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El Reino Unido continúa sumido en la incertidumbre a una semana del 'Brexit'

  • La sucesión de Cameron es una incógnita. Tras el 'no' de Boris Johnson a sustituir al primer ministro, Theresa May es la favorita. Corbyn se aferra al cargo, pese a que la cúpula laborista teme que sea reelegido.

El Reino Unido continúa sumido en la incertidumbre sobre la hoja de ruta y las consecuencias de su futura salida de la Unión Europea (UE), ocho días después del referéndum en el que se impuso el Brexit, que ha generado una crisis política sin precedentes en el país. 

Los dos principales partidos británicos, el conservador y el laborista, atraviesan una profunda crisis de liderazgo, la libra ha caído un 8,5% respecto al euro y han arreciado los movimientos independentistas en Escocia e Irlanda del Norte. 

La incógnita sobre la sucesión del primer ministro, David Cameron, se mantendrá al menos hasta el 9 de septiembre, cuando el Partido Conservador prevé designar a su nuevo líder, y hasta entonces no comenzará a aclararse la estrategia del Gobierno británico de cara a la negociaciones con Bruselas para dejar la UE. 

La carrera por el liderazgo conservador británico dio este jueves un giro inesperado cuando el ex alcalde de Londres Boris Johnson renunció a sustituir a Cameron, dejando a la ministra de Interior, Theresa May, como favorita para el cargo de primera ministra. 

El anuncio se conoció después de que su compañero de campaña a favor del Brexit, el titular de Justicia, Michael Gove, anunciase, también por sorpresa, que entraba en la lucha por el poder. 

El nuevo primer ministro deberá decidir cómo y cuándo activa el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que pone en marcha la cuenta atrás de dos años para establecer las condiciones de salida del bloque comunitario. También deberá considerar qué modelo de relación aspira a construir el Reino Unido con los Veintisiete socios comunitarios restantes. 

Algunos conservadores creen que Londres debe aspirar a entrar en el mercado único como Estado externo a la UE, pero negociando condiciones especiales para la libertad de movimientos, una posibilidad que Bruselas no ve con buenos ojos. 

Existen otros modelos sobre la mesa, como el de Suiza, con acuerdos en diversas áreas comerciales pero fuera del Espacio Económico Europeo (EEE), aunque el control de la inmigración continuaría siendo un importante punto de fricción entre ambos lados del Canal de la Mancha en ese escenario. 

A la incertidumbre sobre los futuros lazos económicos con Europa se suma la renovada presión interna por escindirse del Reino Unido que llega desde Escocia e Irlanda del Norte, donde la opción de seguir en la UE se impuso en el referéndum del día 23. 

Los republicanos norirlandeses han pedido una consulta sobre la unidad de irlanda, mientras que la ministra principal escocesa, la nacionalista Nicola Sturgeon, ha dejado claro que impulsará un nuevo plebiscito para decidir sobre la secesión si no logra que la UE acepte otorgar un estatuto especial a la región británica. 

Sturgeon visitó Bruselas el miércoles para tratar de reunir simpatías hacia su causa, aunque la oposición de países como Francia y España dificultará previsiblemente que Edimburgo pueda negociar por su cuenta la aplicación de los tratados comunitarios en territorio escocés. 

Las consecuencias del Brexit han llegado también a Gales, donde el nacionalista Plaid Cymru ha endurecido su discurso para pedir la independencia de la región, y hasta a Australia, donde algunos políticos han hecho resurgir las llamadas a dejar de estar bajo soberanía de la monarquía británica. 

La tormenta en la política británica se ha completado con el clamor en el Partido Laborista para que su líder, el izquierdista Jeremy Corbyn, abandone la dirección por no haber apoyado con suficiente empeño la permanencia en la Unión Europea. 

Una abrumadora mayoría de su grupo parlamentario (el 81% de los diputados laboristas) ha pedido su dimisión, pero Corbyn se aferra al cargo bajo el argumento de que las bases y los sindicatos que garantizaron su designación hace diez meses le continúan apoyando. 

La cúpula laborista teme ahora que Corbyn salga reelegido en el proceso interno que parece la salida inevitable a esta crisis, lo que provocaría una división traumática en la formación. 

La inestabilidad política ha contribuido a mantener encendidos los temores sobre las consecuencias económicas negativas del Brexit, lo que ha llevado al Banco de Inglaterra a sugerir que podría bajar los tipos en los próximos meses por debajo del mínimo histórico del 0,5% y a preparar 310.000 millones de euros para inyectar en el sistema si es necesario. 

Días antes del referéndum, el ministro de Economía, George Osborne, advirtió de que el Brexit podría obligarle a presentar un presupuesto de emergencia ante un "agujero negro" de 30.000 millones de libras (35.700 millones de euros). 

Será responsabilidad del sucesor de David Cameron lidiar con ese escenario económico, así como dar forma a una nueva etapa en las relaciones exteriores con aliados estratégicos como Estados Unidos, que ya no verán en Londres a un socio imprescindible para influir en las decisiones de la UE.

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