Cultura

Laffón, de la timidez a la intensidad

  • El Palacio de Carlos V, el Carmen de los Rodríguez Acosta y el Palacio de la Madraza acogen en Granada la gran retrospectiva de la artista, Hija Predilecta de Andalucía

Cada vez que Susana Díaz entra en el Palacio de San Telmo pasa por debajo de una monumental escultura de Carmen Laffón titulada Parra en otoño. Al séptimo día, la creadora decidió situar un cielo sobre su obra, un firmamento de diferentes azules y blancos con los tonos rosáceos de un atardecer. Al poco descubrió que la pintura opacaba a la escultura, con lo que tomó la decisión de cambiar de color la bóveda y optó por tonos tierra para que crecieran los frutos de la vid y de su creación. Este primer cielo es el que da la bienvenida a la muestra El paisaje y el lugar que la artista sevillana, Hija Predilecta de Andalucía en el año 2013 y Premio Nacional de Artes Plásticas, inauguró ayer en el Museo de Bellas Artes del Palacio de Carlos V y que extiende sus ramas al Carmen de la Fundación Rodríguez Acosta y al Palacio de la Madraza.

La muestra, que pudo verse con anterioridad en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) en Sevilla, recoge casi un centenar de obras de Carmen Laffón realizadas con diferentes técnicas. Así, se presentan óleos sobre lienzo, dibujos de carbón sobre papel, pastel y óleo sobre papel y esculturas en hierro pintado, hierro, escayola, madera y aluminio, bronce pintado y témpera y carbón sobre madera. La artista sevillana ha alcanzado en su última etapa creativa una libertad formal que radicaliza su concepción del paisaje entendido como contemplación. Y en contraposición a la explosión de conceptos y a la intensidad estética de su propuesta, Carmen Laffón se presentó ante los medios con una gran timidez y una voz susurrante. "La exposición está muy bien, pero no hay un cuadro mejor que los atardeceres y las noches que hemos podido contemplar aquí al salir del montaje, eso es algo que no se me borrará nunca", confesó la artista, que recibió al momento un espontáneo aplauso que ella recibió como refugiándose un poco más en sí misma. Laffón baja la vista cuando habla en público, pero su obra es una invitación a mirar alrededor con ojos nuevos para descubrir la belleza de la humilde cal o la poesía que se esconde en una humilde herrería.

En el Palacio de Carlos V, en la planta superior, se exponen las grandes series relacionadas con el río Guadalquivir, como Los Cotos, Las Orillas, Los Cielos o La Bajamar. También se muestran las series de dibujos que la pintora sevillana realizó en la Alhambra y en los Jardines del Generalife en el año 2006, y que son en gran parte propiedad del Patronato de la Alhambra y Generalife. Por último, en la Capilla del Palacio de Carlos V se puede contemplar una serie terminada este mismo año, titulada La Cal. Incluso una de estas obras todavía huele a pintura ya que la artista la terminó hace sólo unos días en un tiempo récord. "Al ver el espacio me di cuenta de que faltaba un cuadro. En mi estudio he trabajado dándole forma. Ahora estoy satisfecha del resultado", confesó una artista que ha expuesto en el Metropolitan Museum Nueva York o en Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. En total, la muestra inaugurada ayer cuenta con trece obras más que la retrospectiva que acogió el CAAC y que fue visitada por más de 50.000 personas.

Según explicó Juan Bosco Díaz-Urmeneta, comisario de la muestra y crítico de arte de Diario de Sevilla, la exposición de Carmen Laffón relata "el viaje a lo largo del Guadalquivir, hasta su llegada al mar, en Sanlúcar de Barrameda. Pero el viaje cambia al viajero y las propias obras abren un segundo camino a través del propio paisaje: paisajes del encuentro inesperado en La Cartuja, de la vitalidad de las márgenes del río en Bonanza, de la mirada que espera y espía el vigor de la luz sobre el Coto desde Sanlúcar, de la inminencia del mar en La Jara".

La serie La Cal y las esculturas de El Quijote, en la Capilla del Palacio de Carlos V, retrotrae a la cultura milenaria y al quehacer de los calcineros, en el bosque, la cantera y el horno, con una visión especial donde los útiles son los principales protagonistas.

Una segunda parte de la exposición puede verse en la Fundación Rodríguez-Acosta, donde se sitúan las esculturas en hierro, aluminio, bronce y madera que pertenecen a la última etapa de su creación, desde 2011 a 2015. En sus frecuentes visitas a una herrería, Carmen Laffón fue descubriendo posibilidades en los objetos que articulan la práctica cotidiana del taller. De ahí surge La herrería, donde las obras oscilan entre la escultura y el ensamblaje, puesto que integran objetos ajenos al arte, hallados y elegidos por la autora. Conforman este apartado piezas como Caballetes con palos y vigas, La cuba o Caballetes con elementos verticales.

Por último, en el Palacio de la Madraza, dependiente de la Universidad de Granada, se sitúan todas las obras de la serie denominada La viña, realizadas en carbón sobre papel. Se trata de un extenso trabajo de Laffón que despierta la memoria de dos mitos mediterráneos: la vid, signo de fecunda naturaleza, y la viña y el lagar, símbolo de acogida y convivencia. La Viña se expuso por primera vez en el Monasterio de Santo Domingo de Silos.

Para María del Mar Villafranca, directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, "Carmen Laffón es una de las personas que han escrito la Historia del Arte en España y en Andalucía". En cuanto a su relación con Granada, recordó que es una visitante asidua y que durante años fue una espectadora más, cada verano, en el Festival de Música y Danza que se desarrolla en el mismo palacio que ahora recoge su retrospectiva más importante desde la que le dedicó el Reina Sofía en 1992. "Es una artista que ha contribuido a crear esa marca de la Alhambra como espacio de creación", continuó María del Mar Villafranca en una presentación que también contó con la presencia de Francisco González Lodeiro, rector de la Universidad de Granada.

El paisaje y el lugar, el viaje vital de Carmen Laffón desde Sanlúcar hasta Granada, viene a demostrar una vez más que la belleza está en los ojos que miran.

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