maría rozalén. cantautora

"No hay derecho a que haya edificios abandonados y gente sin casa en la calle"

  • Lleva hoy hasta Santa Catalina su primer disco, 'Con derecho a...' con el que ha colgado el cartel de completo

Cuando la música abrió la puerta a esta albaceteña, ya sabía que tendría que reservarle una habitación con estupendas vistas. No se equivocó. Su primer disco, Con derecho a..., le ha llevado a una gira en la que no deja concierto sin agotar la entrada. A su lado, como compañera inseparable, viaja Beatriz Romero, intérprete de signos que retuerce su música para que pueda llegar a todos los públicos. Compone sus propias canciones y ha subido peldaño a peldaño. Las redes la catapultaron multiplicando el contador de visitas de los videoclips de 80 veces o Comiéndote a besos. Se confiesa loca de los peines y la risa permanente atisba que nunca fue más feliz. ¡Cuidado! No vaya a ser que, al final, os vuelva locos por su música.

-La crítica, los periódicos, la gente con sus miles de comentarios en la red. Todos hablan muy bien de Rozalén. ¿Qué cree que es lo mejor que le han dicho?

-Me gusta mucho cuando dicen que transmito bien el mensaje o que puedo animar a la gente, eso es muy bonito. "Tengo una voz que acaricia el alma", eso creo que fue lo más poético, lo que más me gustó. Me ha pasado con otra gente que se te eriza la piel y me gustaría que pensaran que eso les ha pasado conmigo.

-¿Y algo que no fuera tan bonito?

-Un montón de cosas. Si ha leído comentarios seguro que también lo ha visto. Las veces que se han metido conmigo, quizás por etiquetarme o relacionarme con artistas que suenan mucho en la radio porque yo también estoy sonando, o cuando se han metido con mi físico. Yo sólo me dedico a hacer canciones. Al principio me llegó a doler porque es algo gratuito que no viene a cuento.

-Quizá la mejor respuesta es que para el concierto de hoy se agotaron las entradas el 29 de julio.

-Claro. He aprendido con todo esto que me está pasando porque te das cuenta cuando estás expuesto lo jodido que es, porque ya todo el mundo puede opinar tanto para bien como para mal; porque estar escuchando todo el día halagos es una cosa muy bestia para la cabeza, y ahora estoy entendiendo un montón de actitudes que tiene la gente que es famosa de verdad.

-¿Que es lo primero que piensa cuando le comunican que ha agotado las entradas?

-Siempre bromeo con mis amigos diciéndoles que la gente no tiene criterio. Pienso: De verdad, la gente está fatal, viene a verme... No, hombre, imagínate, es que flipo, no me lo esperaba. En Cádiz nos va muy bien, pero es agosto, la gente no tiene un duro... Mis amigos de Cádiz ya me han comentado que las cosas están regular económicamente, es de las provincias con más índice de paro, aunque es verdad que la gente va a veranear allí, lo que también hace que sea un buen momento para tocar, pero siempre he pensado que en verano la gente está como más pendiente de la playa y de la fiesta, que de ir a un concierto. Me sorprendió mucho, pero Cádiz siempre me recibe demasiado bien.

-¿Ha perdido ya Rozalén los nervios a la hora de subirse a un escenario?

-Que va, que va. Voy fatal con eso y cada vez voy a peor. Cada vez son cosas más grandes y la presión aumenta. Pero hablo con artistas que llevan toda su vida haciéndolo y siguen igual de nerviosos. Tendré que aprender a vivir con ellos.

-Parafraseando a una de sus canciones, ¿era éste el cuento de hadas con el que soñaba?

-Hombre, yo estudié otras cosas, quería ser musicoterapeuta, psicóloga social, me quise dedicar una temporada a la cooperación, lo que pasa que siempre he cantado y he tocado instrumentos desde pequeña, y era un hobby, pero un hobby que me hace súper feliz. Nunca me lo planteé, era como una coña, pensar que de tu hobby vas a poder vivir, es una suerte o, a veces, todo lo contrario. La cosa es que hay que aprovecharlo y disfrutarlo al máximo.

