Jerez

Proyecto Hombre atiende a ocho menores por abuso de las TICs

  • La asociación prevé superar la decena de usuarios que se atendió en 2015 por "mal uso" de las nuevas tecnologías Alerta de la banalización del consumo de canabis en los jóvenes

El primer semestre del año se ha cerrado con una previsión de superar las atenciones realizadas en Proyecto Hombre durante 2015. Especialmente preocupa el aumento de menores que necesitan tratamiento por abuso de las nuevas tecnologías y la tendencia en alza del consumo de cannabis entre los jóvenes.

En un reciente estudio -de Proyecto Hombre y la UCA- se apunta que desde que en 2002 llegó a la entidad el primer caso de abuso del teléfono móvil, "hemos atendido sobre todo a jóvenes pero también adultos, con uso problemático del teléfono móvil, internet, videojuegos... Abarcando esta realidad tanto desde el tratamiento como la prevención, con talleres y seminarios para alumnos, padres y educadores". En 2014, fueron 4 las personas que necesitaron ayuda por el mal uso de las TICs, en 2015 se llegó a 10 y hasta el pasado mes de junio ya se habían atendido a 8 menores y una joven está a día de hoy pendiente de entrar por esta 'adicción'. "Vamos en aumento. Ya no resulta raro que venga a Proyecto Hombre un niño de 13 años por problemas de comportamientos y uso indebido de las nuevas tecnologías", reconoce el director de la asociación, Luis Bononato.

La relación de los jóvenes con las tecnologías, concretamente con el móvil, es intensa y la desconexión de este tipo de dispositivos puede provocar estados de ánimo alterados. En el informe sobre el uso de nuevas tecnologías se explica que se han identificado diferentes aspectos vinculados al uso problemático de las tecnologías: por un lado, la dificultad que tienen para desconectar de los dispositivos móviles; el multitasking (utilización simultánea de varios dispositivos tecnológicos); la conciencia acerca de cambios en su vida o estados de ánimo y, por último, la relación con personas cercanas.

Otra de las 'patas' de la organización es Proyecto Joven. El consumo de alcohol, cannabis y otras sustancias por parte de jóvenes menores de 20 años provocó la aparición de este programa. Es un tratamiento específico para menores, consistente sobre todo en un programa de prevención indicada para jóvenes y adolescentes que presentan una conducta problemática vinculada al consumo de sustancias que requieren de una intervención educativo-terapéutica. Suele tener un componente de entrenamiento familiar en habilidades de comunicación y resolución de problemas muy importante.

En 2014 se atendieron a través de este programa a 59 jóvenes, el año pasado fueron 72 y desde la dirección de Proyecto Hombre apuntan a que en 2016 se rondará los 100 jóvenes. Cabe decir que los usuarios de este programa han pasado de suponer un 12% en el año 2000 al 23,7% a principios de 2016, mientras que los drogodependientes del programa base han pasado de ser el 81,3% al 46,5%. Desde la entidad alertan de la banalización del consumo de cannabis, cuya edad media del consumidor actual está en los 18 años, y destacan una baja percepción del riesgo.

"Nos preocupa mucho. Es cierto que no todo el mundo que ha probado un porro termina con la cocaína, pero está demostrado que la escala de consumo de sustancia es: tabaco, alcohol, cannabis, pastillas, cocaína. De hecho, hay estudios que reflejan que los jóvenes creen que es más perjudicial para la salud el consumo del tabaco que el cannabis, cuando este último entraña muchísimos riesgos cuando, por ejemplo, se mezcla con el alcohol", explica Bononato.

El consumo abusivo y crónico de cannabis tiene riesgo porque puede derivar en efectos que ejercen sobre el sistema nervioso central a largo plazo. Especialmente estos efectos afectan sobre los momentos más críticos del desarrollo cerebral, es decir, en la adolescencia. Entre los más conocidos están los que influyen a la cognición y a las funciones ejecutivas, es decir, desde la coordinación motora hasta tareas ejecutivas más complejas como las capacidades de planificación, organización, resolución de problemas, toma de decisiones y control del procesamiento emocional. Estos déficit dependen de la dosis, tiempo desde el último consumo, edad de inicio y duración del mismo.

"En los años 90, el perfil del consumidor de droga era muy desestructurado, la heroína era la más consumida, y la droga se encontraba en el puesto número dos de las preocupaciones de la ciudadanía. Actualmente, la droga ni aparece en las estadísticas porque la preocupación es mínima. Ahora se atiende a más gente y el perfil ha cambiado radicalmente. Lo que pasa es que lo que no se ve, no existe", lamenta el director de Proyecto Hombre.

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