Tribuna libre

¿Qué papel pueden jugar los archivos y la memoria histórica en la Sociedad del Conocimiento?

EN el Día Internacional de los Archivos que se celebra cada 9 de junio, me gustaría ofrecer una breve reflexión acerca de los vínculos entre archivística, memoria histórica y Sociedad del Conocimiento. En unas jornadas como las que acaban de tener lugar en Málaga, las 'VI Jornadas Técnicas de Archivos en la Administración Local', en las que he participado, he oído hablar largo y tendido del hilo explicativo, del quid social y de los fundamentos legales que, en el horizonte socioelectrónico, dan cuenta del papel que pueden jugar los archivos y la memoria histórica en la nueva civilización, diríamos, que las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) han creado en el vertiginoso plazo de 20 años hasta aquí.

El papel que los archivos pueden jugar en la Sociedad del Conocimiento se ajustaría, en mi opinión, a cinco aspectos. Ser pieza clave en la puesta en marcha de políticas correctas de gestión de la información (producción, organización, conservación, acceso y difusión del patrimonio documental). Servir de enlace entre dos mundos que se entrecruzan en toda actividad archivística, el mundo de lo jurídico-administrativo, de donde surgen los documentos, y el mundo de lo histórico-cultural, en donde se construirá la investigación de la memoria histórica. Garantizar que esa Sociedad del Conocimiento que estamos edificando tenga carácter de "bien público", es decir, esté fundada en valores sociales y democráticos. Aportar la conciencia histórica, o el llamado "pensar histórico", como un pilar básico y permanente de esa nueva sociedad que se está fundado de la mano de la revolución digital de las comunicaciones, de la producción masiva de repositorios, de la colectivización de los saberes y el multidisciplinarismo, etc. Y, por último, recordar a quienes son responsables de la construcción de la administración pública electrónica, es decir, a los gobiernos abiertos fundados en la transparencia, que hay que afrontar el desafío, como indica el archivero barcelonés Ramón Alberch, de acercar más recursos al ámbito de la documentación y la información si se quiere, de verdad, que esa Sociedad del Conocimiento sea real, efectiva y democrática [Véase: Ramón Alberch 'Los archivos, entre la memoria histórica y la sociedad del conocimiento' (Ed. UOC, 2003). Lo que está en juego es, entonces, el equilibrio entre la archivística y la memoria histórica, por un lado, y la modernización electrónica, la interoperabilidad, la internacionalización, etc., por otro. O dicho de otro modo: tender un puente -y aquí está el importante rol de los archivos y centros de información- entre la conciencia histórica y la globalización digital.

No creo, por todo ello, que el "conocimiento" pueda quedar reducido a los intereses de los mercados y a directrices meramente materiales y económicas: "Conocimiento: resultado de la actividad intelectual y, en concreto, de la actividad científica, técnica y artística, que puede ser transferida entre personas y sistemas, e incorporada a nuevas tecnologías, productos, procesos y servicios, para aumentar la competitividad y la calidad de vida" (Ley 16/2007 de Andalucía, de la Ciencia y el Conocimiento).

La exposición de siete documentos jerezanos del siglo XIII que la Delegación de Turismo, Cultura y Fiestas ha preparado para celebrar en Jerez el Día Internacional de los archivos nos permite retrotraernos a siete siglos atrás, pero también, en un cierto sentido, construir el futuro de dentro de siete siglos, pues el ejercicio bien entendido de la conciencia histórica no es un nunca un alarde de eruditismo respecto a un pasado hierático convertido en mito inamovible, sino una mirada dinámica, flexible, democrática, que nos permite también adivinar nuevos senderos de convivencia, de libertad, de mejoramiento de las relaciones sociales. Las antiguas formas de repartir el poder local (el sistema de regidurías y juraderías, más alguaciles, alcaldes, etc.), la gestión de los usos comunales (aguas, bosques, pastos…), el sentimiento autonomista de cada municipio, las relaciones de las comunidades con la naturaleza, los saberes artesanos, etc., podrían quizás, aún, aportar alguna idea útil -matizada, claro- para nuestro presente.

Cada persona y cada sociedad es un ser en evolución, un proceso, un desarrollo que tiene antecedentes. Tenerlos en cuenta para mejorar el presente y proyectarse a un futuro mejor puede ser un ejercicio útil. Como una cajita de música que nos recuerda a nuestra infancia y envuelve nuestra alma en mágicas evocaciones, los archivos y la memoria histórica actúan como faros de un mundo en rápida evolución y que, de cumplirse las mejores esperanzas que aguardamos, nos ofrecerán caminos para hallar soluciones en la nube digital, al fin y al cabo un mundo de documentos que transitó del papiro a los pdf.

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