Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

El carnaval de hace un siglo

  • "Mascarita, mascarita, ¿me conoces?" Esta era la pregunta que más se oía en la calle, en estos días de carnestolendas, en los que hubo tiempo, antaño, en los que hasta se corrían toros. Las calles Larga y Lancería, acogían las veladas de hace un siglo, amenizadas por bandas de música, en las que nunca faltaba alguna que otra reyerta, con heridos por arma blanca.

Por mucho que algunos se esfuercen, Jerez ha carecido siempre de lo que se dice una gran tradición carnavalesca. Por lo visto, las carnestolendas de tiempos pasados se limitaban a alguna que otra corrida de toros, festejo que casi nunca faltaba, desfile callejero de máscaras y bailes de sociedad en casinos y centros recreativos. Por otra parte, la documentación sobre estoas fiestas es bastante escasa. Por eso nos vamos a limitar a recordar aquí, como botón de muestra, cómo fue el carnaval de 1911, hace ahora exactamente cien años, un siglo.

Como cada año, el recinto de las veladas carnavalescas se limitó a las dos calles más céntricas de nuestra población, Lancería y Larga, las cuales lucieron todos los días un alumbrado extraordinario, montado bajo la dirección del ingeniero director de la Eléctrica Moderna, Antonio Torrejón, y que era el mismo que se había estrenado, en fechas recientes, con motivo del recibimiento que la ciudad hizo en agasajo de los héroes de la famosa jornada de Taxdirt.

La velada estuvo amenizada, los tres días de Carnaval por una banda de música que interpretó pasacalles y pasodobles, mientras el numeroso público paseaba por ambas calles, diciendo aquello tan tópico de "Mascarita, mascarita, ¿me conoces?". El primer día se vieron realmente pocas, pero el segundo y el tercero, fueron aumentando, sobre todo en las horas más avanzadas de la noche. Lo que la prensa decía, en sus cortas reseñas de los festejos, era que ese año se había visto muy poco ingenio, en los disfraces elegidos por los jerezanos, siendo la mayoría bastante vulgares.

Lo que si fue digno de reseñarse fue el magnifico tiempo que acompañó, con un sol espléndido, todas las jornadas; notándose incluso un poco de calor, y resultando las noches algo calurosas, con una temperatura propia de noches de verano, durando cada velada hasta horas bastante avanzadas de la madrugada.

En cuanto a la temperatura se refiere, tan solo hubo que lamentar la espesa niebla que cubrió la ciudad, la segunda noche, notándose bastante humedad en el ambiente.

Como anécdota hay que reflejar que el segundo día aparecieron tres o cuatro mascaritas femeninas, luciendo una imitación de las primeras faldas-pantalón que, procedentes de París, habían sido la moda revolucionaria de aquél año, en toda España, al haber sido acogidas con bastante polémica. Sobre esto, decía "El Guadalete" del 28 de febrero de 1911:

"La imitación estaba tan mal hecha que, seguramente, si los modistos no tuviesen más gusto y acierto en la confección de esta prenda, medio de macho y medio de hembra, las elegantes no se preocuparían en si deben o no adoptar la nueva moda que las asimila a las odaliscas del harem del Sultán de Turquía". También se lamentaba el periódico de que ese año había habido escaso consumo de confeti y serpentinas. El último día de la velada habría una mayor animación de gente en las calles Larga y Lancería, y tanto era el bullicio que el tránsito por dichas céntricas calles se hacía bastante difícil, viéndose más máscaras y disfraces que los días anteriores..

En el Casino Nacional hubo bailes de sociedad, uno de ellos disfrazados de japoneses los participantes. En los demás casinos, también hubo bailes; así como en las peñas de amigos especialmente en la famosa peña carnavalesca "El Cinquito", donde cada año solía actuar una pequeña orquestina, para que bailasen los socios. El Carnaval ese año había sido recibido con mucha más alegría que en años anteriores, porque se daba la circunstancia de que coincidiendo con el mismo, Jerez había sido muy agraciado con la Lotería Nacional, al caer aquí el segundo premio de la misma y dos cuartos premios.

Por lo visto, la lotería favoreció especialmente al dueño del tabanco "El Torito", de la calle Medina, propiedad de Juan de la Rosa, quien había repartido entre su clientela numerosas fracciones del segundo premio. Y algunos de los agraciados eran tan conocidos que aún viven, hoy día después de un siglo, descendientes suyos con los mismos apodos. Por ejemplo: el matarife "El Quirri", que jugaba una peseta; "Mijita", mozo de la Estación, que llevaba cincuenta céntimos, lo mismo que su compañero de trabajo, apodado "El Comparito"; y otros mozo de la Estación, conocido por "El Pestiño", que también jugaba un peseta. Estos agraciados, y el carnicero Miguel Barroso, que jugaba dos pesetas, serían quienes mejor lo pasaran, divirtiéndose en el Carnaval y celebrándolo de lo lindo, junto con el tabanquero Juan de la Rosa.

Esa es la cara alegre de un Carnaval, el de 1911, que pasó sin pena ni gloria. Pero la cara opuesta la conocieron mejor que nadie los guardias municipales que cada día y cada noche no pararon de detener a gente alborotadora portadora de navajas y cuchillos, así como a quienes sembraron la inquietud con sus reyertas, en las que resultaron numerosos heridos que tuvieron que ser asistidos en la Casa de Socorro. El tercer día, alguien promovió una falsa alarma que puso en dispersión a una buena parte de los paseantes que se quitaron de en medio. También pasarían por la Casa de Socorro muchos que se pasaron de la cuenta en el consumo de alcohol.

En esos días acaba de tomar posesión de su cargo de alcalde de Jerez, en el que reincidía, el ilustre sanluqueño don Julio González Hontoria, quien sustituyó al conde de Puerto Hermoso que accidentalmente había ocupado el sillón de la Alcaldía.

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