Jerez

Uvas de la noche

  • González Byass acomete estas noches la vendimia nocturna en la viña 'La Racha', en el Pago de Macharnudo, de donde obtendrá el mosto para las soleras fundaciones del 'Tío Pepe'

La viña 'La Racha' de González Byass tiene una peculiaridad: está en el centro. Y lo mejor de todo es que la condición de dicho centro lo decide quien allí se ubique. Es el centro del Marco de Jerez, pues en ella se  concentran las más antiguas y puras albarizas de la denominación de origen de Jerez. Además es el corazón de una tierra vieja desde la que se divisan las estribaciones del puerto de Bonanza, el 'Cerro' donde Pemán escribía prosas y versos y hasta las instalaciones donde la política jerezano-catalana Inés Arrimadas celebró su mediática boda.  Dirigiendo la vista al sureste se divisa Jerez, en el punto casi opuesto se halla Rota, El Puerto mientras la intermitencia de las luces de los aerogeneradores compiten con el firmamento que se ofrece en la cúpula celeste. 

 

Mucho más abajo, entre los 'líneos' de la viña, se lleva a cabo una tarea secular en la que la mano del hombre sigue siendo esencial. Es bien sabido que la mecanización de la vendimia en las explotaciones de las grandes bodegas es cercana al cien por cien. Allí, en la finca 'San Antonio', donde se ubica 'La Racha', aún se sigue tirando de tijera durante cuatro días para cortar los frutos que este año aportan las cepas. 

 

La sinuosidad casi femenina de esta zona del Pago de 'Macharnudo Alto' ha permitido que las inclemencias meteorológicas no hayan pasado demasiada factura al fruto de la vid.

 

No en vano -y no se debe olvidar- la meteorología ha sido este año absolutamente loca en el Marco de Jerez. A la hora de enumerar inclemencias meteorológicas hay que hacer una lista larga. Para empezar no hizo suficiente frío cuando tuvo que hacerlo y además durante la floración las temperaturas fueron especialmente bajas. Mal asunto. 

 

A todo ello se unió que el régimen de precipitaciones prácticamente se volvió loco "y se hartó de llover cuando no debía hacerlo", apunta a este medio Salvador Guimerá, jefe del departamento de Viñas de González Byass. En pocas palabras, empezó a caer agua del cielo cuando no le convenía ni a la viña ni a los jerezanos, que por entonces estaban intentando pasárselo bien en plena Feria del Caballo. Cuando todo parecía olvidado, cuando nadie pensaba que los hados de la meteorología podían gastar alguna barrabasada más, llegó el verano con un temporal de levante que no se conocía igual desde hace veinte años. Este viento, molesto y loco donde los haya, tiene una particularidad: seca la uva pero lejos de la creencia popular no la ayuda a madurar.

 

Pese a todo lo señalado, en el pago de 'Macharnudo Alto' la uva ha crecido con buena fuerza y se muestra conforme a los cánones que se esperan en un racimo de uva palomino: alargados, con una compactación media, aportando una uva dulce, con piel fina y una acidez casi inexistente.

 

Tratar bien a la uva es el objetivo primordial de la vendimia nocturna que González Byass lleva a cabo a finales de agosto desde hace ya cinco años. El objetivo es, ante todo, tratar con mimo al racimo. Como diría un castizo, depositarlo en la caja sin que apenas se dé cuenta de ello la vieja cepa de 31 años que lo contempla.

 

La labor es llevada a cabo por una cuadrilla de 26 personas que recorre todos los recovecos de esas vides. En la noche, ya se sabe, todos los gatos parecen pardos, sobre todo si hay una farola que ayude a dar algo que se parezca al menos a un color. En 'La Racha', ni que decir tiene, lo único que alumbra es la luna y los ciclos han querido que este año la poca luz que llegaba de cielo fuera la de una luna creciente en su primer grado. Casi nada.

 

Empiezan las tareas de corte a las tres de la madrugada y a las diez de la mañana se da de mano. Es entonces cuando el sol empieza a calentar un poco la viña 'La Racha', un lugar donde incluso en los días más calurosos de agosto el fresco se deja notar. 

 

"Tanto por seguridad como por rendimiento el trabajo se acomete con la ayuda de maquinaria agrícola que ilumina la zona", apuntan el enólogo jefe de la firma y su jefe de Comunicación, Antonio Flores y José Argudo, respectivamente. 

 

La potencia lumínica es tal que convierten la noche casi en día y los vendimiadores pueden cortar y depositar con mimo el fruto de sus esfuerzos en las pequeñas cajas de quince kilos que otros operarios irán concentrando en unos enormes cubos de plástico capaces de recoger media tonelada de racimos. Toda esta labor se hace contrarreloj. Es decir, el objetivo máximo es que la uva llegue lo más fresca posible a los lagares del centro de producción de 'Las Copas'. Allí, a partir de las nueve de la mañana y sin que la uva sea ni siquiera refrigerada porque no le hace falta, se le extraerá el mosto que tendrá un fin tan exquisito como pasar a formar parte de las soleras fundacionales del 'Tío Pepe'. A este respecto cabe destacar que el insigne fino jerezano tiene una veintena de soleras, cada una de ellas con su propio nombre y sus particularidades organolépticas. Una combinación de todos ellos terminará creando ese fino conocido en todo el mundo.

 

A lo largo de estos tres, quizás cuatro, días de vendimia la viña reportará unos 90.000 kilos de uva. Será un rendimiento de unos 9.500 kilos por hectárea. Aceptable, pero no óptimo ya que el clima, como ha quedado dicho, ha jugado en contra. 

 

Se puede decir que será casi el epílogo a la vendimia de González Byass, la cual comenzó oficialmente el pasado 18 de agosto con la elaboración de los pies de cuba (primeras fermentaciones en 'Las Copas').

 

Las previsiones de cosecha, como en el resto del Marco de Jerez, apuntan a un descenso de producción comprendido entre el 15 y el 20% respecto al año pasado.  Jerez, pese a todo, aportará este año la mitad de la producción de uva de toda Andalucía, manteniéndose en el liderazgo. Como debe ser.

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