cantaba eran fandangos y un par de bulerías, porque además componía él las letras y tenía una sensibilidad enorme. Hoy los cantaores entienden que tienen que ser catedráticos y eso es loable, pero no se hacen especialistas. Una persona tiene que reunir muchas cualidades para hacerse notar. Antes, no era tanto, con menos cualidades centraba toda esa energía y conocimiento en un espacio más reducido y destacaba. Hoy hay mucho más conocimiento pero el conocimiento no tiene nada que ver con la sensibilidad artística.

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