Cultura

Todo un 'fistro' de comediaHombre rico, pobre hombre

Comedia, Estados Unidos-Reino Unido, 2015, 106 min. Dirección: David Koepp. Guión: Eric Aronson, Peter Baynham, David Koepp. Intérpretes: Johnny Depp, Ewan McGregor, Gwyneth Paltrow, Olivia Munn, Paul Bettany, Jeff Goldblum.

Mortdecai es, puedo decirlo alto y claro, una de las peores cosas que este cronista haya visto en este y otros tiempos, un producto nacido muerto, un carísimo engendro cómico sin gracia alguna al servicio del ya de por sí insoportable histrionismo de un Johnny Depp que, lejos de Tim Burton, otro que tal anda, se ha convertido en una ridícula parodia de sí mismo.

Dirigida con palmaria desgana por el otrora guionista David Koepp, este fistro de película parodia el cine de robos y los ambientes británicos a costa de un goya con secreto y con el tal Mortdecai, coleccionista de arte de bigotillo y batines de raso, lanzado a su búsqueda por el mundo junto con su esposa Gwyneth Paltrow, su guardaespaldas Paul Bettany y el policía que encarna Ewan McGregor.

La acción y el humor brillan por su ausencia, sustituidos por el cambio de decorado y el chistecillo malo, aunque no se lo pareciera a la señora sentada delante de mí, que se reía cada vez que Depp aparecía en la pantalla, se mesaba ridículo su bigote o hacía una gracia salida de una rancia máquina del tiempo.

Drama, Italia, 2014, 109 min. Dirección: Paolo Virzi. Guión: P. Virzi, F. Bruni, F. Piccolo. Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Fabrizio Bentivoglio, Valeria Golino, Fabrizio Gifuni, Luigi Lo Cascio, Giovanni Anzaldo, Matilde Gioli.

Se lleva estupendamente el cine de Paolo Virzi con la sensibilidad del gran público adulto e inteligente, con los premios o el gusto de las academias sancionadoras. El capital humano viene a sumarse a los éxitos de La prima cosa bella o Todo el santo día para proponer, a partir de la adaptación de la novela de Stephen Amidon, su particular lectura crítica de la actual crisis económica y sus efectos colaterales desde una cierta distancia tragicómica y uno de esos vistosos mecanismos narrativos que alternan y dan el relevo al punto de vista de los diversos protagonistas para contar y completar las versiones sobre una misma historia en torno al accidente de tráfico que da con un pobre ciclista en la cuneta y con los responsables a la fuga.

Así, las diferencias entre una familia de clase media (diana a la que verdaderamente apuntan todos los dardos del filme) y los miembros de una familia rica de la alta burguesía milanesa, unidas a través de sus respectivos vástagos, encuentran en un anónimo trabajador inocente y en un joven libre y algo rebelde a los chivos expiatorios en una fábula moral de vistoso recorrido aunque mucho más inofensiva y complaciente de lo que quisiera con los verdaderos causantes de esta debacle económico-moral o con aquellos acomplejados ambiciosos que, en su afán de trepar, también han dilapidado lo poco (y bueno) que tenían en su condición de clase. Y claro, bajado el telón, los espectadores saldrán reconfortados, creyendo haber aprendido la lección, sabiéndose a salvo o incluso mejores personas que las que aquí han visto sucumbir a la envidia, la avaricia o el arribismo.

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