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Un instrumento del diablo

  • Los judíos ultraortodoxos luchan para impedir que internet se propague sin remedio incluso en los hogares de los fieles más observantes de la ley divina

Los líderes de la comunidad ultraortodoxa judía luchan para impedir lo que cada vez parece más inevitable: que internet se cuele en los hogares de sus fieles. Aunque hace más de tres décadas las autoridades rabínicas consiguieron que sus comunidades diesen la espalda a la televisión, según los expertos ahora pierden la batalla contra la red de redes, que ha logrado introducirse en las casas de los judíos más observantes.

Los dirigentes ultraortodoxos (haredim) no actuaron con firmeza contra esa herramienta hasta el año 2000, cuando un grupo de rabinos prohibió su uso por ser "mil veces más peligrosa que la televisión, y capaz de traer la destrucción y la ruina de Israel"; pero entonces era demasiado tarde.

Según explica a Efe Ron Ofer, codirector de una serie de documentales sobre el mundo haredí y del filme Religion.com, los rabinos "no vieron al principio el peligro que suponía un ordenador, pensaron que era como una máquina de escribir y ahora no pueden erradicarlo".

En Israel hay alrededor de 700.000 ultraortodoxos y algunas de las web orientadas a ellos han llegado a los dos millones de visitas al mes, dice Ofer, que agrega que entre un 30 y un 40% de los religiosos navegan por la red.

Bezeq, principal proveedor de internet en Israel, da conexión a un 25% de los haredim (literalmente temerosos de Dios), a lo que se suma los que usan otras compañías. La red es un instrumento muy poderoso en el hermético cosmos haredí, con estrictas normas de comportamiento, donde no existe la privacidad, y hombres y mujeres no pueden hablar entre ellos.

"De repente pueden escribir anónimamente, opinar libremente y hablar con quien quieran de lo que quieran. Pueden charlar con mujeres, pueden incluso ser una mujer en un chat", dice el cineasta, que añade que "algunos son totalmente adictos; ya no les importa si es pecado o no: lo seguirán usando. Son como presos que, de repente, tienen libre acceso al mundo exterior".

El pasado diciembre una veintena de los más importantes rabinos emitieron un decreto en el que condenaban las páginas orientadas al público ultraortodoxo, como Bhadrei Haredim (En las habitaciones de los haredim), Kikar Hashabat (Plaza Shabat), Etrog y decenas de blogs alimentados por religiosos judíos.

La orden instruía a las yeshivas (escuelas talmúdicas) a no admitir alumnos que tuvieran internet en casa y denunciaba que esas páginas estaban "llenas de mentiras, cotilleos y abominaciones", por lo que instaba a no leerlas y no anunciarse en ellas.

El rabino Mordejai Bloy, presidente de la Guardia Sagrada haredí de la ciudad de Bnei Brak (cerca de Tel Aviv), dijo a Efe que "internet es un producto peligroso que hay que utilizar sólo lo imprescindible". "Así como no se le da una plancha caliente a un niño, no se entrega una herramienta sin explicación a un adulto", dijo Bloy, que aseguró que, en la sociedad haredí, la red "debe ser usada sólo para trabajar y no como entretenimiento".

Para Yair Etinger, periodista del diario israelí Haaretz especializado en el mundo haredí, "la situación es ahora un poco nebulosa después del enfrentamiento directo de los rabinos contra las web haredí".

Destaca que los líderes espirituales "no atacaron internet en sí mismo, porque no quieren iniciar una guerra que no pueden ganar", y apunta que aunque posiblemente nunca aprueben oficialmente su uso, en ese mundo "es importante el grado de dureza con que se hacen las prohibiciones". De la misma opinión es Ofer, que señala que hay una filosofía en el mundo ultraortodoxo contraria a hacer leyes que el público no pueda aceptar.

Mientras los principales rabinos -la mayoría de más de setenta años- siguen sin decidir cómo afrontar el problema, cada día más ultraortodoxos caen en la tela de araña de una red que les ofrece un mundo muy alejado de la Torá y los textos bíblicos en que sumergen a diario su vida.

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