Jerez

La inmigración no es un problema

  • Este colectivo supone ya un 13% de la población de la ciudad · Según datos de la memoria anual de Ceain, la crisis les ha afectado muy negativamente por ocupar los puestos de trabajo más precarios

Nuestra sociedad ha avanzado a pasos agigantados. La evolución social en España se produjo a mediados del siglo XX junto al despegue económico. Ahora nos encontramos en una etapa de receso y la crisis se ha convertido en un verdadero problema. En toda esta vorágine de desempleo, negocios abocados al cierre, subvenciones que no llegan y trabajadores a los que no se les ingresan sus nóminas, un colectivo en especial se encuentra en el punto de mira, los inmigrantes.

Francisco Morales, director del Centro de Acogida de Inmigrantes (Ceain) destaca la importancia de "la integración de este colectivo a través del empleo". Piensa que "debemos de poner en valor la capacidad emprendedora de los inmigrantes. Ceain "ha tratado de brindarles las herramientas que posibiliten esto". Uno de los objetivos de esta asociación es conseguir que los servicios de la comunidad estén preparados para atender a una ciudadanía diversa culturalmente. Por ello persiguen dos objetivos: la inserción laboral y la implicación como profesionales en dicha integración, a través de empresas públicas o privadas, para que sirvan de agentes facilitadores del cambio. Respecto a la crisis apunta que "no podemos verlos como una amenaza. Tienen derecho a empleo, prestaciones sociales... No se les debe ver como competidores sino como ciudadanos". Además ha supuesto una bajada en la recepción de inmigrantes pero "los que ya están aquí permanecen. Siguen aquí arraigados, sus hijos están escolarizados y tienen su vida hecha en esta ciudad".

"La inmigración debe ser vista como parte de la solución, no como parte del problema" añade Morales que opina que "la inmigración se debe percibir como un fenómeno estructural permanente. Viendo la sociedad española como una sociedad plural". Destaca que "sin ellos la crisis hubiera sido mucho peor, pues representan a una población emprendedora en edad activa, ansiosos de oportunidades laborales".

La sociedad española debe "hacer un mayor esfuerzo de pedagogía que corresponde tanto a asociaciones como nosotros como a los poderes públicos. Todos debemos arrimar el hombro en la misma dirección".

ana hérica ramos

bolivia

A sus treinta años esta licenciada en comunicación social lleva afincada desde 2006 en nuestra ciudad y está casada con un jerezano. Representa el perfil básico del inmigrante: el de una mujer, boliviana y en situación regular.

Dos hechos puntuales en su vida la empujaron a emigrar "el primero fue la necesidad de cambiar de aires. Hay sociedades que te ayudan a respirar mejor; la otra es que tenía a mi madre aquí. Sin ningún familiar cerca no me hubiese planteado emigrar".

Jerez le gusta mucho "es una ciudad práctica y llevadera. Relativamente pequeña pero con acceso a todo". Vivió en su ciudad hasta los 26 años y la recuerda demasiado grande. Allí trabajaba de su carrera pero sólo le daba para pasar el día a día, aquí ha mejorado su calidad de vida.

Recuerda lo primero que hizo el día que llegó. "Llegué un domingo y el lunes ya estaba en Ceain, necesitaba asesoramiento de topo tipo". Además Ana Hérica entró en España con un permiso de turismo de tres meses que al caducar la dejó en situación irregular.

Recalca la importancia del idioma pues "al compartir la misma lengua tenemos ventaja frente al resto de emigrantes, aunque también existen otros problemas". Ahora entiende la forma de hablar del jerezano que "parece que grita. Nosotros hablamos más pausado y suave".

El vivir aquí le ha aportado mucho más de lo que esperaba ya que "vengo de una sociedad tradicionalista, muy cristiana, donde no se contempla otra verdad que la establecida. España me ha enseñado a conocer diferentes puntos de vista. La oportunidad de pensar por mí misma".

Sabe que al principio la gente "tiene miedo de nosotros, miedo a perder lo suyo, su identidad, por eso nos ven como una amenaza".

