Cultura

El Ayuntamiento añade el nombre de Ramón Chaveli a la plaza Mirabal

  • Historiadores coinciden en que el cambio de denominaciones de las calles y plazas "atenta contra el patrimonio" En los últimos años ha habido hasta 14 modificaciones de este tipo en la ciudad

La histórica plaza Mirabal se denominará a partir de ahora 'plaza Mirabal de Ramón Chaveli', tras aprobarse el pasado viernes en Junta de Gobierno Local. La decisión responde a la propuesta de la Hermandad del Cristo del Amor, que curiosamente cumple este año su 75 aniversario, quien a través de su hermano mayor solicitó a la Delegación de Participación Ciudadana la modificación de la nomenclatura.

Ramón Chaveli Carreres nació en Valencia en 1879 y falleció en Jerez en 1947. Se instaló en la ciudad en 1922 y desde entonces desarrolló su labor profesional como imaginero y restaurador tanto en el mismo Jerez como en distintas localidades de la provincia. El señor de las Tres Caídas, el Cristo del Amor, el de Via Crucis y el de las Angustias fueron algunas de sus obras en su taller de la Plaza Mirabal 8, un taller en el que también desarrolló los bustos de Julio González Hontoria o Padre Luis Coloma, entre otros.

Hay que recordar que la plaza Mirabal, según el libro de Agustín Muñoz y Gómez, "figura en la historia jerezana desde muy antiguos tiempos, habiendo dado muchos personajes ilustres a la historia" entre ellos el ministro Luis de Mirabal. El ejemplar recoge también que el documento más antiguo data de 1509 en cuyo libro capitular aparece una donación a Diego de Mirabal. Asimismo, recuerda que con anterioridad tuvo otras denominaciones, plaza de la Picaza, "por vivir allí alguna hija o esposa de algún García Picazo, descendiente de Diego Fernández de Herrera" y plaza de los Palominos, "por haberse repartido a Ferrant Yáñez Palomino, caballero del Feudo y Alcaide de la Puerta de Sevilla".

La nueva denominación ha vuelto a generar toda una oleada de críticas por parte de algunos historiadores y ciudadanos, que no entienden por qué se modifica lo que también forma parte "del patrimonio histórico de la ciudad". Así lo considera el historiador José Manuel Moreno Arana, doctor en Historia del Arte, quien reconoce que "este tipo de denominación mixta no conduce a nada, no tienen ningún sentido".

El historiador asegura que en vez de este tipo de decisiones, "sería mejor poner una placa junto a la casa que Ramón Chaveli tenía en la plaza Mirabal, e incluso abogar por la recuperación de ese inmueble, de gran valor arquitectónico".

De la misma opinión es el jerezano Antonio Mariscal, autor de una ingente bibliografía sobre el callejero de la ciudad, sus plazas y monumentos. A su juicio, "sería más lógico poner una placa en la casa donde Ramón Chaveli tenía el taller, pero no cambiar la denominación así por así".

"Recuerdo que ya en el siglo XIX el gobernador civil dictó la orden de no cambiar el nombre de las calles para evitar males entendidos, pero parece que eso hoy en día no se respeta, los políticos hacen lo que quieren", añade.

Mariscal Trujillo, perfecto conocedor de la historia de la ciudad, relata que "la única plaza que modificó su nombre y fue por el propio pueblo fue la de la Asunción cuando pusieron el monumento. La gente empezó a llamarla así y se olvidó su nombre habitual que era el de Plaza de Escribano o de San Dionisio".

Esta 'moda' de añadir a la calle o plaza un nombre también ha sido criticada por el historiador Manolo Romero Bejarano, quien advierte que "esta acción es una muestra más del proceso estúpido con el que el Ayuntamiento se dedica desde hace décadas a dar patadas a la historia de la ciudad, porque la nomenclatura de las calles no está puesta al azar ni se debe alterar al buen tuntún. De lo contrario atentamos contra parte de nuestro patrimonio, en este caso inmaterial".

También con amplia biografía sobre la historia de la ciudad encontramos a José Antonio Cirera González. Fue precisamente él quien publicó hace ahora nueve años el libro 'Calles jerezanas que fueron conocidas por otro nombre en el siglo XX' y donde expone que "el nombre de las calles no debe cambiarse, es atentar contra la historia", asegura.

Cirera explica que poner otro nombre a una calle que ya lo tenía "es como si te regalaran algo de segunda mano. Es triste, por ejemplo, que pongan a la calle Pozo Dulce el nombre de calle Pozo Dulce de Antonio Gallardo, cuando ese hombre merecería una avenida entera".

Pero este tipo de "aberraciones", como la mayoría de ellos califica, se han sucedido en los últimos años en la ciudad. El caso más reciente fue el de la calle Barreras, cuyo nombre, que data de 1817, fue suprimido por el de Moraíto Chico tras el fallecimiento del guitarrista.

Otros ejemplos de esta política de cambios son la plaza Orellana, ahora Plaza Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, la calle Pañuelo, ahora calle Pañuelo de la Yedra, o parte de la calle Mariñíguez, ahora calles Manolo Yélamo y José Alfonso Raimóndez 'Lete' (es caso curiosamente fue sugerido también por una hermandad, la de las Angustias en 2007).

Esta misma propuesta también se efectuó en 2011 en la citada calle Pozo Dulce, que se pasó a denominar Pozo Dulce de Antonio Gallardo.

La lista de cambios es interminable, como señala Pepe Cirera, conocedor al detalle de estas modificaciones. Así, la calle Angostillo se denomina ahora Angostillo del Santísimo Cristo de la Buena Muerte; un tramo de la calle Marimanta se llama ahora Siervas de María; un tramo de la calle Hijuela de la Zorra es ahora calle Chano Lobato y el otro tramo calle Real Escuela; un tramo de la calle Conocedores, calle Manolito el del Huerto; la calle de la Rosa se denomina ahora calle padre Hortas Cáliz; la calle Joaquín Bernal, situada junto al desaparecido cine Lealas, se llama ahora calle Escritor Edgard Alan Poe, y un tramo de la Cuesta del Espíruto Santo es conocido actualmente por Santiago Zurita Irigoyen.

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