Jerez

El negocio que llegó a Jerez cuando nadie lo esperaba

  • La planta de la calle Arcos nace de 'La Jerezana' y 'La Constancia', dos factorías que comenzaron a dar empleo industrial poco después de la 'Revuelta Campesina'

Jerez ha tenido fábrica de botellas desde finales del siglo XIX. Hasta entonces, el mercado del vino de Jerez se las apañaba para dar salida a sus productos vendiendo botas de roble desde las que, posteriormente, se embotellaba el vino al cliente. Eran años en los que quien quería vino iba a la bodega o al tabanco con la botella debajo del brazo. Una botella no era, ni mucho menos, un exponente más de la cultura del 'usar y tirar', un concepto por entonces impensable en una sociedad que vivía día a día. La botella era un objeto con valor. Mucho debería de llover hasta que hicieran acto de presencia los envases no retornables en los años 80.

Por aquella época (primeros años del siglo pasado) existían varios lavaderos de botellas usadas en la ciudad -uno de ellos en la calle Clavel-, improvisados centros recicladores que abastecían de las ansiadas botellas a los comercios y a los tabancos.

En unos tiempos actuales en los que muchas generaciones no han conocido el envase retornable (aquel que había que entregar vacío en el comercio para poder comprar uno nuevo lleno) puede ser difícil creer que en aquel comienzo de siglo la botella fuera hasta moneda de canje. No en vano, narran las crónicas que no era difícil hallar por la ciudad a individuos que compraban por unas pocas monedas las botellas viejas que se acumulaban en las casas para después revenderlas en lavaderos, tabancos e incluso bodegas. En muchas ocasiones, la moneda de cambio eran globos y otras chucherías para los niños. Posteriormente aquellas botellas volvían a ponerse en circulación. Unas simple botella, demostrado queda, tenía un valor mucho mayor del que se le otorga hoy. Que la ciudad de Jerez tuviera su propia fábrica de botellas era, simplemente, cuestión de tiempo.

Corría 1895 cuando un empresario francés llamado André Bocouze presentó de forma pública ante el Ayuntamiento de la ciudad su intención de construir en Jerez una fábrica de botellas. La levantó, tal y como lo deseaba, junto a las vías del tren, para de esta forma garantizarse el suministro de carbón así como la rápida salida de sus productos hacia sus destinos finales vía ferrocarril. Por este motivo, el proyecto primitivo contemplaba incluso la creación de un ramal viario, que partiendo del kilómetro 109,460 del mencionado trayecto ferroviario llegaba hasta la misma fábrica.

Un aspecto que no se debe olvidar es que la llegada de la primera fábrica de botellas a Jerez se produce en unos años en los que la situación económica y social en Jerez y su campiña era crítica. Sólo tres años antes, Jerez había conocido los famosos alborotos de la 'Revuelta Campesina'.

La fábrica en cuestión se llamó 'La Jerezana' y no tardaría en tener competencia. En los terrenos vacíos que rodeaban la plaza de toros y casi lindando con el antiguo cementerio de Santo Domingo se levantó la fábrica de 'La Constancia', que comenzó igualmente a trabajar antes de que comenzase el siglo XX. Cabe destacar que la actual barriada jerezana denominada 'La Constancia' toma su nombre precisamente de la extinta fábrica de botellas, ya que dicho barrio se levantó a mediados del siglo XX sobre los terrenos que un día albergaran la referida planta de producción de vidrios.

Sea como fuere, la aventura en solitario de 'La Jerezana' y 'La Constancia' duró bien poco, ya que el 27 de abril de 1901, apenas cinco años después de su constitución, ambas pasaron a formar parte de la Compañía General de Vidrierías Españolas, el más pujante grupo de empresas de este sector productivo que había en el país. Cabe recordar que ambas plantas de producción trabajaban por entonces con técnicas que hoy tan sólo son capaces de poner en práctica los más experimentados artesanos, tal y como es el caso del soplado con caña. La fusión de las vidrierías jerezanas y su inclusión en el referido grupo de empresas supuso, en buena parte y tras infinidad de compras, absorciones y fusiones, el germen que haría nacer Vicasa (Vidrieras de Castilla Sociedad Anónima), la gran industria vidriera española del siglo XX que con los años pasaría a erigirse en filial de la multinacional de capital francés Saint Gobain. En los anales de la compañía francesa Saint Gobain, firma que curiosamente nace para llenar de los mejores cristales del mundo al recién construido Palacio de Versalles, se deja bien a las claras que fue en la década de los años veinte del siglo XX cuando se les adhirió (por absorción) la Compañía General de Vidrierías Españolas donde como ya quedado dicho se encontraban entre otras muchas compañías las plantas jerezanas de 'La Constancia' y 'La Jerezana'.

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