Cultura

Un teatro que habitaron los dioses

  • El Festival de Mérida acoge una exposición, organizada junto a la agencia Efe, que repasa a través de una selección de fotografías lo mejor de una cita que ha cumplido los 60 años

Por el modo en que está tomada la fotografía, Unamuno se muestra como una figura empequeñecida, al fondo de un espacio diáfano y tras una pequeña mesa: parece un burócrata más que uno de los intelectuales más importantes de su país. Pero la atención que en ese retrato le presta un grupo de gente -ahí están, entre otros, el escritor y director de escena Cipriano Rivas Cherif y la actriz Margarita Xirgú- revelan su magisterio, la admiración que despierta. El autor está leyendo la adaptación que ha realizado de Medea, de Séneca, que ese año, 1934, se ha estrenado en el Teatro Romano de Mérida.

La imagen forma parte de la muestra conjunta que conmemora las 60 ediciones del Festival de Mérida y el 75 aniversario de la agencia Efe, y que puede verse ahora en la cita extremeña tras su estancia en junio -entonces, con una selección de fotografías más reducida- en el Matadero de Madrid.

Desde el testimonio de las primeras producciones que pasaron por el Festival, como Tiestes, de Séneca, que protagonizaba en 1956 un jovencito Paco Rabal en el papel de Marco Antonio, una Orestiada programada tres años después con dirección de José Tamayo y música de Cristóbal Halffter, o un Calígula de Camus que encarnaba José María Rodero, hasta los estrenos de los últimos años, con la Antígona de Marta Eturao Concha Velasco enfrentándose a la desgracia en Hécuba, la recopilación pone de manifiesto el renovado esplendor y la intensa actividad que ha conocido el Teatro Romano en las últimas seis décadas.

Un recinto que a lo largo de estos años no sólo contó con la presencia de lo más destacado de la escena nacional, sino que atrajo también a grandes nombres de la cultura europea e iberoamericana: fue, por ejemplo, el primer escenario español que pisó una inmensa Irene Papas, en 1987, con un espectáculo en el que la actriz de Zorba el griego rescataba los versos de grandes poetas; y en 2004 premió al Nobel Darío Fo -también a su esposa, Franca Rame- en el 50 aniversario del festival y vio cómo el dramaturgo, en agradecimiento a la distinción, interpretaba una de sus creaciones, Rosa fresca y aulentissima. Otro Nobel al que aún no había llegado el reconocimiento de la Academia sueca, Mario Vargas Llosa, representaría en Mérida junto a Aitana Sánchez-Gijón, en 2006, Odiseo y Penélope.

Entre los protagonistas de este álbum del festival se encuentra también Rafael Alberti, homenajeado en el Teatro Romano en el año 1988, cuando estuvo respaldado por Nuria Espert, Paco Rabal, Montserrat Caballé o Manolo Sanlúcar. De lo vivo lejano, un montaje cuya dramaturgia escribieron Lluís Pasqual, José Monleón y el propio Alberti, se planteaba como un recorrido por la vida del autor articulado con pasajes de su obra.

El conjunto reserva imágenes curiosas y permite encontrarse a Antonio Resines con faldas de romano abordando Miles Gloriosus de Plauto; a Imanol Arias como Calígula calzado con unas grandes botas y ataviado con un vestuario extravagante; o a Paco León caracterizado como Lisístrata y destapando en una escena de la comedia unos conseguidos pechos postizos.

Por los contenidos de la exposición, que también recoge el interés de Mérida por la danza y la ópera con imágenes de Julio Bocca, Antonio Canales y José Carreras, desfilan un gran número de actores destacados del país, y el viaje por los recuerdos del festival acaba siendo un tributo a la profesión. La lista de intérpretes sobresalientes es aquí casi inagotable: José Luis Gómez en una revisión de Edipo en la que colaboró con el director griego Stavros Doufeixis y el escritor Agustín García Calvo; Victoria Vera en la representación de La tumba de Antígona, de María Zambrano; Marisa Paredes en Los bosques de Nyx, el debut como director teatral de Miguel Bosé y de Javier Tomeo como dramaturgo; Ana Belén en La Bella Helena; Rafael Álvarez, El Brujo, en una de las funciones de La dulce Casina, de Plauto; Héctor Alterio entregado al texto de Yo, Claudio o Carmen Machi en la reciente Juicio a una zorra... Pero el visitante a la muestra comprobará asimismo con emoción cuántos de los grandes han fallecido en los últimos años: entre las fotografías está José Luis López Vázquez, durante un ensayo de César y Cleopatra; Pepe Sancho, abrazado a Nuria Espert, en la Medea de Eurípides; Fernando Guillén recitando el monólogo Del ars amandi a la obscenidad; Constantino Romero, al que acompañan Gloria Muñoz y Vicky Peña en La Orestiada de Esquilo; o Juan Luis Galiardo, en Edipo Rey. Con la mirada a estos maestros, Mérida reivindica la excepcional contribución a las artes escénicas que el festival ha protagonizado en sus ya seis décadas de vida.

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