Diario de Pasión

Vocación cofradiera del callejero jerezano (V)

AMARGURA que en Jerez por aliviar el dolor de María se convertirán en Alegrías en San Mateo, en esa calle que se esconde detrás del templo del Evangelista, esa calle que en Semana Santa se ruboriza y se acompleja con su nombre. Esa callecita que por estar en el Rincón Malillo es algo así como la niña traviesa que tan solo por no perderse la visita del Desconsuelo y Santa Marta trepará por el Almendrillo para desde allí arriba poder contemplar ese dramático grupo escultórico del Santísimo Cristo de la Caridad en su Traslado al Sepulcro.

Pero entre amargura y alegrías existe un punto intermedio, la Paz, la estrechez de su calle nos habla de la dificultad de este equilibrio. Calle advocacional de la Hermandad Sacramental de la Cena, calle pequeña que conmemora un hecho grande, la unión de los jerezanos. Al igual que los Natera van a ceder su capilla para que se firme la paz, los Pavón van a darle a su primitiva calle un nombre importantísimo para todo cuanto significa hermandad: Unión.

Y esta calle de la Unión me sirve para pedir desde aquí una auténtica unión de las cofradías, una autentica Unión de Hermandades, donde todas y cada una de las Cofradías de Penitencia jerezanas estén continuamente representadas.

Pues bien, esta antigua calle de Pavón me trae el recuerdo de aquella otra calle de Doña Brianda de Pavón, que adosada a los muros de San Miguel compone frente a las Clarisas ese nombre tan celestial que son los Santos. Santos y Ángeles en el callejero jerezano.

Unos, los Ángeles, van a revolotear por la calle Ancha en silencio para no perturbar el paso de la Buena Muerte. El Martes Santo también permanecieron en silencio cuando la Defensión salía de Santiago.

Los Santos, la Plaza de los Santos en su silencio en la madrugada del Viernes es la envidia de la Plaza de San Miguel, donde el eterno silencio, el edificante silencio del Santo Crucifijo solo se ve empañado por unas voces que a destono tratan de romper el silencio de la multitud.

Seguro que los Santos se habrían ganado aún más la gloria si pudieran entregar a Jerez el silencio que en su plaza tienen y que un poco más arriba a las puertas de San Miguel una irresponsable minoría trata de comprometer.

'Los ángeles le contaban al Arcángel su silencio, San Miguel los escuchaba y decía en sus adentros pensando en las algaradas. Si utilizara mi espada, la noche del Jueves Santo seguro que se acababan'.

Pero como será muy difícil el recurrir a la espada del Arcángel, que menos que buscar una Campana o unas Campanillas que impongan el silencio. Campana y Campanillas en el callejero jerezano. Campana que en una esquina verá a las Angustias y esperará al Cristo. En la otra algunos años tendrá que asomar su cara para buscar a la Esperanza de la Yedra , y otros sin embargo seguirá recibiendo la visita de la Señora.

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