-Estudió Psicología en Murcia. ¿Qué tipo de estudiante era María Rozalén?

-Siempre he sido la típica empollona, lo que pasa que en Murcia me asalvajé un poquito. Pero era muy responsable, no faltaba a clase casi nunca, me encantaba y aprendía mucho más yendo a clase que luego estudiando. Aunque estudiaba para aprobar y ya está.

-Se podría decir que ha sido pionera en un espectáculo que incluye lenguaje de signos.

-Pionera no, porque otra gente ya lo ha hecho de manera más puntual. Sí es verdad que se nos está dando más bombo. Yo sólo puedo hablar bien de Bea y quien la vea en el escenario entiende por qué engancha, porque es una artistaza. Lo innovador ha sido que ella y yo tengamos una interacción y que estemos juntas en el escenario porque los intérpretes en todos los actos suelen estar ladeados. Y ella es ahora como una parte más del espectáculo, no sólo una herramientas de accesibilidad.

-¿Le ha dado su primer trabajo el derecho de mirarse con orgullo en el espejo?

-En el fondo de mis entrañas tenía ese sueño de que me fuera bien con esto, pero una nunca sabe. Cuando trabajas y ves que a la gente le llega lo que haces y que hacen suyas las canciones, eso es muy bestia. Te mentiría si te dijera que no estoy orgullosa, claro que sí. Ahora bien, se me plantean y se me abren otras puertas: Si esto es lo que voy a hacer durante toda mi vida, si voy a poder aguantar con muchas cosas... Al menos esta gira ha sido para gozarla.

-¿Y a qué no habría derecho?

-Hay tanto que te diría. No hay derecho a que haya tantos edificios abandonados y gente sin casa en la calle, eso es ridículo, no hay derecho a que la gente no pueda opinar lo que dé la gana, a que no haya dignidad en los trabajos o a que no se tenga trabajo.

-El 31 de julio escribía en Twitter: Os lo prometo que me esfuerzo, pero leyendo la prensa es tan difícil escribir algo esperanzador. Se nos va de las manos... ¿Qué se nos va de las manos?

-El planeta se nos va. La semana pasada hubo una avalancha de noticias demasiado desagradables. En concreto, con lo de Gaza no sé ya que pensar, no paras de leer lo mismo, es demasiado triste. Yo intento ver las cosas buenas, pero después de no parar de ver noticias de ese tipo, tenía que escribir eso.

-¿Qué deuda posee aún María Rozalén con las redes sociales?

-Gracias a las redes mi música se expandió y se expande a niveles que no puedo controlar. El videoclip de 80 veces llegó a oídos de discográficas porque la gente no paraba de compartirlo en sus muros de Facebook y eso es de agradecer.

-Se encuentra ya preparando su próximo disco. Llegó a decir que tenía que estudiar mucho para componerlo. ¿Lo ha hecho?

-Bueno, lo suficiente no se estudia nunca. Estoy leyendo mucho más, he dado unas cuantas clases de armonía. Es eterno. Evidentemente, sé que tengo muchas cosas buenas: la manera de cantar, la transmisión del mensaje, pero soy muy crítica con lo que hago porque creo que tengo que mejorar mucho en las letras o a nivel musical, donde podría ser mucho más original. Para evolucionar tengo que seguir estudiando.

-¿En qué se inspira para componer esas nuevas canciones?

-Está habiendo un poquito de todo. Alguna que otra de amor, alguna canción que va a formar parte de una comedia española, escribo cosas que me pasan a mí, una canción inspirada en un cantautor que me gusta mucho, Joaquín Calderón, pero aparte de mis vivencias también pienso en otras que no me tocan, pero me pongo en la piel como Comiéndote a besos. Pero como estoy ahora un poco loca de los peines pensando en temas se me pasan cosas muy raras por la cabeza... Habrá que estrujar el cerebro para que salgan cosas buenas.

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