Reflexiones sobre psicología

Difusión de la responsabilidad

  • Un concepto interesante a tener en cuenta en el ámbito académico

Numerosos estudios han demostrado cómo, refugiados en el anonimato que proporciona la pertenencia a un grupo, muchos menores y adultos pueden llegar a realizar comportamientos que van más allá de sus limitaciones morales, de sus principios y de sus valores.

Resulta ya habitual, desgraciadamente, que en cada partido de fútbol sea en las zonas de las hinchadas donde aparezcan los destrozos, las conductas vandálicas y violentas. En las manifestaciones se llega a desafiar y a insultar a las fuerzas de seguridad amparados en el colectivo e igualmente amparado en el grupo, un alumno puede volverse un alborotador, vago y perezoso o por el contrario, asumir las responsabilidades de sus comportamientos y mostrar interés por las tareas escolares.

Aunque no es nada sencillo, puede resultar de sumo interés, evitar que el alumno se difumine entre la clase, que se diluya en sus quehaceres y se olvide de todo lo que implica un esfuerzo académico. Evitar esta evaporación del alumno, implica personalizar la atención que se dirige a él, por ejemplo no es tan difícil pedir a cada alumno una tarea diferente, por lo menos a aquellos que intuimos que lo necesitan, o bien, pedir a los cinco primeros una tarea, a los cinco segundos otra, a los cinco terceros otra y así sucesivamente. De esta forma no es la tarea de la clase, es su tarea. Si se personalizan las tareas, como decíamos al menos en los casos más necesarios, no podrá copiar de otro, ya que sólo él tiene esa tarea. Sí podrá pedir ayuda, actitud que en todo caso favorece el aprendizaje. El sentimiento de éxito que puede experimentar el alumno al realizar su propia tarea y no la de la clase (aunque éstas también serán importantes en otras ocasiones), le suministrará la motivación necesaria para empezar a consolidar un hábito de trabajo que a veces se vuelve inalcanzable.

Desde esta perspectiva se pueden generar excelentes estrategias que permitan motivar al alumno, reforzarlo, premiándole por lo que sólo él ha conseguido y permitiéndole incluso ayudar a otros compañeros que no han realizado aún ese tipo de ejercicio.

Puede ser éste el momento adecuado para recordar que las tareas académicas en casa tienen que dejar algún tiempo al alumno para el ocio, disfrute y descanso. Estas actividades gratificantes tienen que servir siempre de recompensa a la labor y el esfuerzo realizado y nunca ser disfrutadas con anterioridad  a las tareas, ya que entonces las dejaríamos sin recompensa y decrecería el interés del alumno por las mismas. Del mismo modo es un hecho bien conocido que cuanto más cercano se encuentre un premio a una tarea, mayor poder ‘reforzante’ tendrá este premio, por lo que no debemos hacer promesas muy a largo plazo, sino a la mayor brevedad posible.

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