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Contando cuentos

  • La industria fonográfica sigue mostrando el vigor de la música clásica española en el mundo.

Frenar inercias y remover fatalismos históricos lleva su tiempo. Pero los viejos tópicos han ido arrumbándose (en cuestiones musicales, España era hasta hace nada un país poco más que de guitarras, cantantes y algún que otro fenómeno aislado) y hoy no es difícil encontrar a españoles que triunfan por todo el mundo en las más variopintas especialidades de la música: primeros atriles en orquestas de relumbrón, grupos de cámara aclamados en las mejores salas, conjuntos especializados (de música antigua, de contemporánea) requeridos por doquier o, lo que en cierta medida nunca había faltado, solistas de carrera brillantísima. ¿Quién nos iba a decir cuando empezó el siglo que íbamos a tener a dos cuartetos de cuerda en la élite mundial? Pues ahí están el Casals y el Quiroga codeándose con los mejores.

El Cuarteto Quiroga, que mantiene una fructífera relación de residencia con el Museo Cerralbo, acaba de ser nombrado también cuarteto residente a cargo de la colección de Stradivarius del Palacio Real de Madrid. En estos días el grupo presenta su tercer álbum (sello Cobra), que incluye los dos cuartetos Op.51 de Brahms bajo el inspirador título de Frei aber Einsam (Libre pero solitario), el lema que el compositor hamburgués compartía con su amigo el violinista Joseph Joachim y cuyas iniciales (F-A-E, que en la notación germánica corresponde a las notas fa-la-mi) fueron explotadas musicalmente por Brahms en varias obras, entre ellas en este segundo cuarteto de la Op.51.

Para Cibrán Sierra, segundo violín del conjunto, "la figura de un Brahms académico, pesado y difícil es un cliché demasiado manido que corresponde a una aproximación superficial a las partituras del compositor. Viéndolo de cerca, estudiando sus partituras con mucho cuidado, Brahms no es un viejo conservador y aburrido; es un gran viajero, un visionario que supo unir dos mundos, un genio capaz de tejer con hilos muy sencillos la más hermosa y fabulosa de las tramas narrativas. Este CD es el resultado de un largo proceso de años de investigación, de estudio cuidadoso de las obras, las partituras, las fuentes, el contexto, el lenguaje brahmsiano. Una música como ésta, que fue el resultado, también para el compositor, de un viaje fascinante -largos años de trabajo, más de 20 borradores destruidos por un Brahms siempre perfeccionista- necesitaba por nuestra parte una aproximación paralelamente meticulosa y exigente. Sin olvidar que nuestra labor es contar historias. Es importante no olvidarlo: somos, ante todo, cuentacuentos". Difícil olvidarlo al escuchar unas interpretaciones en las que se funden en efecto dos mundos: la claridad clásica y refinada de la forma y la pasión intensa del contenido, de la historia que se nos cuenta, admirablemente rematada por esa canción popular alemana (En la noche silenciosa) que Brahms arregló para cuarteto de voces.

Si el éxito mundial de los Quiroga es aún reciente, el pianista onubense Javier Perianes es ya un valor consolidado (por cierto que los talentos de pianista y cuarteto se han unido en la grabación de un disco con música española que aparecerá a finales de este mismo 2015). Cada disco de Perianes que ve la luz en Harmonia Mundi es la reafirmación de uno de los grandes del piano contemporáneo, y este álbum dedicado a Grieg no es una excepción. Pocas veces se ha dicho combinando hondura y lirismo de forma tan armónica el Concierto en la menor (el Adagio es de una belleza arrasadora), extraordinariamente acompañado el onubense por Sakari Oramo y la Orquesta de la BBC. Y, como en el caso de Brahms y el Cuarteto Quiroga, la historia, el cuento no termina ahí, pues Perianes engarza luego doce de las sesenta y seis Piezas líricas que el noruego escribió a lo largo de toda su carrera con una penetración poética verdaderamente subyugante.

Otro andaluz, el granadino Pablo Heras-Casado, se ha convertido en un valor en alza de la dirección orquestal lo mismo en América que en Europa y, pese al interés que muestran por él las más grandes centurias y los teatros más encopetados, él mantiene el gusto por otras músicas que heredó de su pasado de maestro coral, y en este disco que publica Archiv lo vuelve a demostrar. Praetorius es otro cuento, uno que se elabora reuniendo obras de tres maestros alemanes que tuvieron ese apellido en los tiempos de transición del Renacimiento al Barroco. Hyeronimus y Jacob, padre e hijo, forman parte de una saga musical procedente de Magdeburgo, pero instalada en Hamburgo. Michael, conocido sobre todo por sus colecciones de danzas y sus tratados, era originario de una localidad cercana a Eisenach, la cuna de Bach. Con el conjunto vocal e instrumental Balthasar Neumann, el que fundara en su día Thomas Hengelbrock, el granadino hace un repaso por música religiosa con la sensibilidad precisa para otorgar a los Magnificat toda su expansiva e intensa solemnidad y a las piezas sobre poemas del Cantar de los Cantares su íntima y lírica sensualidad.

Buena culpa del aprecio que hoy existe en los festivales europeos por la música antigua española la tiene sin duda Jordi Savall, uno de los mejores cuentacuentos que España puede seguir presentando en el concierto de las naciones. Su sello discográfico Alia Vox es de nuevo noticia por una doble circunstancia. En primer lugar, la publicación, ¡al fin!, del viejo Orfeo de Monteverdi, fábula fundacional del género operístico, que el violista de Igualada preparó para una mítica producción del Liceo con escena de Gilbert Deflo estrenada en 1993 y repuesta en 2002, cuando se hizo este registro, que hasta la fecha sólo había circulado en formato DVD (sello Opus Arte). Se trata de una interpretación fastuosa, concebida desde la exuberancia y la fantasía instrumental, irregular en la parte vocal, pero con algunos puntos álgidos (la Mensajera de Sara Mingardo, el Plutón de Daniele Carnovich, los pastores de Gerd Türk y Carlos Mena...).

En segundo lugar, Alia Vox publica por primera vez un CD del que no son protagonistas los Savall: se trata en concreto de un original álbum concebido por Enrike Solinís, guitarrista excepcional y uno de los músicos más inquietos e imaginativos del panorama nacional. Su trabajo se titula Euskel Antiqva y es un repaso por el legado musical del País Vasco que incluye música tradicional y piezas diversas desde el siglo XV y XVI (Cancionero de Palacio, Anchieta) al XIX (Mateo Albéniz). Un cuento que nos habla de Dios y de la tierra, del amor y las batallas, de mitos y de lunas, pero sobre todo de mestizaje, desmintiendo de paso a los puristas de la raza, tan dañinos hoy como siempre.

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