La policía federal belga llevó este viernes a cabo la segunda gran operación antiterrorista en menos de un mes, que ha terminado con 22 registros en todo el país y al menos cuatro detenciones de sospechosos de querer viajar a Siria para combatir con grupos yihadistas. Apenas hace dos semanas, el pasado 15 de enero, Bélgica vivió otra gran operación de gran calado en seis ciudades del país gracias a la cual se consiguió evitar el atentado de una célula yihadista que iba a actuar inminentemente, según indicó la Policía Federal.

Aquella primera gran operación antiterrorista, en plena resaca traumática por los recientes atentados contra semanario Charlie Hebdo en París, terminó con trece detenciones y dos muertos. La Fiscalía ha precisado que no hay ningún vínculo ni entre ambas operaciones en Bélgica ni tampoco con los atentados de París. De la operación de este viernes ha trascendido que se han llevado a cabo cuatro registros en Amberes, once en Masseik (localidad junto a la frontera con Holanda), una en Kinrooi (también junto a la frontera neerlandesa), dos en Houthalen-Helchteren (noroeste del país), una en Genk (este de Bélgica) y otra en el distrito de Molenbeek, en Bruselas.

El alcalde de Masseik, Jan Cremers, declaró a la agencia Belga que la operación de este viernes tiene vinculación con otra que habría tenido lugar en la misma localidad y que está relacionada con personas implicadas en los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.

Los cuatro detenidos comparecerán en las próximas horas ante un juez de instrucción, que debe decidir si los sospechosos deben ser acusados de cargos, indicó la Fiscalía. Según el ministerio público, las personas objeto de la operación son sospechosas de querer viajar a Siria para combatir en las filas de una organización terrorista. También precisó que en las inspecciones realizadas no se han encontrado armas ni municiones. El objetivo de la acción llevada a cabo por la policía sería desmantelar una organización que procedía al reclutamiento y envío de personas al extranjero.

Desde Riga, el ministro belga de Justicia, Bart Tommelein, dijo que la operación antiterrorista en Bélgica no iba dirigida a evitar "salidas inmediatas" de los sospechosos del país. Tommelein, que participó en una reunión informal de dos días de titulares de Justicia e Interior comunitarios celebrada en la capital letona, afirmó que "las detenciones no tenían por objeto evitar marchas inmediatas, pero hay que esperar información más detallada de la Fiscalía federal".

Tras el operativo antiterrorista del 15 de enero, el Gobierno federal acordó elevar el nivel de alerta en el país por posible amenaza terrorista, que subió del nivel 2 al 3, quedando a un peldaño del máximo. Además, se propuso un plan antiterrorista que ha permitido a los militares salir a las calles para vigilar lugares considerados "sensibles", como sinagogas, embajadas o instituciones europeas. Bélgica es el país europeo con más nacionales que han viajado a Siria o Iraq para combatir junto al grupo yihadista Estado Islámico, y muchos ciudadanos de este país viven con temor el aumento del radicalismo.

El Gobierno belga ha aprobado una batería de medidas para incrementar la lucha contra el terrorismo y el radicalismo, que aún han de ser aprobadas en el Parlamento y entre las que figura reforzar la capacidad de análisis de la Seguridad del Estado. También contempla otras como la retirada temporal de los carnés de identidad o la retirada de pasaportes a quienes presenten una amenaza al orden público y a la seguridad. Igualmente se han planteado otras medidas como la expuesta por el secretario de Estado belga de Asilo e Inmigración, Theo Francken, quien ha apuntado a la posibilidad de denegar los permisos de residencia en el país a los imanes que prediquen el salafismo, la tendencia más rigorista y conservadora del islam.