Su objetivo primordial es tener la oportunidad de "ejercer mi profesión y de aportar a la realidad de la inmigración el conocimiento necesario para ir rompiendo estereotipos. Quiere agradecer a los jerezanos "la oportunidad que me han brindado de conocerlos y conocerme. Cuando se da la oportunidad se rompen las barreras y mueren los prejuicios. Cuanto más conozco Jerez más me identifico con su ciudadanía".

mostafá rabouli

marruecos

Es licenciado en filología hispánica y ha realizado cursos de doctorado en la Universidad de Sevilla. Este marroquí habla de sus dos proyectos migratorios pues "viví siete años en Sevilla por cuestiones estudiantiles, volví a Marruecos y me casé con mi esposa, luego regresamos a Cádiz porque ella lleva afincada aquí trece años".

Destaca que "mi objetivo de vida ahora ha cambiado, no es lo mismo sentirte estudiante que inmigrante. Tengo una formación más amplia y siento que tengo que coger el mando de mi propio proyecto migratorio, me gustaría poder apoyar económicamente a mis padres que viven en Marruecos, para que se puedan construir una casita".

Para Mostafá es el momento de "disfrutar con mi vida, salir al mercado, tener una red de amigos para sentirme más identificado con la gente de aquí, sentirme jerezano".

Vive en la zona sur y es presidente de la comunidad de vecinos de su bloque. Le gusta la gente de su barrio porque "es humilde, abierta...". Para él Jerez es "una ciudad preciosa, sin mucha bulla" aunque "el factor económico no nos da muchas posibilidades de trabajo". Recuerda que "fue duro el momento en el que llegué a España por segunda vez, pues la administración no me permitía trabajar. Las reclamaciones que llevamos a cabo supusieron el cambio definitivo de la tarjeta de agrupación familiar, para que fuera posible trabajar".

Este marroquí es consciente de que "hasta ahora en Jerez no se plantea la diversidad cultural como un enriquecimiento. Se han formado muchos guetos y eso es peligroso. Marroquíes, senegaleses, latinos,... Cada uno va por su lado. Hay que provocar un encuentro pacífico pues esto supone una amenaza encubierta".

Defiende que "la diversidad cultural hay que trabajarla entre todos".

Es conocedor de los efectos de la crisis. Manifiesta que "ha azotado a la gente extranjera. Muchos amigos que trabajaban en la construcción se han quedado en paro. Ha sido el sector más castigado por poseer gran cantidad de mano de obra". Para trabajar "han tenido que dejar de lado el orgullo y buscar mecanismos para sobrevivir. La crisis ha planteado retos que hay que superar". El efecto de la crisis en este colectivo se refleja a través de los medios en el 'cruce del Estrecho' pues "mi gente ha ampliado sus vacaciones de los treinta días normales a dos meses y medio. Al no haber trabajo se ven forzados a ampliar su periodo vacacional y se quedan más tiempo en nuestro país".

No puede olvidar su tierra, allí dejo a sus padres, hermanos y sobrinos. A largo plazo tiene la idea de retorno y comprende que "voy a tener que vivir a caballo entre dos países. Sin embargo tampoco puedo olvidar a España porque me ha dado mucho".

James mandela

sudáfrica

El motivo que llevó a este sudafricano de origen inglés a emigrar fue el conocer el mundo, quería cambiar de vida. Afirma que en su país no se vive mal "no es muy diferente a España". Lleva veintidós años aquí y recuerda como al principio de llegar "la gente me miraba raro, era uno de los primeros ciudadanos de color que llegaron a esta ciudad".

Piensa que la crisis nos ha afectado a todos por igual, trabaja en su puesto de ropa situado junto al Mercado de Abastos desde hace veinte años, gracias a ello mantiene a su familia, cuya hija, Janete mandela, está escolarizada y es española.

Se siente afortunado por no haber tenido conflictos racistas con nadie, "quizás algún comentario pero con poca importancia".

Cuando llegó, aunque se encontraba en situación regular "busqué asesoramiento en una asociación, pero llevo tantos años aquí que llevo alejado de esos temas mucho tiempo, me siento totalmente arraigado". A pesar de la cantidad de años que lleva en la ciudad no puede afirmar que se quede para siempre. Afirma que "eso el algo que no te puedo saber a día de hoy, soy ciudadano del mundo e iré donde diga la vida".

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