EL PERFIL

Un viaje a África en diez minutos

  • Tony Sánchez-Ariño, el último cazador blanco, recoge en Jerez el Premio de la Caza del Casino Jerezano

Para los más profanos, habría que decir que este afable médico valenciano de ochenta años es una leyenda africana: el último de los grandes cazadores de elefantes, infatigable viajero, explorador de tierras incógnitas, hombre reconocido por sus colegas y que acumula honores y reconocimientos. Cazador racional, el último 'white hunter' ha trabajado por la conservación de las especies y luchado contra el furtivismo y la caza antideportiva. Autor de once libros, ha colaborado en acciones solidarias y altruistas, como la construcción, junto a su mujer, de una escuela para 300 niños en Tanzania.

Con estos precedentes, ayer noche, este octogenario -que sigue siendo un chaval- recogió en González Byass el Premio de la Caza del Casino Jerezano, cuya Semana finalizará hoy. Cuando un día antes llegó a Jerez, su agenda era apurada. En un paréntesis, se refirió a su gran pasión: nos habló de África, nos habló de elefantes.

- Revisemos los números: Ha abatido a 1.282 elefantes, además de a 2.044 búfalos, 332 leones, 144 leopardos, 132 rinocerontes... ¿Qué le han hecho a usted los elefantes?

- Los elefantes, como cualquier animal, hay que cazarlos si queremos que haya elefantes, corzos o tal. Lo que no podemos es dejarlos en el mundo en que vivimos, que cada día hay menos espacio para animales y para humanos, y los humanos no se van a sacrificar. Entonces, si las personas que han de convivir doce meses al año y no tendrán más que perjuicios, por el sistema que fuera se los sacarían de encima. En la caza, protección no tiene que significar prohibición, hay que combinar las dos cosas y la caza controlada es la que funciona y hace que los animales sean más, porque tienen valor.

- ¿Qué tiene África?, ¿por qué esa pasión?

-Pues no lo sé. Yo cumplo este mes de julio sesenta años de cazador allí, una temporadita...

- ¿Sigue cazando?

-El próximo 12 de mayo salgo hacía Namibia a cazar elefantes y después a Bostwana a seguir cazando.

- ¿Es cierto que en toda su carrera como cazador no ha sufrido ni un rasguño?

- Nunca en mi vida he tenido ni un arañazo, jamás, ni nadie que estuviera cazando conmigo, ni mi grupo de nativos.

- Dígame cuál es su 'compañero favorito', su arma preferida.

- Durante muchos años, cuando era más joven, era un '416 Rigby', pero ahora, en momentos apurados utilizo un '500 Jeffery' , que es muchísimo más potente y encuentro más ventajas para mí, no para los bichos.

- ¿Le molesta lo que dicen los anti caza?

-Hay que mirar a los dos lados. Hay una serie de paranoicos que no saben nada y chillan por chillar y no tienen fundamento. Pero hay otros señores, me temo que un sector de cazadores o pseudocazadores que les dan la razón, porque se hacen unas cosas intolerables. Y nosotros, se supone que, como seres civilizados, hemos de darle al animal también su margen de sobrevivencia, de poder escapar del lance...En fin, que no es un vil asesinato como hacen muchas personas.

- O sea, que la caza es un arte y matar un acto repugnante.

-Exactamente. Eso lo digo yo siempre.

- ¿Qué ha pasado con la caza en África?, ¿cómo ha cambiado?

- No los 180 grados tradicionales, sino los 1.800 grados por lo menos, va a peor.. Algo menos en África del Sur, donde se ha visto que hay más especies de caza mayor numéricamente que hace treinta años. Se ha demostrado allí que la caza tiene un valor, se cuida, se permiten cazar unos cupos y todos contentos... menos los animales, claro.

- ¿Existe el cementerio de elefantes o forma parte de la leyenda?

- Eso en las películas de Tarzán. Yo, siendo pequeñito, veía las películas de Johnny Weissmuller, y ya soñaba con ser cazador de elefantes en África. Y veía esas películas con los cementerios y me veía un día descubriendo un cementerio y saliendo a la costa de Kenia cargado de centenares de colmillos... pero en fin, eso es sólo una leyenda. El elefante se muere donde le coge. Lo que ocurre es que no se encuentran muchos elefantes muertos porque, cuando muere, atormentado por la fiebre, el animal se mete en ríos o pantanos para refrescarse. Al final acaba muriéndose y hundiéndose en el fango y, al final, desaparece. Yo he encontrado a muchos.

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